PREPUBLICACIÓN: 'Adultos vulnerados en la Iglesia' de Paula Merelo Romojaro en San Pablo "Sabía que nadie me creería si trataba de acudir a alguien y pedir ayuda: yo era una mujer adulta y él era… 'él'"
Ofrecemos, en exclusiva, un extracto del testimonio de una víctima de abusos sexuales, recogida en el libro 'Adultos vulnerados en la Iglesia' (San Pablo), un trabajo de investigación con datos estadísticos que saldrá a la venta la próxima semana y que ya puedes adquirir, en pre-venta, en La Tienda de RD
"Pero no es solo su regreso, es, sobre todo, el hecho de que esta persona, que ha abusado de mí […]; que ha utilizado sus manos para mancillarme hasta lo más profundo del alma, vaya a poder subirse a un altar y, con esas mismas manos, consagrar públicamente, presidir la eucaristía"
"El texto de Paula Merelo Romojaro aborda un tema amplio y complejo cuyo análisis enfrenta obstáculos culturales, sistémicos e individuales" (del prefacio de Hans Zollner)
"Claro que nadie puede considerarse un santo justiciero ni en este ni en ningún terreno; pero hay que repetir, aunque parezca del todo inútil, que es un espanto intentar justificar el mal como medio imprescindible para preservar el bien" (del prólogo de Miguel Baró)
Consigue en preventa exclusiva 'Adultos vulnerados en la Iglesia' a través de La Tienda de RD
"El texto de Paula Merelo Romojaro aborda un tema amplio y complejo cuyo análisis enfrenta obstáculos culturales, sistémicos e individuales" (del prefacio de Hans Zollner)
"Claro que nadie puede considerarse un santo justiciero ni en este ni en ningún terreno; pero hay que repetir, aunque parezca del todo inútil, que es un espanto intentar justificar el mal como medio imprescindible para preservar el bien" (del prólogo de Miguel Baró)
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Ya era mayor de edad cuando los hechos ocurrieron. Independiente, con estudios, trabajo y salud, no encajaba para nada con el concepto de adulto vulnerable que define el Código de Derecho Canónico. Era una persona muy comprometida con mi fe e implicada en distintos ámbitos.
[…] Se fue tejiendo una relación de confianza[…] Nunca hubo violencia, al revés, con extrema delicadeza, poco a poco, fue saltándose todas las líneas rojas de una relación de cuidado espiritual de las que él debía ser el principal garante. Y siempre lo hacía metiendo a Dios en el relato, utilizándole a Él para justificar esa caricia, esas manos que unas veces bendecían y otras mancillaban.
[…] Sabía que nadie me creería si trataba de acudir a alguien y pedir ayuda: yo era una mujer adulta y él era… “él”, imposible pensar que hiciera algo semejante. Seguro que todos pensarían que yo era también responsable. ¡Qué daño nos hace a las víctimas esa ambigüedad en los roles y las responsabilidades! ¡Cuánto sufrimiento al cargar sobre nosotras la losa de la culpabilidad y la vergüenza! ¡Cuántas lágrimas y cuánto trabajo nos cuesta reconocer que no somos culpables de lo que ocurrió!
Jamás pensé que el hecho de denunciar, lejos de ayudarme a cerrar una herida, abriría un infierno que, a día de hoy, sigue siendo como sal en la llaga, manteniéndola abierta y, lejos de permitir que sane, ahondando el dolor y la sangría
[…] Jamás pensé que el hecho de denunciar, lejos de ayudarme a cerrar una herida, abriría un infierno que, a día de hoy, sigue siendo como sal en la llaga, manteniéndola abierta y, lejos de permitir que sane, ahondando el dolor y la sangría.
[…] Que el victimario haya regresado a España y pueda retomar su vida pública reabre en mí una parte de la herida que, con la distancia y el tiempo, había comenzado a quedar latente. Pero no es solo su regreso, es, sobre todo, el hecho de que esta persona, que ha abusado de mí […]; que ha utilizado sus manos para mancillarme hasta lo más profundo del alma, vaya a poder subirse a un altar y, con esas mismas manos, consagrar públicamente, presidir la eucaristía.
[…] Su falta ha sido, según han querido entender, confesar a su amante. Porque sí, estimado lector, lamentablemente, parece que, a nuestra Santa Madre Iglesia, de acuerdo con su Código de Derecho Canónico, en estos casos, solo le importa la defensa de la sacralidad de los sacramentos, la inviolabilidad de la dignidad humana, esencialmente sagrada, es secundaria.
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