El decano de Derecho Canónico de la UPSA publica 'Sinodalidad' en la editorial Sígueme José San José Prisco: "Este proceso sinodal es irreversible, es un momento de gracia"
"Todos los que estamos involucrados en la vida de la Iglesia esperamos mucho de este proceso iniciado por el papa Francisco, que supone una verdadera puesta al día de la doctrina sobre la Iglesia propuesta por el Concilio Vaticano II"
"El criterio de las mayorías no es el que determina la verdad y por eso mismo no puede ser el último recurso en la toma de decisiones. Serán vinculantes las propuestas que respondan mejor al Evangelio leído en desde la Tradición y adaptado al momento presente. No hay otro modo"
"Sí se pueden crear frustraciones en algunos grupos en particular por la impaciencia de no obtener resultados inmediatos, pero no creo que sea el modo de sentir de la mayor parte de los fieles"
"Los laicos activos en las comunidades están haciéndose cargo de su vocación y misión en la Iglesia, y quieren colaborar de forma proactiva. Esta llamada a implicarse en el proceso sinodal ha despertado en muchos el deseo de hacer algo más, ha abierto nuevos horizontes"
"Sí se pueden crear frustraciones en algunos grupos en particular por la impaciencia de no obtener resultados inmediatos, pero no creo que sea el modo de sentir de la mayor parte de los fieles"
"Los laicos activos en las comunidades están haciéndose cargo de su vocación y misión en la Iglesia, y quieren colaborar de forma proactiva. Esta llamada a implicarse en el proceso sinodal ha despertado en muchos el deseo de hacer algo más, ha abierto nuevos horizontes"
Cuando la Iglesia universal se encuentra embarcada en la ilusionante tarea de escucha y reflexión de cara a la asamblea sinodal de 2023, José San José Prisco alumbra Sinodalidad. Perspectivas teológicas, canónicas y pastorales (Editorial Sígueme), en donde este sacerdote vallisoletano, miembro de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, trata de "dar luz sobre lo que es la verdadera y falsa sinodalidad".
- Su libro sale en un momento muy oportuno, cuando la Iglesia universal está embarcada en un proceso sinodal sobre la sinodalidad. ¿Estamos viviendo en este sentido un momento histórico? ¿Qué espera usted de él?
- Creo que todos los que, de una manera o de otra, estamos involucrados en la vida de la Iglesia esperamos mucho de este proceso iniciado por el papa Francisco y que supone una verdadera puesta al día de la doctrina sobre la Iglesia propuesta por el Concilio Vaticano II. Personalmente, espero que los esfuerzos importantes que se están haciendo a todos los niveles logren poner en marcha un proceso de conversión personal e institucional que ponga de manifiesto el verdadero rostro de la Iglesia. Pero soy consciente también de que será un proceso largo y cuyos frutos no se verán inmediatamente.
- ¿Qué nos enseña su libro de todo esto?
- Precisamente en la lectura de este proceso que hago desde mi libro trato de dar luz sobre lo que es la verdadera y falsa sinodalidad, estudiando el tema desde el punto de vista de la historia de la teología y del Derecho Canónico y sacando las consecuencias para la transformación de algunas estructuras ya existentes, muchas de ellas también fruto del Concilio, y la consolidación de nuevas formas del ejercicio del gobierno en la Iglesia.
- Desde luego, la sinodalidad no es nada nuevo en la historia de la Iglesia, pero, ¿qué había hecho con ella la Iglesia hasta ahora?
- Durante el primer milenio, la forma sinodal de gobierno era más común en la vida de la Iglesia, aunque no podemos decir que fuera exactamente en todos los términos lo que entendemos hoy por sinodalidad. El segundo milenio supuso una centralización grande de la autoridad en la figura del Papa y subsidiariamente en los Obispos, seguramente justificada por la pugna entre el poder civil y el poder eclesiástico y la necesidad de este de reivindicar su supremacía y autonomía. El Concilio supuso un cambio copernicano en la reflexión sobre la Iglesia desde el momento en que emergieron las categorías de pueblo de Dios y de comunión, subrayando la igualdad esencial de todos los fieles y la responsabilidad compartida en la única misión.
- De cara al exterior, ¿qué puede mostrar al mundo una Iglesia sinodal?
- El deseo de hacer más profética nuestra presencia en la sociedad, mostrando al mundo que es posible la fraternidad, el reconocimiento del otro, la escucha mutua. Mostrar al mundo que la función de gobierno no es el mero el ejercicio coactivo del poder, sino un servicio para que cada uno pueda crecer como persona, ayudando a los otros y dejándose ayudar por otros.
- ¿Y ad intra?
- Seguramente lo más importante será un cambio en el modo de concebir la participación en la misión de la Iglesia, que ya no puede ser entendida como una obligación de la jerarquía desde el momento en que se reconoce la rica diversidad y complementariedad de carismas y ministerios, de estados de vida, y se valora la necesaria aportación de todos, integrando la diversidad. Y, al mismo tiempo, un modo de proceder distinto en la toma de decisiones, donde es más importante el modo cómo se hacen esas decisiones (decisión making), desde la escucha mutua y el discernimiento, que la misma decisión (decisión taking).
- ¿Qué impresión tiene sobre la acogida que se está dando, a nivel general, a esta fase sinodal en la Iglesia en España?
- Mi impresión es positiva. Había que comenzar con esta nueva forma de proceder en la Iglesia y se ha abierto el camino de forma decidida. La falta de experiencia en este campo ha puesto de manifiesto algunas carencias, pero no hay que contabilizarlo como problema sino como acicate para mejorar en el futuro.
- Un proceso de consultas como este, ¿cree que puede acabar de forma frustrante para una parte de la Iglesia?
- No lo creo. Es la primera vez que hay una participación universal y organizada y seguramente se perfeccionará en el futuro. En sí misma, esta iniciativa de consultar es ya de gran importancia. Y lo será más en el día a día de la vida de las Iglesias particulares. Los resultados se irán viendo con el tiempo. Sí se pueden crear frustraciones en algunos grupos en particular por la impaciencia de no obtener resultados inmediatos, pero no creo que sea el modo de sentir de la mayor parte de los fieles.
- ¿Hasta qué punto las aportaciones recogidas en las diócesis, en las Iglesias particulares y luego enviadas a han de ser vinculantes? ¿Serían vinculantes las aportaciones llegadas de forma mayoritaria o podrían chocar con el derecho canónico y/o la tradición?
- La consulta es solo el primer momento del proceso sinodal. Es importante, porque revela lo que el Concilio denomina el sensus fidei, el sentido sobrenatural de la fe que está en el Pueblo de Dios, sin olvidar que este puede ir mezclado con la opinión pública, que no tiene por qué ser evangélica. Por esto mismo, todas las aportaciones recogidas han de ser sometidas a un ejercicio de discernimiento, como insiste tantas veces el papa Francisco, para separar el grano de la paja y, finalmente, tomar las decisiones que respondan mejor al evangelio.
El criterio de las mayorías no es el que determina la verdad y por eso mismo no puede ser el último recurso en la toma de decisiones. Serán vinculantes las propuestas que respondan mejor al Evangelio leído en desde la Tradición y adaptado al momento presente. No hay otro modo.
- ¿Se entendería que a partir de ahora esta forma de ser y hacer Iglesia volviese a ser arrinconada?
- Creo sinceramente que el proceso sinodal es un momento de gracia donde se ve con claridad la acción del Espíritu Santo que conduce a la Iglesia, y es irreversible.
- Según datos aportados por la Conferencia Episcopal Española, la implicación de los laicos ha sido, además de mayoritaria, más entusiasta que la de los sacerdotes. ¿Cree que estos se explica por una mera cuestión numérica?
Es una razón, seguro, pero no la única. Los laicos activos en las comunidades están haciéndose cargo de su vocación y misión en la Iglesia, y quieren colaborar de forma proactiva. Esta llamada a implicarse en el proceso sinodal ha despertado en muchos el deseo de hacer algo más, ha abierto nuevos horizontes, ha traído esperanza. Y por eso la respuesta ha sido tan positiva.
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