Un gran obstáculo Sánchez inventor de verdades
"'Pocas cosas tienen un sentido público tan necesario e indiscutible como la verdad' (Arcadi Espada). El Gobierno, que siempre habla y aspira a la omnipresencia de lo público, debería también hacer los honores a la verdad"
"Llama la atención la actitud en general de la Iglesia en España. ¿Por qué calla y se resigna con la verdad inventada, que se impone sin derecho a réplica? ¿Qué está pasando?"
Lo que ahora interesa es encauzar definitivamente el deseo más ferviente de Sánchez, perpetuarse en la Moncloa. En tan noble objetivo hasta ha logrado aplicar a los obispos la receta de la sumisión y la obediencia, la misma que ellos exigen. ¿Hay quien dé más?
Pues, mira por dónde, parece que sí. Se supone que todo lo controla. Pero, sin embargo, le ha salido en el camino un gran obstáculo, que le está mareando y le ocupa demasiado su preciado tiempo. Le ha salido una nueva heroína, Isabel Díaz Ayuso, a quien no logra someter.
El peligro, por tanto, es real y cierto. Sánchez lo sabe. Por todo ello, éste ha decidido convertirse de hecho en el verdadero candidato del PSOE, en las elecciones del 4 de mayo, a la Comunidad de Madrid.
“Pocas cosas tienen un sentido público tan necesario e indiscutible como la verdad” (Arcadi Espada). El Gobierno, que siempre habla y aspira a la omnipresencia de lo público, debería también hacer los honores a la verdad.
¿Cuándo nos ha engañado con el plan de vacunación (el logro del 70% de inmunizados)? La respuesta es muy sencilla : siempre. Sánchez ha usado todos los registros posibles: ‘en junio’, ‘a finales del verano’, ‘en verano’, o, como el otro día, ‘a finales de agosto’. ¡Verdadero inventor de verdades, esto es, verdadero fabricador de mentiras!
La pura verdad, la que no se inventa, es que la fracasada operación en Murcia puede pasar a los libros de historia. Víctima de su odio a la oposición, Sánchez fracasó con estrépito. Desde entonces, aunque no se quiera reconocer, el panorama político ha cambiado radicalmente
Él solito “adelanta dos años el proceso de concentración de una derecha ahora dividida. Él, quien, sin pretenderlo, otorga a los madrileños la oportunidad de rebelarse en las urnas contra un Gobierno que, por la vía de la confrontación y la división en bloques, pretende acabar con los mejores años de paz y prosperidad que ha conocido este país en siglos”. ¡Qué paradoja tan progresista!
Como supongo que ya habrán caído en la cuenta, lo único que ahora importa en este país nada tiene que ver con las preocupaciones y problemas del ciudadano. Lo de la pandemia y los problemas económicos derivados es un engorro. Algo que la derecha agita para estorbar la placidez del paraíso social-comunista. ¡Habrase visto! ¡Qué osadía!
Lo que ahora interesa es encauzar definitivamente el deseo más ferviente de Sánchez, perpetuarse en la Moncloa. Para ello ya ha embaucado a media España y está dilapidando su riqueza. También ha conseguido el apoyo explícito de toda la clase política de izquierdas, aunque sea separatista. Ha puesto a su servicio las TV que todos sabemos y padecemos. Eso sí, previamente subvencionadas con dinero público. Ha hecho realidad a su favor el entreguismo de C’s. Ha invadido y desvirtuado una parte importante de las instituciones públicas y sigue en su empeño. Hasta ha logrado aplicar a los obispos la receta de la sumisión y la obediencia, la misma que ellos exigen. ¿Hay quien dé más?
Pues, mira por dónde, parece que sí. Se supone que todo lo controla. Pero, sin embargo, le ha salido en el camino un gran obstáculo, que le está mareando y le ocupa demasiado su preciado tiempo. Le ha salido una nueva heroína, Isabel Díaz Ayuso, a quien no logra someter. Ahí está la comunidad de Madrid, libre y rica, verdadero motor de este país, que exhibe, ante el resto de España y del extranjero, su atractiva alternativa a las recetas sociales y económicas de la izquierda social-comunista; que práctica la libertad en todo cuanto toca y que, en consecuencia, huye de toda ingeniería social y cuanto signifique controlar las instituciones para su servicio particular. ¡Ahí está, delante de sus propias narices! Y, por si fuera poco, Díaz Ayuso, a tenor de la última encuesta de este domingo pasado, disfruta merecidamente de una rotunda trayectoria al alza.
El peligro, por tanto, es real y cierto. Sánchez lo sabe. Lo que está en juego le puede afectar personalmente. Puede verse obligado a adelantar las elecciones generales o simplemente encastillarse en la Moncloa. Lo cual no es poca cosa. Lo que pase en Madrid, al decir de su alcalde, constituye, pues, “la gran amenaza para Sánchez”. Por todo ello, éste ha decidido convertirse de hecho, como ha subrayado Pablo Planas, en el verdadero candidato del PSOE, en las elecciones del 4 de mayo, a la Comunidad de Madrid. Gabilondo seguirá siendo lo de siempre: el mindundi de turno.
Aunque soy consciente de que no sirve de nada, deseo recordar al nada escrupuloso dúo que nos mal gobierna, Pedro y Pablo, que, como dijo en su día Arcadi Espada, “pocas cosas tienen un sentido público tan necesario e indiscutible como la verdad”. Ellos que siempre hablan y aspiran a la omnipresencia de lo público, deberían también hacer los honores a la verdad. ¿Qué España van a construir sobre la mentira?
Es una obviedad que les encanta chapotear en todo lo contrario. Practican a las mil maravillas lo de que “la verdad también se inventa” (Antonio Machado). Esto es, se cocina en la despensa de la Moncloa, se difunde en los medios de comunicación que controlan, se sirve adulterada en múltiples mesas y, por ignorancia, error o malicia, es degustada con placer por bien pensantes ciudadanos y/o militantes, utilizados como cómplices. Así son las cosas, por mucho que nos duelan. Ya no entienden ni aceptan otra cosa que no sea el silencio y la resignación de los demás.
La campaña, sin duda, será sucia y rebosante de verdades inventadas, esto es, de mentiras. Ya hace días que se ha iniciado de hecho con esta tónica vergonzosa y nada constructiva. Un poco de memoria. ¿Acaso no han visto a Pablo repartiendo insultos y mentiras desde la sede de la vicepresidencia del Gobierno? ¿Acaso no han visto Sánchez, también desde la misma Moncloa, comportarse como un Illa o un Simón cualquiera o hace unos días, sin ir más lejos, anunciando el fin del estado de alarma y cantando las excelencias de la campaña de vacunación? ¡Habrase visto desvergüenza semejante!
Si se preguntase, como el prestigioso colaborador de Ultima Hora, Miquel Payeras, cuándo nos ha engañado con el plan de vacunación (el logro del 70% de inmunizados), la respuesta es muy sencilla : siempre. Sánchez ha usado todos los registros posibles: ‘en junio’, ‘a finales del verano’, ‘en verano’, o, como el otro día, ‘a finales de agosto’. ¡Verdadero inventor de verdades, esto es, verdadero fabricador de mentiras!
En todo este inmenso desmadre, llama la atención la actitud en general de la Iglesia en España. ¿Por qué calla y se resigna con la verdad inventada, que se impone sin derecho a réplica? ¿Qué está pasando? ¿Acaso está de acuerdo con el ambiente de división y enfrentamiento, que impregna la sociedad? ¿De verdad, no tienen nada qué decir acerca de la gestión gubernamental de la pandemia? Estoy convencido que su voz no sería escuchada por el Gobierno. Pero, al menos, evitarían el reproche de complicidad y, sobre todo, muchos creyentes se sentirían reconfortados. ¿Por qué no se comportan en sintonía con la denuncia profética que realiza Francisco? Motivos no les faltan.
La pura verdad, la que no se inventa, es que la fracasada operación en Murcia puede pasar a los libros de historia. Víctima de su odio a la oposición, Sánchez fracasó con estrépito. Desde entonces, aunque no se quiera reconocer, el panorama político ha cambiado radicalmente. Y el inventor de verdades no tiene otra opción que bajar a la arena. Se la va a jugar. La pura verdad, como ha subrayado Jesús Cacho, es que Él solito “adelanta dos años el proceso de concentración de una derecha ahora dividida. Él, quien, sin pretenderlo, otorga a los madrileños la oportunidad de rebelarse en las urnas contra un Gobierno que, por la vía de la confrontación y la división en bloques, pretende acabar con los mejores años de paz y prosperidad que ha conocido este país en siglos”. ¡Qué paradoja tan progresista!