Defensor de los derechos humanos durante la dictadura Centenario de Monseñor José María Pires, el obispo de la causa negra en Brasil

Fue víctima de prejuicios desde sus tiempos de seminarista por el hecho de ser negro, algo que en aquel momento aceptaba como parte del pensamiento dominante
Uno de sus continuos pedidos era que en los seminarios se estudiase más el Vaticano II, promoviendo una formación más cercana a la realidad, integrada con la vida de la gente
Acusó a la Iglesia de no haber sido suficientemente solidaria con la causa de los negros y no haber combatido la violencia contra ellos
En las paredes de su casa era común que escribiesen que era comunista
Acusó a la Iglesia de no haber sido suficientemente solidaria con la causa de los negros y no haber combatido la violencia contra ellos
En las paredes de su casa era común que escribiesen que era comunista
| Luis Miguel Modino

De hecho, los tres obispos ocupan un lugar destacado en el recuerdo de muchos brasileños por su condición de profetas, especialmente en lo que se refiere a la defensa de los derechos humanos durante los veinte años de dictadura militar por los que pasó el país, siendo una voz fuerte y valiente en la defensa de los perseguidos por el régimen. Entre sus acciones se encuentra la creación del Centro de los Derechos Humanos, en 1971.
Monseñor José María Pires fue el primer obispo negro en Brasil. Él mismo relataba los prejuicios que sufrió desde sus tiempos de seminarista por el hecho de ser negro, algo que en aquel momento aceptaba como parte del pensamiento dominante. Sin embargo, eso le llevó posteriormente a luchar por los derechos del pueblo negro, víctima tradicional de prejuicios en la sociedad brasileña, lo que le valió que fuese llamado por algunos de sus hermanos obispos como Dom Pelé y Dom Zumbí, icono del futbol brasileño y de la resistencia negra, respectivamente.

Uno de los aspectos importantes en la vida y misión de Monseñor José María Pires fue el Concilio Vaticano II, del que fue padre conciliar, participando de cuatro sesiones. De hecho, uno de sus continuos pedidos era que en los seminarios se estudiase más el Vaticano II, promoviendo una formación más cercana a la realidad, integrada con la vida de la gente, que nos convirtiésemos al Vaticano II y que se pusiese en práctica, para así volver al espíritu de las primeras comunidades cristianas, donde la fraternidad era la regla fundamental.
Su cercanía a la causa negra y su afán por inculturar la liturgia en la realidad del pueblo brasileño, siguiendo las directrices del Vaticano II, hizo que fuese el primero en presidir "La Misa de los Quilombos", escrita por Pedro Casaldáliga y Pedro Tierra, con música de Milton Nascimento. Quedaron marcadas sus palabras en la homilía de esa misa, en las que acusaba a la Iglesia de no haber sido suficientemente solidaria con la causa de los negros y no haber combatido la violencia contra ellos.

En su vida episcopal asumió como estilo de vida aquel que nació del llamado Pacto de las Catacumbas, que le comprometía a vivir fuera de los palacios, con la mayor simplicidad, próximo de las familias más sencillas, lo que provocó que fuese llamado comunista, como ocurrió con varios obispos de Brasil, por el Gobierno Militar, quien ejercía continuas presiones e intimidaciones sobre él, como controlar la correspondencia y otros muchos episodios. Él mismo reconoció varias veces que en las paredes de su casa era común que escribiesen que era comunista, lo que, por otra parte, no le incomodaba en demasía.
Recordar el centenario de su nacimiento es una oportunidad para recuperar su legado y reflexionar sobre la necesidad de una Iglesia comprometida con las causas del pueblo, un elemento que cobra especial importancia en el momento histórico por el que Brasil está pasando. En ese sentido, recordemos las palabras con las que Don Helder Cámara hablaba de él: “Don José María Pires va a las causas, va a las raíces… Y habla claro, sin perder la serenidad, pero llamando a las cosas por su nombre. Quien quiera librarse de un cristianismo desencarnado, quien quiera librarse de enseñanzas inodoras, incoloras, predicadas desde el vacío, lea sus páginas”.
