El nombre de Taizé evoca en muchas personas, ante todo, un tipo de música o un estilo de oración. Y es que los cantos de la Comunidad de Taizé, conocidos por su sencillez y su carácter contemplativo, se han difundido por todo el mundo desde esa aldea francesa donde tienen su origen, y son entonados por personas de distintas tradiciones cristianas en todos los continentes.
Otros conocen Taizé como lugar de peregrinación que reúne cada año a innumerables jóvenes de todo el mundo, para algunos, los escritos del fundador son lo primero que les viene a la mente, para otros, es la simple existencia de una pequeña comunidad que reúne a hermanos de diferentes denominaciones cristianas en una sencilla vida común enraizada en la tradición monástica.
Los escritos del Hermano Roger son como su alma: sencillos, místicos, transparentes. Sobre sus obras dijo el arzobispo de Lyón, Pierre Gerlier, que "nada más evangélico hubiera podido escribirse. Nada más atinado y nada más humano".