¿Qué hacer como ciudadano llamado a las urnas el 10-N? Al ciudadano que ama la libertad

Elecciones 10N
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¿Qué hacer como ciudadano llamado a las urnas el 10-N? ¡Tú verás! No deberías olvidar, amigo ciudadano de a pie, que, ordinariamente, “las opiniones están sustituyendo a los hechos” (Rosell)

Una de las ideas claves, que marcaron y guiaron en su vida a muchos grandes hombres, fue, sin duda, la promesa evangélica según la cual "la verdad os hará libres" (Juan, 8, 32). Creyeron en ella y  rechazaron instintivamente la mentira y la falsedad, el aparentar lo que no se era (hipocresía). Fueron coherentes con lo que creían pues tales actitudes conducían de modo inexorable a la servidumbre y a la sumisión no debidas. Personalmente, nunca he podido entender la libertad sin la verdad, su condición ineludible. Sin libertad, no sabría vivir.

A partir de tan esencial convicción (amar la libertad), ya se pueden imaginar cómo se sienten los hombres libres en España (que los hay) ante el falsario espectáculo que nos ofrece a diario la clase política. Dentro de unos días (10-N), el protagonismo virará de sentido. Serás tú, amigo ciudadano, quien tenga la palabra definitiva. ¿Te vas a permitir, una vez más, el lujo de dejarte engañar y manipular?

Ante ese momento creativo, de grave responsabilidad social y política, lo primero que debes hacer consiste en pasar revista a la situación real en que se encuentra España. Desde la tramposa moción de censura (hoy día ya es un hecho indubitado), que aupó a Sánchez a la Presidencia del gobierno, la situación desde cualquier punto de vista ha ido de mal en peor. Haz un pequeño esfuerzo y recuerda algunos hitos del camino. Pero, sobre todo, valora la capacidad real y la garantía del actual PSOE y del gobierno Sánchez para dar estabilidad democrática al país, para no utilizar tan descaradamente al Estado para conseguir intereses personales o de partido, para orientar la economía en positivo (fuente única para hacer posible el bienestar de la gente), para no seguir enfrentando y tensando aún más la cuerda entre los españoles, para no exhumar también el guerra civilismo, para hacer que la Constitución sea la norma suprema de convivencia en todos y cada uno de los lugares (incluso Cataluña), para acabar con el inmoral adoctrinamiento en las escuelas, para terminar (¡ya está bien!) con la manifiesta politización de la justicia, para no aniquilar (descalificación mediática) al contrario  pues el pluralismo es real y positivo, para formar un gobierno sin los que buscan a toda costa la destrucción de España, para resolver la cuestión catalana si quien marca el paso es el separatista Iceta, para generar un mínimo de credibilidad y confianza ante la cambiante opinión de lo que dice abrazar, etc., etc. ¡Piénsalo un poco!

No cometas el error que acostumbras: creerte superior al resto y pensar que lo sabes todo. Ese es el camino seguro para a caer en la trampa de dar por buena unamentirosa concepción de la política: puro marketing, puro crear apariencias, puro faltar a la verdad con la finalidad de conseguir intereses partidistas, que casi nunca coinciden con el interés general. ¡Tú mismo! Si piensas de ese modo tan simple, no aportarás absolutamente nada para crear el futuro. Serás, por el contrario, víctima segura de la mentira, que se te ofrece como verdad liberadora. Con lo listo y sabio que te crees, todavía no has aprendido que  mentir o aceptar la mentira de otros es tanto como no atreverse a ser libre. ¡Qué pena!

Si todos los ciudadanos, que dicen amar la libertad, se tomasen la molestia de ser mínimamente  objetivos observadores de lo que está pasando, otro gallo nos cantaría. Se enterarían que hay grupos sociales, partidos políticos, publicaciones, tertulianos, medios de comunicación, redes sociales, televisiones y radios, que, con todos los matices que sean precisos, mienten y manipulan (presuntamente) la realidad de cuanto ocurre y no buscan el interés general. Es habitual encontrarse con que se tergiversan los términos de las cosas a fin de confundir a propósito al destinatario  (lector u oyente, votante). Es claramente perceptible que, en muchos casos, se sobredimensionan los hechos según interesa y se extraen infundadas consecuencias, siempre favorables (oh, qué casualidad) a sus particulares intereses. Todo cuanto propugnan o comentan en estos ámbitos tan manipuladores de la realidad es presentado y ofrecido, por supuesto, con un halo ético superior (¡no faltaba más!). No en vano se consideran poseedores de una sabiduría política y cultural únicas.  Dicen y ofrecen una cosa  (jaleada por los muchos medios afines) pero hacen otra, precisamente, la que ocultaron (también jaleada por los mismos medios). Es fácilmente detectable una doble vara de medir. ¿Con quién quieres estar y a quién quieres apoyar con tu voto?

¡Sé tú mismo! Déjate de lo que te proponen los medios de comunicación. Éstos, en general, no cumplen la función constitucional asignada. Dan mucha información al ciudadano, pero no le ofrecen aquello que le llevaría a enterarse de lo que realmente sucede. No facilitan, en consecuencia, una decisión objetiva y responsable a la hora de ir a votar. Los medios de comunicación -hablamos en general- sirven al poder establecido y no suelen contribuir “al desenmascaramiento de las mentiras y noticias falsas” (Rosell). Ni siquiera en asuntos tan capitales para la buena marcha de este país como el ‘procés’ en Cataluña, la ‘cuestión’ de Navarra, la nueva (y siempre vieja) apuesta del separatismo vasco (PNV y EH Bildu) y otros manifestaciones en esa misma dirección, que están prendiendo en Aragón, en Baleares, en Valencia, por impulso de la izquierda. ¿Qué hacer como ciudadano llamado a las urnas el 10-N? ¡Tú verás! No deberías olvidar, amigo ciudadano de a pie, que, ordinariamente, “las opiniones están sustituyendo a los hechos” (Rosell).

Todo lo anterior también es válido para el votante católico

Diría que con mayor razón, dado el modo habitual (hipocresías pura) con el que suelen expresarse los líderes católicos, los obispos. Siempre con la misma cantinela: el diálogo. Eso sí, sin comprometerse, sin iluminar a sus seguidores sobre la verdad de las cosas, sin oponerse en nada al poder que dirige este país. Incluso facilitándole a veces actitudes de enfrentamiento. No cambian: siempre a la solana del poder. Ahí, paciente ciudadano, no encontrarás la luz que te ilumine. No están, presuntamente, comprometidos con la verdad, ni con el esclarecimiento de todo aquello que se quiere ocultar al ciudadano. ¿A quién sirven en realidad? Guardan –cualquiera lo ha advertido- el más absoluto y cómplice silencio ante el adoctrinamiento en las escuelas en Cataluña, ante el infernamiento de la convivencia y ante la fractura social que se está impulsando en todo el país y especialmente en Cataluña, ante la violación en Cataluña del orden constitucional, etc., etcétera. ¿Qué les pasa? ¿Acaso piensan que esos valores no son dignos de defensa desde el Evangelio? Todos los obispos en España, aunque no presidan una Iglesia en Cataluña, son responsables de orientar a los fieles en esas y otras cuestiones. No hacerlo, como es habitual, tiene un nombre (corrupción de la misión). ¡Tú mismo, ciudadano que aspiras a seguir el proyecto de Jesús!

Para terminar estas simples reflexiones orientativas, voy a recordarte un ideario vergonzoso (que, sistemáticamente, se ha intentado ocultar), pero que, desde tiempos recientes, está, presuntamente, inspirando la acción política de Pedro Sánchez. Me refiero al discurso en el Congreso de los Diputados, el 7 de julio de 1910, en el que el fundador del PSOE, Pablo Iglesias, dijo explícitamente: “Mi partido estará en la legalidad, mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita, fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones”. ¿A que te suena? La vemos en la práctica diaria.

¡Piénsalo!, ciudadano que aspiras a ser y vivir en libertad. Después, se coherente y vota de acuerdo con tu personal convicción. Si lo haces así, no serás manipulado ni tampoco cómplice de lo que -estoy seguro- rechazas en el fondo de tu conciencia.

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