Se inicia la 38ª Asamblea General del CELAM Austen Ivereigh: “El intento de generar una Iglesia sinodal ha sido el aporte más importante del pontificado de Francisco”
Caminos de trabajo “de manera articulada y transversal, generando sinergias de manera integral e integradora”
“Las sociedades latinoamericanas están atravesadas por deudas sociales históricas y que tanto ayer como hoy es necesario un cambio de estructuras"
“Lo que falta es la conciencia de que, por la unción del Espíritu Santo, la Iglesia latinoamericana es ahora la fuente de la Iglesia universal"
El CELAM es “el único ejemplo exitoso contemporáneo de la sinodalidad a nivel continental a lo largo de las décadas”
“Los años venideros serán muy fructíferos para la Iglesia”
"La Iglesia latinoamericana ha sido pionera en experiencias de sinodalidad"
“Lo que falta es la conciencia de que, por la unción del Espíritu Santo, la Iglesia latinoamericana es ahora la fuente de la Iglesia universal"
El CELAM es “el único ejemplo exitoso contemporáneo de la sinodalidad a nivel continental a lo largo de las décadas”
“Los años venideros serán muy fructíferos para la Iglesia”
"La Iglesia latinoamericana ha sido pionera en experiencias de sinodalidad"
“Los años venideros serán muy fructíferos para la Iglesia”
"La Iglesia latinoamericana ha sido pionera en experiencias de sinodalidad"
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
La 38ª Asamblea General del Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM, marcada por el proceso de Renovación y Reestructuración, se ha iniciado este martes, 18 de mayo, reuniendo a unos 85 representantes de la Iglesia latinoamericana y caribeña, de modo virtual, has el próximo viernes, 21 de mayo.
Desde el principio se ha querido colocar la asamblea en las manos de la Virgen de Guadalupe, escuchando los participantes los discursos de Mon. Cabrejos, Mons. Luis Mariano Montemayor, el cardenal Oullet y Mons. Rubén González.
El presidente del CELAM ha recordado que “a pesar de la pandemia que no nos ha paralizado”, se ha elaborado un documento de Renovación y Reestructuración, en un ejercicio de “comunión, colegialidad, eclesialidad, sinodalidad y con los oídos del corazón abiertos a escuchar lo que el Espíritu Santo está diciendo a las Iglesias”. Mons. Cabrejos definía lo que es el CELAM y los elementos que deben estar presentes en él CELAM, así como su papel y fuentes de inspiración. El arzobispo de Trujillo proponía caminos de trabajo “de manera articulada y transversal, generando sinergias de manera integral e integradora”.
El CELAM es llamado a dejarse guiar por el Espíritu Santo en esta tarea de discernimiento para el trabajo de renovación de las estructuras, según el Nuncio Apostólico en Colombia, que destacaba el papel de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama). Por su parte, el cardenal Oullet, agradeciendo el esfuerzo del CELAM, recordaba los énfasis del Papa Francisco, que llama a tender puentes, al compromiso misionero, al servicio desde abajo, al de estructuras, a la centralidad de la oración en la vida cristiana y a incentivar la cultura vocacional, recordando que la pandemia ha cambiado la vida cotidiana de nuestras comunidades.
En una breve meditación, Mauricio López, destacaba la necesidad de partir de la encarnación, de pensar en rostros concretos, a los que se les debe mirar desde la Trinidad, de asumir, recordando las palabras del Papa Francisco, que la vocación del CELAM es servir, con pasión. Por eso, el director interino del Centro de Acción Pastoral y Redes del CELAM, recordaba lo dicho en el Mandato de Tegucigalpa, llamando a escuchar, establecer relaciones, ofrecer formación, algo que se hace presente en la Asamblea Eclesial.
En la Asamblea se ha llevado a cabo un análisis de la realidad social y eclesial. En la dimensión social, Agustín Salvia presentaba el estudio llevado a cabo por el propio CELAM, donde se analiza la cuestión social bajo la situación de la pandemia del Covid-19 en América Latina y el Caribe, un análisis que puede ayudar decisivamente en la construcción del futuro de la Iglesia en el continente. En sus palabras advertía que “las sociedades latinoamericanas están atravesadas por deudas sociales históricas y que tanto ayer como hoy es necesario un cambio de estructuras, porque nuestro sistema económico, social, político y ambiental, no sólo no es justo, tampoco es sostenible”.
El análisis eclesial, llevado a cabo por Austen Ivereigh, ha partido de una mirada contemplativa de la realidad desde las prioridades pastorales de Aparecida. En sus palabras reconocía “la claridad y la audacia de las propuestas” elaboradas para concretar el proceso de renovación y reestructuración del CELAM, pero al mismo tiempo, hacía caer en la cuenta de que “lo que falta es la conciencia de que, por la unción del Espíritu Santo, la Iglesia latinoamericana es ahora la fuente de la Iglesia universal, y que los procesos sinodales que ustedes han puesto en marcha aquí no son exclusivamente para el bien del pueblo y la Iglesia latinoamericanos, sino que son un tesoro para la Iglesia universal”.
El periodista británico recordaba las palabras del cardenal Bergoglio en la preparación de Aparecida, donde reflexionaba “sobre el papel profético al cual estaba llamada la Iglesia latinoamericana”, emplazando a percibir “una experiencia nueva de Pentecostés que transformaría la conciencia de la Iglesia de su misión en las circunstancias de hoy”. Estamos ante “un viento del Sur que abre el centro a la periferia con la llegada de Francisco al pontificado”, afirmaba Ivereigh.
Su llegada a la cátedra de Pedro, llevó a Francisco al “intento de compartir y promover en la toda Iglesia el proceso de Aparecida, el proceso sinodal”. Este elemento es tan destacado, que el biógrafo del Papa afirma que “los historiadores dirán que este intento de generar una Iglesia sinodal ha sido el aporte más importante del pontificado de Francisco”. Se trata de “recuperar la esencia de la identidad de la Iglesia”, que no es una monarquía imperial ni una democracia, y sí “una asamblea eclesial que escucha, discierne, y busca sufrir las tensiones y desacuerdos, en la expectación de la acción del Espíritu”, una dinámica en la que no pueden faltar el pueblo y el Espíritu.
La experiencia del CELAM, que Austen Ivereigh describe como “el único ejemplo exitoso contemporáneo de la sinodalidad a nivel continental a lo largo de las décadas”, debe ser conocida y entendida por la Iglesia universal, para que ayude a impulsar “la primavera sinodal de Francisco”, algo difícil ante la poca experiencia de ello, que le llevaba a reflexionar sobre como la sinodalidad está siendo vista en las diferentes iglesias. Esta dinámica sinodal puede ayudar a superar pugnas y modelos secularmente presentes en la Iglesia, afirmaba el periodista, que hacía ver al CELAM la necesidad de que “compartan mejor su experiencia de la sinodalidad”, tanto los frutos como el camino recorrido. Para ello, es decisivo “invertir recursos en una estrategia comunicacional ad extra, una campaña mediática para explicar los procesos”.
Hablar de una mirada contemplativa de la realidad desde las prioridades pastorales de Aparecida, nos hace entrar en la hermenéutica del Buen Pastor y del discípulo, según Austen Ivereigh, que recuerda que “las grandes tendencias identificadas en Aparecida se han acentuado de una forma dramática”, como recoge el documento elaborado para esta asamblea. El periodista destacaba que “la gran perspicacia de Aparecida fue que ya no se podía confiar en las instituciones respaldadas por la ley y por la cultura para trasmitir la fe, sino que había que crear desde abajo”, criticando que “las estrategias para ganar espacio en el estado y la ley han sido fatales para la evangelización”.
El progresivo debilitamiento del orden liberal y el auge del nacionalismo y el populismo son considerados por Austen los grandes cambios desde Aparecida, insistiendo en la realidad de la pandemia actual, que ha servido “para arrojar luz sobre los tantos lugares de abandono y de dolor en nuestras sociedades, además de exponer las prioridades y los valores de nuestras clases gobernantes”. Es un tiempo de “gran aceleración y profundización de las grandes contraposiciones existentes”, que desafía a la Iglesia a ser “complexio oppositorum”, creando “mayor conciencia de la necesidad del cambio”.
En esta coyuntura, el periodista británico afirma que “los años venideros serán muy fructíferos para la Iglesia”, en los que la religión debe refundar vínculos, crear relaciones de confianza y de afecto entre las personas, crear lazos de fraternidad y amistad social, algo que la Iglesia debe llevar a cabo “desde la periferia, desde el pueblo”, insistiendo en su análisis en que “lo que el Papa ve es el despertar de la conciencia de la dignidad del pueblo, un proceso acompañado y posibilitado por la Iglesia presente en medio del pueblo”, algo vivido por el cardenal Bergoglio en sus años como arzobispo de Buenos Aires.
Por eso, Ivereigh insiste en que la clave del futuro, del camino a 2033 que ha emprendido el CELAM está en “la Iglesia que acompaña el pueblo en la periferia, recordándolos su dignidad que nace del encuentro con el Señor, y capacitando su protagonismo”. Se trata de apostar por “la Iglesia en medio del pueblo, en la periferia, confirmando en su predicación y sus acciones caritativas y su liturgia el amor y la misericordia de Dios, lo que despierta en el pueblo un sentido de su dignidad, lo que les motiva a organizarse para ganar acceso a la tierra, al techo y al trabajo”.
Finalmente, insistía de nuevo en su interpelación comunicacional, en compartir la experiencia pastoral latinoamericana, pues eso “es lo que la Iglesia universal necesita oír de ustedes, para abrir horizontes de esperanza, para inspirar y alentar, para saber que hay otra posibilidad”. Ivereigh afirma sin ambages que “estamos en un cambio de época eclesial”, donde la Iglesia latinoamericana tiene un papel fundamental, dado que “con Francisco en Roma, es además una misión global”.
Siguiendo el método teológico latinoamericano, Carlos Galli iluminaba la realidad con una reflexión teológica que ayude a entender el proceso de Renovación y Reestructuración del CELAM. La Iglesia latinoamericana siempre ha promovido novedades, estando atenta a la realidad social de la que forma parte, queriendo llevar el Evangelio a la vida y la vida al Evangelio, una necesidad todavía más urgente en este tiempo de pandemia, una realidad que nos golpea. América Latina vive un proceso de transformación religiosa, que desafía a la Iglesia a llevar a cabo un aggiornamento.
Según el teólogo argentino, la Iglesia latinoamericana ha sido pionera en experiencias de sinodalidad, con tres novedades históricas, el Sínodo para la Amazonía, inédito en la historia de la Iglesia, que dio origen a Querida Amazonía y a la Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA, la propia reestructuración del CELAM, desde un desborde de la novedad de Cristo que nos renueva, y la Asamblea Eclesial de América Latina y del Caribe, donde se harán presentes representantes del Pueblo de Dios, y que ha dado inicio con un proceso de escucha, un elemento esencial en una Iglesia sinodal.