'Nuevos ministerios en la Iglesia. Hacer de la necesidad una virtud' de Editorial San Pablo Emilia Robles: "El clericalismo hace que las comunidades no sean vivas y corresponsables"
"Lo opuesto al clericalismo es una concepción del ministerio, de los ministerios, como don recibido del Espíritu que se pone al servicio de la comunidad de manera amorosa y es reconocido por la Iglesia. Amar y servir, con verbos concretos, como dice Melloni. Nada de privilegios ni de castas superiores"
"Lo que aquí se plantea es que nos centremos en las comunidades, en las necesidades propias, particulares y en las que las vinculan a la Iglesia universal"
Nuevos Ministerios en la Iglesia. Hacer de la necesidad virtud
Lo que hay que erradicar de una vez por todas es que la valoración de un carisma, que alude a la máxima pobreza, vaya unido a poder, a prestigio, a sometimiento de las comunidades y de las personas, a abusos varios legitimados u ocultados
Yo creo que si la Iglesia española en su mayoría opta por transitar por estos caminos que nos propone el papa y el Vaticano II, tal vez no haya tantos bautizados o confirmados de los que luego no vuelven ya por la Iglesia, pero seguro que se pueden ir haciendo comunidades corresponsables y formadas
Lo prioritario no es buscar muchos curas, ni siquiera ordenar rápidamente a la gente, sino ver cómo funcionan las comunidades, que estén vivas y que se sientas unidas y que puedan caminar. Y que no les falte nunca la celebración de la eucaristía
Nuevos Ministerios en la Iglesia. Hacer de la necesidad virtud
Lo que hay que erradicar de una vez por todas es que la valoración de un carisma, que alude a la máxima pobreza, vaya unido a poder, a prestigio, a sometimiento de las comunidades y de las personas, a abusos varios legitimados u ocultados
Yo creo que si la Iglesia española en su mayoría opta por transitar por estos caminos que nos propone el papa y el Vaticano II, tal vez no haya tantos bautizados o confirmados de los que luego no vuelven ya por la Iglesia, pero seguro que se pueden ir haciendo comunidades corresponsables y formadas
Lo prioritario no es buscar muchos curas, ni siquiera ordenar rápidamente a la gente, sino ver cómo funcionan las comunidades, que estén vivas y que se sientas unidas y que puedan caminar. Y que no les falte nunca la celebración de la eucaristía
Yo creo que si la Iglesia española en su mayoría opta por transitar por estos caminos que nos propone el papa y el Vaticano II, tal vez no haya tantos bautizados o confirmados de los que luego no vuelven ya por la Iglesia, pero seguro que se pueden ir haciendo comunidades corresponsables y formadas
Lo prioritario no es buscar muchos curas, ni siquiera ordenar rápidamente a la gente, sino ver cómo funcionan las comunidades, que estén vivas y que se sientas unidas y que puedan caminar. Y que no les falte nunca la celebración de la eucaristía
Emi Robles lleva años luchando por un cambio en el paradigma en la Iglesia. Ahora, con Nuevos Ministerios en la Iglesia. Hacer de la necesidad virtud', editado por San Pablo, Robles quiere ir "más allá de los síntomas y de los parches" y acabar con el nuevo clericalismo, el de los laicos.
"Creo que al reto que tiene hoy la Iglesia de renovación en conversión al Evangelio y atención a las realidades concretas (y que incluye el tema de renovación de los ministerios), este libro le aporta la necesidad de ir más allá de los “síntomas” y de los “parches”", analiza la autora, que lamenta que "hoy nos estamos quejando del clericalismo de que todo gire en toro al cura, que tiene mucho poder y anula a la comunidad. Y de aquí se derivan además diferentes clases de abusos. Vemos que el clericalismo es una lacra, un cáncer que corroe a la Iglesia".
"Los “curas” tal como hoy los conocemos (que no es así desde el principio de la Iglesia) son Iglesia, pero no son los que hacen la Iglesia. Lo que hace a la Iglesia es la comunidad que se reúne en torno a Jesús y puede celebrar su Memorial cuando lo intenta vivir en lo cotidiano, con los demás", sostiene Emi Robles. "Y en la actual organización de la Iglesia esto sólo puede darse cuando hay un cura célibe, formado largamente en seminario y que habitualmente viene de fuera de la comunidad".
"El clericalismo hace que las comunidades no sean vivas y corresponsables. No forma a sus miembros atendiendo a los dones y carismas que el Espíritu puso en ellos, para que sirvan a la comunidad y a la Iglesia Universal", añade la autora que, en su libro plantea la necesidad de que "nos centremos en las comunidades, en las necesidades propias, particulares y en las que las vinculan a la Iglesia universal".
Es un libro un poco atípico en cuanto al formato. ¿Por qué?
Aparte de mi reflexión que se inspira también en muchos años de camino recorrido en Proconcil, en las reflexiones y comentarios de miles de personas de diferentes países, al final del libro, después de las entrevistas a cinco personas, teólogos, obispos, una religiosa que ahora es asesora de obispos, hablo de algunas experiencias concretas en América Latina, pero cuya inspiración también se ha puesto en práctica en otros continentes, como África.
En mi manera de entender cómo abordar este reto de la renovación ministerial hay dos planteamientos que me han servido de inspiración. Uno de ellos es la propuesta del obispo Lobinger. El otro es cómo se ha llevado a cabo con sus dificultades y oportunidades esa renovación ministerial inculturada en Chiapas, en la Diócesis de San Cristóbal de las Casas. Y de eso he querido hablar aquí.
Aquí el tema central no es “celibato si o no” “mujeres o sólo varones”. El tema central, la gran cuestión, que nos convoca a todos, es cómo -enganchando con la Tradición de Jesús y de las primeras comunidades y en comunión con la Iglesia- se encuentran nuevos caminos inculturados para la Evangelización; y cómo las comunidades diversas, en su territorio y con sus retos, pueden celebrar la Eucaristía, porque se sienten invitados a vivirla; y entregan sus vida para que la Eucaristía sea realidad.
¿Tiene esto alguna relación con el Sínodo de la Amazonía?
El objetivo central del Sínodo de la Amazonía es ver si la Iglesia puede contribuir a hacer realidad la Laudato Si en la región Panamazónica, en cada comunidad concreta, con las personas que viven allí.
Analizando lo que conserva y mejora la vida y lo que atenta contra ella.
Ellos son los protagonistas del Sínodo. A nosotros también nos afecta y compromete, de manera indirecta por ser la Panamazonía uno de los “pulmones del planeta”. Por la comunión de los santos, que nos vincula y también porque podemos aprender, con ellos, cómo hacer una Iglesia más sinodal.
El tema central del Sínodo no son los ministerios. Son las nuevas formas de evangelización. Y por eso, necesariamente ligado a esto, se va a hablar de los ministerios, de nuevos ministerios y de una renovación actualizada por el Evangelio Vaticano II y por el propio territorio en escucha orante al Espíritu, del sentido de los ministerios. El planteamiento que ya se percibe en el Instrumentum Laboris del Sínodo va en esta “onda”.
¿Si hay presbíteros no célibes será una desvalorización del celibato?
Hay quienes quieren situar la cuestión como una posible devaluación del celibato, pero es todo lo contrario. El celibato, como carisma y como don, muy valorado por la Iglesia, puede quedar incluso revalorizado con la existencia de otros “presbíteros” no célibes que viven con sus familias, trabajan y cooperan a tiempo parcial.
Lo que hay que erradicar de una vez por todas es que la valoración de un carisma, que alude a la máxima pobreza, vaya unido a poder, a prestigio, a sometimiento de las comunidades y de las personas, a abusos varios legitimados u ocultados.
Porque esto sigue ocurriendo en confesiones que tienen dos formas de presbítero y, a veces una de ellas, constituye una casta superior, que puede acceder a privilegios. Tenemos que aprender con ellos a no caer en ese error.
El grito en el que nos tenemos que encontrar es “¡Eucaristía, si, para todos y ya!” porque los nuevos caminos de evangelización exigen que la Buena Noticia llegue a todos y que nos comprometamos en las causas del Reino, que en cada lugar pueden tener diferentes expresiones. Y que esa evangelización que tiene su culmen en la Eucaristía sea real, en compromiso con la Vida, no como un rito mágico, vacío que se desvincula del compromiso con la vida y con los otros desde el Memorial de Jesús, que une su vida, su muerte y su resurrección.
¿Cómo ves la Iglesia en España?
A grandes rasgos y sin entrar en detalles. En cada país, la Iglesia ha crecido vinculada a una historia concreta, a unas tradiciones, a unos conflictos políticos o religiosos.
En España tenemos el enorme peso del nacional-catolicismo. Esto no es un tópico. Es una realidad que muchos hemos vivido.
Eso ha favorecido la existencia de un clericalismo muy fuerte vinculado al poder y a la presión social, a la represión, incluso.
Excepciones, cierto. Muy interesante la de la Iglesia de la Transición, intentando crear puentes de un lado y tan dividida como lo está hoy a nivel mundial.
Hay quienes quieren apartarse de esto y quienes desearían perpetuarlo. Incluso hay quien entra en negocios y quiere hacer de la Iglesia “su negocio”.
Pero, aparte de esos intentos, que por supuesto existen, de hacer una Iglesia en la línea que hoy propone Francisco, no se ha podido desarrollar suficientemente un laicado activo, comprometido, organizado que colabora con otros sectores desde su especificidad y que se siente Iglesia.
Y esta es una rémora que nos llevara décadas superar, porque para muchos en España, la Iglesia era “cosa de curas y obispos”.
E incluso a los movimientos que se preocupaban de la Justicia social, se les inculcaba que no se metieran en la tarea de renovar la Iglesia. Que por ahí se podía colar, el enemigo…
Si la formación tradicional de un sacerdote lleva mucho tiempo, aún lleva más la formación de comunidades vivas y corresponsables, sobre todo cuando no hay tradición inmediata de la que poder beber.
Difícil, pero “para Dios no hay nada imposible”, esa es nuestra esperanza. Y al mismo tiempo, como dice el refrán español: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
Yo creo que si la Iglesia española en su mayoría opta por transitar por estos caminos que nos propone el papa y el Vaticano II, tal vez no haya tantos bautizados o confirmados de los que luego no vuelven ya por la Iglesia, pero seguro que se pueden ir haciendo comunidades corresponsables y formadas, en las que los ministerios de servicio real pueden florecer mejor. Tampoco habría tantas brechas entre fieles de a pie y Jerarquía y si que habría menos pecado contra el Espíritu, al que algunos ahogan, cuando no reconocen sus dones y Le cortan sus rutas.
Y, sin duda, más diálogo ecuménico e interreligioso real.
Ese cisma silencioso, del que hablabas, a mí me preocupa mucho, sobre todo en Europa, en las nuevas generaciones, que ya no debemos dar por hecho que sabemos determinadas cosas. Esa cultura religiosa, ya, nuestros hijos probablemente no la tengan igual que la hemos tenido nosotros o vuestra generación. ¿Cómo se sale de ese cisma silencioso en Europa? ¿Es posible, o esa generación ya se ha perdido? ¿O ese trabajo ya está perdido para las nuevas generaciones?
Creo que hay muchas personas, comunidades, que se están perdiendo. Y se están perdiendo por el tema de abusos, en general. Hay cosas que son irrecuperables. Y yo por eso siento tanto dolor y creo que hay que comprometerse con la renovación de la Iglesia. Me parece que como discípulos misioneros hay una tarea. Si la gente, por un proceso que no es de rebote contra la Iglesia, de repente descubre otra espiritualidad o necesita otra espiritualidad..., bueno; cada uno busca sus caminos y se pueden encontrar desde muchos lugares. Pero, lo que me parece triste es que la gente se marche porque lo que ve es que la Iglesia se aleja de Jesús. En realidad, ellos no se alejarían del mensaje del Evangelio. Y a muchos de los jóvenes que buscan espiritualidad por otro lado, no les suena mal el mensaje del Evangelio.
Me preocupa y creo que hay una necesidad de plantear estas cosas sin demora, porque ya no solamente es a cuántos vamos a llegar, sino a cuántos estamos perdiendo, sencillamente, porque la Iglesia no llega a mostrar el rostro de Jesús.
Ahora ha saltado todo por el tema de los abusos, de la pederastia, y eso es una cosa horrorosa, además de delictiva. Pero, ¿y los abusos de poder? ¿Y los abusos sobre las conciencias que se han venido haciendo en los pueblos? ¿Las cosas que han hecho los misioneros? Piensas, «¡madre mía!, cuánta gente ha muerto angustiada, lejos del mensaje de gozo y de esperanza».
La concepción de pecado y de poder.
Gira todo en torno a un clericalismo que lo que hace es un abuso de la autoridad, porque piensa que mantener una determinada estructura es lo que mantiene la Iglesia.
Como tú decías, es verdad que antes sabíamos las Obras de Misericordia, los Pecados Capitales... ¿Eso nos hacía más cristianos de fondo? Pues, por lo que vemos hasta ahora, no. Es importante conocer esto, pero yo creo que se puede ser cristiano aunque no se sepa uno de memoria todas las cosas. En cambio, no se puede ser cuando se sabe todo de memoria y no se practica. Y además, ¿por qué ha llegado eso tanto a la gente? Porque muchas veces ha ido aliado a un poder político, como por ejemplo en España, que lo ha promocionado: tú estudiabas el reino animal, vegetal y mineral y la resurrección de Jesús.
La propia estructura funcionarial de la Iglesia no se entiende sin su ligazón al Imperio. Incluso los nombres: el obispo, la diócesis, son términos civiles de Roma.
Claro. Y, aparentemente, es un triunfo: “es que aquí toda la gente se bautiza...” Pero, ese el triunfo es que verdaderamente va habiendo comunidades vivas que celebran de verdad, pero no solo en la Iglesia, sino en la calle, en la convivialidad que celebra la eucaristía por los demás. Entonces, yo creo que a eso es a lo que habría que aspirar, aunque sea más lento o, tal vez, más minoritario.
Tú no hablas de cultura, sino de ir evolucionando.
Sí, sobre todo de un cambio. Un cambio muy grande que ni siquiera nos lo podemos imaginar porque tendríamos que cambiar todos en nuestra propia conciencia. Exige una conversión y yo creo que las ciencias sociales nos aportan cosas, por ejemplo, la resolución de conflictos, la mediación. Nos aportan cosas que podemos aprender pero no lo hacen todo. Es decir, claro que es muy importante que nos alejemos de las posiciones, por ejemplo de 'celibato sí, celibato no'. Eso son posiciones. Ahora, ¿qué nos importa a todos? ¿Que las comunidades celebren al eucaristía, que tengan una vida verdaderamente eucarística? ¿Cómo lo hacemos? Creo que ese es el camino.
Quería que me comentaras, aunque sea brevemente, los cinco diálogos que mantienes en el libro, que a mí es lo que más me ha interesado. Con algunos amigos de esta casa, además: Víctor Codina, María Luisa Berzosa, Antonio José de Almeida (a quien no conocía), Manolo Herrero, que es el obispo de Palencia y Lovinger, del que ya has escrito en más de una ocasión. ¿Qué aporta a este debate de los nuevos ministerios, cada uno de ellos?
Te diría que Víctor Codina insiste mucho en la sinodalidad. Él, por ejemplo, aparte de que hable de cosas de la historia, cómo fue, etc., pone un énfasis en el tema de la importancia de la sinodalidad. Luego, María Luisa Berzosa, dentro también de la sinodalidad, habla de la importancia de la participación y de la diversidad.
Es una de las pocas que ha logrado entrar en la Secretaría General del Sínodo.
Y es un poco la contradicción esta de lo de las mujeres, que ya se planteado muchas veces en la Reunión de Superioras Generales. Había hasta una diferencia de cuánto tiempo hablaba el Papa con los superiores generales y cuánto dedicaba con las superioras.
Y si sentaba el superior junto al Papa o enfrente.
Claro. Entonces, ella insiste en esto.
Antonio José de Almeida es un teólogo y profesor en Brasil que ha viajado mucho y le llama mucho el tema de los ministerios. Ha tenido experiencias de comunicaciones con muchas comunidades, incluso de las que están en la Amazonía, pero también de otros lugares. Además, ha estudiado mucho en la propuesta de Lovinger, en esa dirección de cómo se concretarían más. Apunta mucho a la historia: cómo fue, qué pasaba con las comunidades paulinas, porque todas las comunidades paulinas eran autoministrables; ninguna se encontraba con que no podía celebrar la eucaristía. No tenía que venir un señor de fuera, que es algo en lo que también insiste Lovinger, porque es un poco lo mismo.
Y con Manuel Herrero pensé que era importante hablar con un obispo que no sea emérito. Lo conocía porque había estado ya dos veces con él en Palencia y también es religioso, es agustino. Le pregunté qué le parecía a él todo este tema. Creo que lo que aporta es la sencillez de que hay que ir escuchando sin demasiadas barreras lo que se va planteando en la Iglesia. Que ve el enriquecimiento que supondría que, progresivamente, se incorporen tanto personas casadas como mujeres a diversos ministerios tal como Roma lo vaya admitiendo. Expresaba también lo que significa la cercanía a las comunidades, porque yo creo que es un hombre que está muy pendiente de los curas, pero también de las comunidades, está visitándolas y está viendo. Y ahora, allí tienen el tema de las unidades pastorales, porque luego está lo de la despoblación también.
Ese es otro reto, claro.
Lo de la España vacía, que hay muchos pueblos de Palencia que se van quedando sin gente. Y ver cómo, poco a poco, la gente puede seguir celebrando la eucaristía.
Y por último, a Lovinger lo conocemos más porque hemos trabajado con él y creo que lo principal de su propuesta es un poco todo lo que hemos diciendo. Yo he intentado aquí reflejar esa eclesiología que se plantea de la centralidad de las comunidades donde el ministro es un servidor de la comunidad que está siempre en diálogo con Roma también, pero la comunidad es la que tiene que participar. Creo que a Lovinger lo que le da miedo y le apena es cómo se han hecho de pasivas las comunidades. De dependientes, donde no solamente es clerical el clérigo, también la comunidad.
Que no hace nada sin 'el permiso de'.
Lo prioritario no es buscar muchos curas, ni siquiera ordenar rápidamente a la gente, sino ver cómo funcionan las comunidades, que estén vivas y que se sientas unidas y que puedan caminar. Y que no les falte nunca la celebración de la eucaristía. Ese es el resumen.
Es lo fundamental y lo que nos envía a seguir cambiando el mundo y construyendo el Reino aquí.
'Nuevos Ministerios en la Iglesia. Hacer de la necesidad virtud', editado por San Pablo, de Emilia Robles Bohorquez. Emi, muchísimas gracias. Un placer.
A ti, Jesús.
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