"Soy un preso, sí, y Jesús de Nazaret camina conmigo..." Carlos Osoro publica sus diálogos con reclusos del Soto del Real en su nuevo libro 'Mi maestro fue un preso'
El arzobispo de Madrid recoge 49 cartas personales e íntimas de los internos y responde a cada una invitando al lector a asistir a un diálogo rico y hondo en torno a reflexiones desde la cárcel
El amor, la fe, el perdón, el sentido de la vida y la condición del ser humano para retomar el camino extraviado son algunas de las reflexiones que se desprenden de las cartas
El libro persigue un doble objetivo: que los presos se sientan orgullosos de que su testimonio también puede inspirar con sus luchas a otros; y que los lectores puedan intuir, más allá de etiquetas y prejuicios, la realidad compleja, humana y comprensible de quienes han acabado privados de libertad y cumpliendo condena
El libro persigue un doble objetivo: que los presos se sientan orgullosos de que su testimonio también puede inspirar con sus luchas a otros; y que los lectores puedan intuir, más allá de etiquetas y prejuicios, la realidad compleja, humana y comprensible de quienes han acabado privados de libertad y cumpliendo condena
(Grupo de Comunicación Loyola).- 'Mi maestro fue un preso' es el nuevo libro del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, publicado por el sello Sal Terrae de Grupo de Comunicación Loyola. En él recoge 49 cartas anónimas de los reclusos de la prisión de Soto de Real y las responde una a una, invitando al lector a asistir a un diálogo rico y hondo entre ambos.
Cada carta es un breve testimonio desde la cárcel. Textos donde afloran las cuestiones más humanas: amor, familia, perdón, fe, el sentido de la vida y la condición del ser humano para retomar el camino extraviado.
Para la creación de este libro, un Jueves Santo, durante los oficios, les invitó a escribir con sus propias palabras sobre aquello que les preocupara más o era más importante y se lo enviaran. Ahora, responde a las cartas recogiendo contenidos, reflexiones, homilías e ideas que ha ido formulando al querer llevar una buena noticia a la cárcel. Reconstruye estos microdiálogos y los saca a la luz para lograr un doble objetivo: que los presos se sientan orgullosos de que su testimonio también puede inspirar con sus luchas a otros; y que los lectores puedan intuir, más allá de etiquetas y prejuicios, la realidad compleja, humana y comprensible de quienes han acabado privados de libertad y cumpliendo condena.
El sacerdote, natural de Castañeda, Cantabria, 1945, ha vivido su vocación pastoral primero en su comunidad natal y después como obispo en Orense, en Oviedo, en Valencia y en la actualidad en Madrid. Desde el principio, ha sentido la preocupación por no olvidar a quienes están en los márgenes, en especial, a quienes viven en la cárcel.
Primero se comprometió con los jóvenes que salían del reformatorio de Torrelavega abriendo la ‘Casa de los Muchachos’ donde ofrecer hogar y familia. “Todo ello me hizo más sensible a escuchar el grito de quienes viven en esta tierra pidiendo la ternura del evangelio”, narra en la introducción. Estrechó los vínculos con el mundo de la cárcel cuando fue nombrado obispo de Orense por Juan Pablo II. Y ha continuado tendiendo una mano a “quienes padecen esa enfermedad de la sospecha de los demás y necesitan la medicina de la confianza, la cercanía y el cuidado” hasta la actualidad, que le lleva hasta al Soto del Real.
Entre las epístolas de los reclusos recibió la inspiración para el título de su obra: Mi maestro fue un preso. El interno escribió de su puño y letra: “Soy un preso, sí, y Jesús de Nazaret camina conmigo. Desde el prendimiento en el huerto de los Olivos hasta que muere en la cruz, mi maestro fue un preso. Que se escandalice el orbe, pero esto es lo que leo y creo. Prendido, detenido, torturado, encarcelado, juzgado, condenado y ejecutado sumariamente en horas, ni siquiera muchas. Lo dicho: un preso”.
En el epílogo, Osoro cierra este hilo de reflexiones: “Hoy puedo decir que mi maestro fue un preso porque me habéis convencido de que hay que prescindir de la expresión valores innegociables y poner a toda la Iglesia y al pastor en contacto con la realidad humana, incluso con sus aspectos más dolorosos y problemáticos”.
¿Cómo surgió la idea?
«Un día en que visitaba a los internos en Soto del Real había un partido de fútbol que retransmitían por canales de pago. No podían verlo. Entonces comencé a decirles en broma que por qué no buscábamos algún medio para conseguir el dinero para los canales de pago. Y les propuse escribir juntos un libro. Ellos hablarían, y yo respondería. La acogida fue tan buena que lo que surgió como un comentario en broma, de golpe se volvía un proyecto posible. Les dije entonces que escribieran sobre lo que a ellos les preocupaba o sentían que era importante, que se lo entregaran al P. Paulino y con sus aportaciones y mis respuestas haríamos un libro».
Introducción
«Depende del día, cuando estoy en la celda suelo sentir emociones variadas. Si me acerco a Dios a través de la palabra o la oración, reflexiono, crezco. Si me alejo de Dios y voy al ego, pues lo típico... egoísmos, tele, comer, frustraciones, penas».
(pag. 30).
«La sed de justicia no es lo mismo que el resentimiento. El resentimiento anula la capacidad de amar y nos enemista con la vida, es vivir en el odio y reclamar una venganza infinita. Convertirse de víctima en verdugo.
La sed de justicia es distinta. No anula la capacidad de amar y puede ser saciada, pues busca el equilibrio, el fin del abuso, y no su perpetuación.Mt 4,6.
Se trata de un llamado a la paciencia y la esperanza. También insistió Jesús en favor del perdón como
la única forma de reconciliarse con la vida, de salir de la madriguera de la amargura».
(pag. 38)
«La vida aquí dentro, muchas veces estamos nerviosos ya que todos tenemos nuestros propios problemas, pero mi experiencia personal me ha enseñado que si bien en ocasiones resulta difícil, el camino de la misericordia es la única vía para encontrar la paz y la luz en este mundo paralelo a la sociedad y tenebroso en el cual estamos obligados a convivir. Y digo esto porque nadie sabe qué problemas tiene el prójimo ni con qué situaciones lidia o ha tenido que lidiar ese que se te cuela en la cola del economato o que llama dos veces seguidas en la cabina, nadie sabe».
(pag.47-48)
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