Hay resplandor de colores, pero siempre un resplandor de claridad que es Cristo La Transfiguración, Resplandor y Firmeza de una Historia de Fe que ilumina la Esperanza
"La cruz nos lleva a ese resplandor; no hay resplandor sin cruz y sin una historia que nos toca hacer y que otros deberán continua"
"Ahí aparecen conversando con Jesús Moisés y Elías, testimoniando que la historia de fe abrazada en el tiempo de Jesús con sus discípulos es una historia verdadera, en la que hay que hay que confiar y darle continuidad"
"Ciertamente nuestra historia tiene momentos de lucidez y de gracia como en la transfiguración, como decimos hoy se alinearon las estrellas"
"Ciertamente nuestra historia tiene momentos de lucidez y de gracia como en la transfiguración, como decimos hoy se alinearon las estrellas"
| Fray Alfredo Quintero Campoy OdeM
Jesús tiene una misión definitiva de redimirnos en la cruz para liberar la vida divina para el hombre, abriendo la puerta del cielo de forma definitiva a quien acepta el llamado de la salvación.
Salir de la propia tienda para ver el cielo con las estrellas, es no sólo ver cómo será la descendencia sino también el resplandor divino que irá guiando siempre nuestro caminar en la fe con una esperanza firme.
En este segundo domingo de cuaresma, el evangelio de Lucas nos dibuja un cuadro precioso de nuestra historia y caminar en la fe. El valor de la historia plasmada y vivida desde Abraham, a través de Moisés y Elías, impulsan a Jesús a seguir plasmando esa historia con lo que a Él le toca como Redentor.
Nosotros somos parte de ese caminar en la fe, haciendo la historia que nos corresponde. Una fe que se entiende desde un inicio como guiada y acompañada siempre por Dios, artífice principal de toda la obra de la salvación.
Estamos llamados a la vida y, a Dios no le gusta que nos quedemos a medio camino, como hoy en la segunda lectura, en la lectura a los Filipenses, Pablo recuerda: que hay quienes viven como enemigos de la cruz de Cristo porque su dios es el vientre.
Dios hace una historia de fe sacando a Abraham de Ur de los Caldeos para asentarlo con toda su descendencia en la tierra de Canaán, convirtiéndose así lo que vendrá a ser Israel: como signo y presencia de la obra que Dios realiza en la historia de fe. Ahí aparecen conversando con Jesús Moisés y Elías, testimoniando que la historia de fe abrazada en el tiempo de Jesús con sus discípulos es una historia verdadera, en la que hay que hay que confiar y darle continuidad.
Nuestra historia de fe es verdadera e ilumina con fuerza nuestra esperanza, con el Padre Celestial que no deja de estar ahí para conducirnos y decirnos a quien debemos escuchar, dándole la autoridad a Jesús delante de sus discípulos, de quienes Jesús dirá: nadie viene a mi si mi Padre no lo llama.
Dios sigue hoy llamando en estos tiempos modernos, haciendo nuestra historia en una iglesia que debe ser abierta a las manifestaciones divinas, en medio del dolor, del cansancio, de la incertidumbre llamada a vivir con confianza en un Dios que nunca nos abandona y, nos sostiene en la palma de sus manos.
Abraham parecía no aguantar más, esperanzado esa manifestación de Dios ante el sacrificio de la ternera, la cabra, el carnero, el pichón y la tórtola; Moisés saco al Pueblo de Egipto y lo condujo por el desierto, manifestando muchas veces lo difícil que era guiar a ese pueblo rebelde pero no dejo de perseverar una y otra vez hasta que lo dejo en las manos de Josué listo para entrar a la tierra prometida; Elías también ante la adversidad, cuántas veces le pidió a Dios quitarle la vida y terminar ese sufrimiento y fue arrebatado al cielo dejando en la tierra la huella de historia de fe que le tocó hacer para ser continuada por Eliseo.
Cuando se termina la parte de la historia que nos toca hacer siempre hay alguien que le toca seguir haciendo esa historia, en quien Dios se ha escogido para continuarla.
Ciertamente nuestra historia tiene momentos de lucidez y de gracia como en la transfiguración, como decimos hoy se alinearon las estrellas, es decir, vemos con claridad las razones solidas de referencia que tiene nuestra historia para seguir caminando en perseverancia, cuando aparecen con Jesús conversando Elías y Moisés; cuando vemos a Jesús lleno de resplandor y cuando la voz del Padre nos lleva más allá para decirnos: este es mi hijo muy amado escúchenlo.
Una vez más, en nuestra vida de fe, nos toca escuchar a Jesús, la Palabra de vida, para asumir la realidad de nuestra vida e historia que a cada uno le corresponde para hacer el mosaico variado de colores, con el pincel de cada uno, que dibujan ese resplandor de fe, como manifestación de la propia historia que a cada uno de le corresponde. Hay resplandor de colores, pero siempre un resplandor de claridad que es Cristo, a través de quien está la luz de nuestro propio resplandor.
La cruz nos lleva a ese resplandor; no hay resplandor sin cruz y, sin una historia que nos toca hacer y que otros deberán continuar.
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