Una nueva forma de comprender la cristología del Nuevo Testamento dentro de su contexto judío Dios crucificado: monoteísmo y cristología en el Nuevo Testamento de Richard Bauckham
Lo contenido en este breve libro ha sido el resultado del estudio de muchos años en tres ámbitos relacionados: el judaísmo primitivo, el Nuevo Testamento y la Cristología a través del tiempo llegando hasta nuestros días
El autor, Richard Bauckham, nos informa de que el presente texto es una versión concisa de una nueva forma de comprender la cristología del Nuevo Testamento dentro de su contexto judío
El otro propósito que persigue este libro es mostrar que con la inclusión de Jesús en la identidad única divina también se nos muestra la identidad de Dios
Sostiene que el estudio actual del judaísmo del Segundo Templo en relación al monoteísmo ha errado cuando se han buscado precedentes en figuras intermedias semidivinas, y desde ahí se ha encajado a Jesús
Sin duda, estamos ante un especialista capaz de condensar muchas ideas fructíferas en un libro de 80 páginas justa
No me queda otra que recomendar este libro el cual debe ser leído de forma atenta y con una Biblia al lado. Las abundantes citas bíblicas deben ser consideradas a la par que se avanza en la lectura
El otro propósito que persigue este libro es mostrar que con la inclusión de Jesús en la identidad única divina también se nos muestra la identidad de Dios
Sostiene que el estudio actual del judaísmo del Segundo Templo en relación al monoteísmo ha errado cuando se han buscado precedentes en figuras intermedias semidivinas, y desde ahí se ha encajado a Jesús
Sin duda, estamos ante un especialista capaz de condensar muchas ideas fructíferas en un libro de 80 páginas justa
No me queda otra que recomendar este libro el cual debe ser leído de forma atenta y con una Biblia al lado. Las abundantes citas bíblicas deben ser consideradas a la par que se avanza en la lectura
Sin duda, estamos ante un especialista capaz de condensar muchas ideas fructíferas en un libro de 80 páginas justa
No me queda otra que recomendar este libro el cual debe ser leído de forma atenta y con una Biblia al lado. Las abundantes citas bíblicas deben ser consideradas a la par que se avanza en la lectura
| Alfonso Pérez Ranchal
Me concentraré en ilustrar un modo de leer los textos que pone bajo una nueva luz el carácter de la Cristología del Nuevo Testamento. En esta exposición, el entendimiento del Monoteísmo judío que he propuesto servirá como clave hermenéutica de cómo los textos del Nuevo Testamento relatan que Jesucristo es el Dios único del Monoteísmo judío. Nos permitirá ver que la intención de la Cristología del Nuevo Testamento es incluir a Jesús en la identidad divina única, a través de los textos, según la idea judía del tema. Los escritores lo hacen deliberadamente y de forma generalizada, al utilizar precisamente aquellas características de la identidad divina sobre las cuales el Monoteísmo judío se centraba en caracterizar a Dios como único. Incluyeron a Jesús en la soberanía divina única sobre todas las cosas, le identificaron con el nombre divino que denota la identidad divina única, y le describieron como merecedor de adoración que, para los monoteístas judíos, es un reconocimiento de la identidad divina única. De esta forma desarrollaron un tipo de monoteísmo cristológico como una continuación del anterior Monoteísmo judío, pero con la diferencia de que ve a Jesús como intrínseco a la identidad del único Dios.
Richard Bauckham
Lo primero que le llamará la atención al lector atento es la diferencia que existe entre el título que he colocado en esta reseña y el que aparece en la foto de la portada. La divergencia estriba en la frase de comienzo: Dios crucificado. Pero es así como realmente se llama este libro, algo omitido por error en la portada del mismo. Por ello, si al final te interesas por hacerte con él ten presente esto que apunto para no desorientarte.
Es un olvido relevante (de hecho, en el original inglés se llama únicamente así) ya que la frase además de atrayente es muy significativa siendo una de las claves a desarrollar en este libro, en particular el capítulo 3 está dedicado a este tema.
El presente libro se trata de la adaptación de unas conferencias dadas en 1996 por el autor en el British Isles Nazareth College en Didsbury, Manchester.
Bauckham nos informa de que el presente texto es una versión concisa de una nueva forma de comprender la cristología del Nuevo Testamento dentro de su contexto judío. El desarrollo más amplio de este tema lo llevaría a cabo en el futuro con un más extenso libro.
Sostiene que el estudio actual del judaísmo del Segundo Templo en relación al monoteísmo ha errado cuando se han buscado precedentes en figuras intermedias semidivinas, y desde ahí se ha encajado a Jesús.
Bauckham se va a enfocar en lo que ha llamado la «identidad» del Dios único israelita. Por ello, cuando se considera la cristología del Nuevo Testamento se evidencia que desde el primer momento de la experiencia postpascual, los cristianos incluyeron a Jesús dentro de esta identidad única de Dios. Al proceder de esta forma no violentaron ni deshicieron el monoteísmo judío, sino que en este período del Segundo Templo era posible proceder así sin salirse de sus parámetros.
Consecuentemente, se pone de relieve que desde el comienzo podemos hablar de alta cristología. Se trata más concretamente de cristología de la identidad divina, tal y como el autor apunta, en claro contraste a lo perteneciente a la esencia o naturaleza divina. De hecho, esto último no preocupaba ni era parte de la primera teología judía.
Esta Cristología –nos dice el autor- de la identidad divina no es un mero paso en el camino del desarrollo patrístico de la Cristología ontológica en el contexto de la Cristología trinitaria. Se trata ya de una Cristología completa, que mantiene que Jesucristo es intrínseco a la identidad única y eterna de Dios. Los Padres no lo desarrollaron tanto como para traspasarlo a un marco de trabajo conceptual construido sobre categorías filosóficas griegas de esencia y naturaleza (p. 10).
El otro propósito que persigue este libro es mostrar que con la inclusión de Jesús en la identidad única divina también se nos muestra la identidad de Dios. Esto significa que más allá de los típicos atributos de la deidad, y que tan bien reflejaron los Padres en la teología nicena, es parte de Dios el Jesús humano y sufriente, humillado y colgado en una cruz. Dios también ha revelado su identidad en la vida y pasión de Jesús.
El autor Richard Bauckham
El presente libro se articula en un prefacio y tres capítulos a los que le vamos a dedicar unas líneas para describirlos sucintamente.
Capítulo 1. Comprendiendo el monoteísmo judío primitivo
En la discusión actual de cómo Jesús llegó a ser reconocido como divino, y de la relación entre el judaísmo del Segundo Templo y la cristología, tenemos dos posturas principales.
La primera apunta a que este judaísmo sostenía un monoteísmo estricto sin posibilidad alguna de que alguien más pudiera ser reconocido como Dios. Por ello, cuando Jesús entró en el proceso de ser cada vez más reconocido como divino esto significó un rompimiento con el judaísmo; la segunda se enfoca en que en el judaísmo existían varias figuras mediadoras que aparecen con características divinas o son consideradas como semidivinas. Tales son los casos de ángeles principales o seres humanos exaltados. Desde aquí, y siempre con esta categoría intermedia, se desarrollaría la cristología en el NT todavía dentro de parámetros judíos.
Bauckham apunta que su posición diverge de las dos anteriores. Dicho lo cual, es correcto -como sostiene la primera posición- que el monoteísmo judío del Segundo Templo era estricto y, en desacuerdo con la segunda, no cree que realmente existiera esa categoría intermedia de seres y personas semidivinas. En todo caso aparecen como sirvientes exaltados, pero con una clara y total distinción entre Dios y sus criaturas. Por ello, Jesús no encajaría en esta inexistente categoría, sino que se trató de una identificación total con el único Dios verdadero del judaísmo. Tenemos textos en el NT que afirman esto.
Los judíos, sin duda, eran monólatras y para ellos este Dios era identificable, no era una abstracción ni algo destinado a discusiones de tipo teórico, o sobre su esencia y atributos (esto vendría después en el seno del cristianismo y se dio en algunos escritores judíos con influencia griega). Por supuesto que creían en estos atributos, pero para el judaísmo de este tiempo Dios era el que los había escogido, les había hablado, protegido y actuado a su favor en la historia. Esta identidad-identificación era pensada como si fuera humana, en donde Dios además tenía nombres, carácter y una historia propia. Esta forma de proceder era analógica y ellos lo sabían, pero se tomaban muy en serio este entendimiento de Dios. Esto se evidencia vez tras vez en el AT y en la literatura extrabíblica judía.
El autor apunta que el término «identidad» es suyo, y es en este concepto en donde el judaísmo del Segundo Templo basaba su creencia en Dios. «La identidad se refiere a quién es Dios, la naturaleza trata qué es Dios o la divinidad» (p. 19).
Capítulo 2. Monoeísmo cristológico en el Nuevo Testamento
En el capítulo anterior se expuso la esencia de monoteísmo judío del Segundo Templo.
La unicidad de la identidad divina se caracterizaba especialmente por dos rasgos: que Dios es el único creador de todas las cosas y que Él es el que las gobierna. A esta identidad única le corresponde la monolatría, la adoración exclusiva del único Dios así caracterizado. La adoración, en la tradición judía, es el reconocimiento de la identidad divina única y debe ser coherente con el que creó y gobierna todas las cosas, pero puede no serlo con otros seres, todos creados y supeditados al Dios verdadero (p. 33).
Desde aquí, y tomando también lo ya apuntado en relación a esas figuras mediadoras, es que el autor apunta lo que colocaba como cita al inicio de esta reseña, justo bajo el título, y que no repetiré aquí para aligerar la misma. Así que el lector hará bien que ir allí para refrescar la memoria.
Esto es una tesis sorprendente para la generalidad de los estudiosos de la cristología del NT ya que implica además una alta cristología desde los mismos inicios del cristianismo, antes de que el NT fuera escrito.
Desde siempre, los especialistas en este campo han considerado que la alta cristología no podía darse dentro del monoteísmo judío. Pero esto, según Bauckham, es un error generalizado. Los escritores del NT partieron de su herencia judía, y sin salirse de ella, incluyeron a Jesús en la identidad divina de tal forma que concluyeron que precisamente así se llegaba al cumplimiento de las promesas y creencias judías escatológicas.
Los intentos de colocar a Jesús en esas figuras intermedias y pensar que desde ahí se desarrolló la cristología no es la línea correcta de estudio para este autor. Esto sí que el judaísmo no lo habría aceptado al pasar estas figuras como semidivinas.
Desde el primer momento los textos del NT nos informan que Jesús fue exaltado por Dios tras su muerte, y colocado consecuentemente en el lugar más alto y en el mismo trono de Dios. Jesús así, y allí sentado con Dios, tenía y participaba del señorío de la deidad sobre todo el universo. Esto era algo sin ningún tipo de precedente, ni siquiera entre los ángeles más importantes.
Capítulo 3. Dios crucificado: la identidad divina revelada en Jesús
Hasta el momento el libro se ha centrado en el Cristo preexistente y en el exaltado, pero no ha tocado al Jesús terrenal. Ahora lo hará y se pondrá de manifiesto que aparecerá aplicadas a él otras características que pertenecen a la identidad divina del monoteísmo judío.
Los aspectos más profundos de la Cristología del Nuevo Testamento tienen lugar cuando la inclusión del Cristo exaltado y la identidad divina implica la inclusión del Cristo crucificado en esa identidad, y cuando se reconoce como revelación de Dios el patrón cristológico de humillación y exaltación, como la revelación definitiva de quién es Dios (p. 50).
El cristianismo primitivo que creía en esto buscó soporte en las Escrituras hebreas, y desde ahí es que escribieron los autores del NT. En este sentido había un bloque especialmente relevante, de entre todo el AT, que abarca Isaías 40-55. El propio vocablo «Evangelio» fue tomado de aquí, del 40:9.
El autor va a considerar a continuación tres ejemplos de cómo el monoteísmo cristiano «leyó» Isaías 40-55 para concluir que Jesús era la revelación final y escatológica de esta identidad de Dios. El evangelista Juan relacionará la identidad de Dios con la humillación de Jesús.
Bauckham nos informa que lo contenido en este breve libro ha sido el resultado del estudio de muchos años en tres ámbitos relacionados: el judaísmo primitivo, el Nuevo Testamento y la Cristología a través del tiempo llegando hasta nuestros días. Sin duda, estamos ante un especialista capaz de condensar muchas ideas fructíferas en un libro de 80 páginas justas.
Tengo que decir que su propuesta sobre la «identidad divina única» me parece muy brillante, y que encaja perfectamente con los datos que tenemos tanto del judaísmo del Segundo Templo como de la cristología primitiva contenida en el NT. Es más, creo que es indispensable que se tenga presente en la actual discusión cristológica lo que Bauckham sostiene. Por ello, y ante todo lo ya expuesto, no me queda otra que recomendar este libro el cual debe ser leído de forma atenta y con una Biblia al lado. Las abundantes citas bíblicas deben ser consideradas a la par que se avanza en la lectura. Por ello, si estamos pensando que en una tarde tenemos suficiente tiempo para su lectura es una idea errada.
Esto se traducirá en un estudio propio muy provechoso, tanto para profundizar en lo que el autor nos aporta como en una nueva o tal vez diferente forma de considerar textos que podríamos dar por conocidos. ¡Buen provecho!