Clausurado el ciclo de seminarios en torno a un elemento decisivo para la vida humana: el agua Noam Chomsky: “es fundamental cambiar nuestro estilo de vida, creando un sistema donde la gente pueda prosperar y vivir una vida digna”
El agua es un bien público, comunitario, que se ha maltratado cada vez más y se ha utilizado de manera errónea por falta de cuidado
El cambio climático está modificando el ciclo hidrológico, provocando en la Amazonía una mayor frecuencia de extremos hidrológicos, sequías e inundaciones
Aunque hay una sola humanidad, ésta tiene una cínica complicidad con el cambio climático
Mi existencia personal, solo es posible con la existencia del otro
El Papa Francisco nos pone a soñar, nos llama a hacer un esfuerzo para convencer a la gente de que tenemos que buscar un nuevo modelo de desarrollo alternativo al actual que ha fracasado
Aunque hay una sola humanidad, ésta tiene una cínica complicidad con el cambio climático
Mi existencia personal, solo es posible con la existencia del otro
El Papa Francisco nos pone a soñar, nos llama a hacer un esfuerzo para convencer a la gente de que tenemos que buscar un nuevo modelo de desarrollo alternativo al actual que ha fracasado
El Papa Francisco nos pone a soñar, nos llama a hacer un esfuerzo para convencer a la gente de que tenemos que buscar un nuevo modelo de desarrollo alternativo al actual que ha fracasado
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Estos seminarios, organizados por el Instituto Para el Diálogo Global y La Cultura del Encuentro – IDGCE y la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, que ha contado con el apoyo expreso del Papa Francisco, reflexionaba en su último encuentro sobre las “Crisis climáticas y ecosistemas hídricos”, contando con la participación de Noam Chomsky, uno de los grandes pensadores de la actualidad, que afirmaba que nos encontramos en un momento singular de la historia, en una situación que amenaza la sobrevivencia de la vida humana, algo que tiene como una de sus causas principales la escasez del agua potable. En su intervención usaba la imagen del Reloj del Juicio Final, queriendo ilustrar con ella crisis existencial que la humanidad vive.
En opinión de Chomsky, la única esperanza para lidiar con esta situación es una sociedad participativa, intentando así superar las dos grandes amenazas que la humanidad enfrenta hoy: la de la guerra nuclear y del medio ambiente, cada vez más graves y peligrosas. Nos encontramos en un momento de la historia en que diferentes líderes mundiales, encabezados por Donald Trump, están decididos a desmantelar el sistema regulatorio que está poniendo restricciones ante las amenazas inminentes. El pensador relata el deterioro del sistema democrático, lo que lleva a infringir los derechos internacionales. Inclusive advertía sobre las amenazas del propio Trump, que se niega a dejar el puesto si no es reelecto como presidente de los Estados Unidos.
Ante la situación que el mundo está viviendo con la pandemia, Chomsky advertía sobre la posibilidad de que estas situaciones se repliquen de forma más grave, aunque es verdad que existen respuestas viables, que deben contar con una respuesta internacional, una convocatoria en la que el Papa Francisco ha insistido, para la búsqueda de soluciones. La tecnología, las energías sustentables, la reducción de las emisiones, entre otros elementos, ofrecen esas posibilidades, pero junto con eso, afirma Chomsky es fundamental cambiar nuestro estilo de vida, creando un sistema donde la gente pueda prosperar y vivir una vida digna, haciendo las cosas juntos, redoblando los esfuerzos comunitarios.
Vivimos 40 años de una economía debilitante y dañida, marcada por los principios defendidos e impulsados por Margaret Tatcher y Ronald Reegan, de que no hay sociedad sino individuos y que el estado es el problema, no la solución, que ha provocado la destrucción del planeta y de toda vivencia comunitaria, fruto de la codicia de unos pocos, como lo demuestra el hecho de que en Estados Unidos, el 0,1% de la población tienen el 20% de la riqueza, el doble de hace 40 años. En cuanto eso la mayor parte de la población sobrevive de semana en semana, creando un sentimiento de enojo, de desprecio por las instituciones, de aumento de la demagogia, siendo fácil encontrar chivos expiatorios, como son los inmigrantes, afroamericanos, comunistas, chinos... Ante esta realidad, la propuesta de Chomsky es internacionalismo o extinción, tenemos que reunirnos, estar juntos, o si no nos vamos a destruir. Pero para eso, todavía falta voluntad y conciencia para entender y predisposición para crear un mundo mejor, ético, dedicado a que todos los seres humanos puedan vivir en vez de que se enriquezcan unos pocos.
La reflexión de este último seminarios ha abordado con la ayuda de Robert Bilott, cuestiones relacionadas con aspectos legales, buscando que los tribunales defiendan el derecho al agua limpia, una lucha de la que participa en Estados Unidos el abogado, buscando eliminar la burocracia que impide de hecho que las denuncias de los afectados prosperen. En esa lucha, destacaba la importancia de que más personas denuncien y presionen a quien hace las reglamentaciones, afirmando que lo que genera el cambio es la conciencia pública. Esa es una lucha de la que participan los pueblos originarios, como relataba Ximena Lombana Cortés, quien desde la Amazonía colombiana demandaba la necesidad de reconocer a quienes cuidan de la Amazonía, siendo señal de resistencia ante las grandes empresas petroleras, que criminalizan y hostigan a los pueblos, sirviéndose de la fuerza pública.
Eso demuestra la importancia de las acciones locales, de los procesos de confluencia social y ciudadana, de la organización de los procesos de base y las estrategias de movilización, algo llevado a cabo por la REPAM, a través del Eje de Derechos Humanos, del que Ximena participa, y que según ella muestra la importancia del trabajo de la Iglesia en ese campo, afirmando el compromiso cristiano y ciudadano como Iglesia, algo que ha tenido un gran impulso con el pontificado del Papa Francisco, a quien considera como escudo protector, y que se traduce en el fomento de buenas prácticas sociambientales, por ejemplo en lo que en la región es conocido como finca amazónica, y en un sentirse parte de la Casa Común, pero no de palabra, sino con acciones.
No podemos olvidar que el agua siempre ha sido una cuestión política y lo será todavía más en la próxima década, como afirmaba Loïc Fauchon, Presidente del Consejo Mundial del Agua. Él ve el agua como vehículo para la paz entre personas y naciones, ante lo que destaca la importancia de las negociaciones políticas sobre algo que puede ser una fuente de conflicto o de paz. De hecho el agua es vida en todos los idiomas, también en el Corán, en la Biblia, en todas las religiones se manifiesta la importancia del agua a nivel espiritual y material. En ese sentido, Fauchon enfatiza que el agua es un bien público, comunitario, que se ha maltratado cada vez más y se ha utilizado de manera errónea por falta de cuidado. Las causas del descuido están en una demografía continuamente creciente, en el desperdicio y en el cambio climático, lo que aumenta la vulnerabilidad.
El derecho al agua no tiene sentido si no priorizamos el acceso al agua. Si no hay acceso, no hay derecho, lo que demanda salir del concepto teórico hacia las aplicaciones prácticas, en opinión del Presidente del Consejo Mundial del Agua. Eso hace necesario la existencia de reglamentaciones que garanticen cantidades mínimas a todos los hogares, seguridad del agua para que no haya escasez y garantizar la eficiencia de su uso. El acceso al agua tiene que ser implementado como un imperativo diario, asegurar el agua para hoy y para el futuro, evitando la contaminación. Para ello se necesita, afirma Fouchon, conocimiento, financiamiento y gobernanza, para lo que ya existen las condiciones técnicas. Por eso la acción política debe ser impulsada, pues el agua es política, motivo de rivalidad en diferentes niveles, afirmando que la seguridad del agua es importante para la paz y el desarrollo. Por eso, dar un mínimo de agua y saneamiento a los más vulnerables tiene que ser la primera prioridad
Centrándose en la Amzonía, Carlos Nobre afirmaba que el cambio climático está modificando el ciclo hidrológico, provocando en la Amazonía una mayor frecuencia de extremos hidrológicos, sequías e inundaciones, y en otras regiones huracanes cada vez más intensos. El científico brasileño relataba la gran sequía en el sur de la Amazonía y en la región del Pantanal, lo que ha aumentado el número de incendios. Todo esto dibuja en el horizonte una aceleración de las zonas semidesérticas en Brasil y un cambio en la hidrología a nivel global, desapareciendo lo ríos voladores, que nacen en la Amazonía y se distribuyen por toda sudamérica, gran parte a la cuenca del Río de la Plata. El riesgo de sabanización en el 70% de la selva está aumentando, como lo demuestra el hecho de que la estación seca dura 3 o 4 semanas más.
La pandemia del COVID-19 nos lleva a pensar, en opinión de quien fue invitado a participar en el Sínodo para la Amazonía, en cuan importante es proteger este ecosistema para todo el planeta, afirmando que es fundamental proteger la selva amazónica si queremos prevenirnos de futuras pandemias. Para ello, propone aprender del conocimiento ancestral, indígena, de aquellos que saben manejar la selva, creado variedad de productos que enriquecen su estilo de vida, de quienes están comprometidos con la tierra, mejorando la fertilidad, aún en un suelo muy pobre. También defiende la necesidad de desarrollar el bosque permanente y los ríos saludables, libres de la contaminación de mercurio, de generar una bioeconomía nueva, mejorar la resiliencia ante el cambio climático y generar inclusión.
La falta de agua es una de las causas de que en la actualidad existan el mayor número de migrantes y refugiados de la historia, una cantidad que llega a los 272 millones, aumentando en 24 personas por minuto, 38 mil por día. Esta situación debe provocar una reflexión sobre la relación entre la migración y la teología, a nivel pastoral, espiritual y teológico, que nos ayude a comprender de manera más amplia las decisiones sociales y políticas, como afirmaba Daniel Groody. En su exposición relataba historias de migrantes, principalmente en el Mediterráneo y en la frontera entre México y Estados Unidos, dos lugares donde el Papa Francisco se ha hecho presente. De hecho, Lampedusa fue el primer viaje del Papa, donde celebró la Eucaristía con elementos hechos con los restos de un barco que naufragó.
Según el Vicepresidente de la Universidad de Notre Dame, necesitamos una nueva narrativa, una nueva forma de ver el mundo, algo a lo que la teología nos ayuda en la medida en que entendemos que estamos hechos a imagen de Dios, lo que lleva a tratar a los migrantes como seres humanos y no como alguien que no es nadie. En ese sentido, la misión de la Iglesia es hacer que todos podamos sentarnos a la misma mesa. Somos llamados a traspasar la identidad nacional para una identidad mayor, con una conexión más allá de la identidad nacional, fomentando una visión de comunión. Para Groody, un inmigrante es un reflejo de Cristo, un desafío para la solidaridad humana, lo que demanda crear una política de la acogida y la solidaridad, pues todo está conectado con el Cuerpo de Cristo.
El cambio climático es uno de los mayores problemas a los que el hombre se ha enfrentado a lo largo de su historia, según Fernando Solanas, lo que lleva a afirmar que la pandemia no es casualidad. La falta de voluntad política para resolver el problema es evidente, pues como recordaba el embajador argentino en la UNESCO, que surgió como camino de paz y de bienestar para la humanidad, todos los líderes mundiales se comprometieron en 2015 a la reducción de gases, pero los años siguientes fueron sucesivamente los años más cálidos de la historia. Aunque hay una sola humanidad, ésta tiene una cínica complicidad con el cambio climático.
La falta de agua, derecho básico universal, afecta sobretodo a los países del Sur, que pagan la cuenta de los países de Norte, que emiten más del 80 % de los gases de efecto invernadero, preguntándose cómo ayuda el Norte a salvar la deuda ecológica con el Sur. Esta deuda ecológica es una enorme injusticia para con el Sur, que aporta materias primas y oxigeno, que no resuelve por falta de voluntad política. Por ello, Solanas reclama la existencia de un Tribunal Penal Internacional para los delitos ambientales, que perjudican a grandes grupos de personas, con la complacencia de los estados. Son delitos que, según el embajador argentino, se verifican con el tiempo, hay impunidad y complicidad con los intereses económicos. De ahí la necesidad de un cambio cultural para un cambio civilizatorio que nos permita seguir existiendo. Eso demanda una formación desde niños para el cuidado de la naturaleza, algo para lo que no hay voluntad política.
Entre los ponentes también estuvo presente Miguel Heinz, quien centraba su reflexión en la Laudato Si, el Sínodo para la Amazonía y la pandemia del coronavirus y los Derechos Humanos. Laudato Si, que para Fernando Solanas es el documento cultural más sabio y responsable, de las últimas décadas, insiste, según el Director de Adveniat, en la necesidad de la calidad del agua disponible para los pobres, cuya falta provoca muchas muertes todos los días, del acceso al agua potable y segura como derecho humano que tenemos que defender, derecho que si no se defiende, se pierde, afirmando que el control del agua por grandes empresas será fuente de conflicto en este siglo.
El derecho al agua también aparece en el Documento Final del Sínodo para la Amazonía, subrayando el derecho al agua y apoyando iniciativas prácticas, reflexionando sobre la privatización y contaminación del agua en la Amazonía, algo que afecta a los pueblos indígenas por la contaminación por mercurio, lo que tiene que llevar a un compromiso de cuidar a las personas que viven en esta casa común, pues en opinión de Heinz, la defensa de los derechos humanos no es una opción, es una obligación para todos los cristianos. En ese sentido, el COVID agrava las violaciones de los derechos humanos y es una lupa que revela las injusticias estructurales, mostrando que somos parte del problema, con nuestro estilo de vida apoyamos la situación.
La esperanza se presenta como el camino a seguir, en opinión del Cardenal Claudio Hummes, como algo a construir, una metodología del espíritu, que nos marca el tiempo y la posibilidad de hacer una alfareria del futuro. El purpurado apuesta por una nueva economía, justa, solidaria y respetuosa del ambiente, superando la crisis climática, acelerada por la destrucción de biomas, que muestra los pecados del capitalismo. Para ello es necesario reconocer al otro, a los que no tienen, a los pueblos originarios, ser una Iglesia inculturada, que se indigna cuando el diálogo es imposible, sintiendo la necesidad de denunciar, de levantar la voz ante el etnocidio y ecocidio, que se indigna ante la destrucción de la naturaleza.
El presidente de la REPAM denunciaba la existencia de un neo-racismo y neo-colonialismo, defendiendo la necesidad de impulsar una pedagogía del cuidado de la Casa Común, que es aquella que se asocia a una economía transgeneracional, que ayuda a entender que mi existencia personal, solo es posible con la existencia del otro. Al mismo tiempo, insistía en que si sabemos qué es lo justo, es indigno quedar neutral. Hummes apuesta por el camino del diálogo y la justicia social, que requiere valentía y humildad en la toma de decisiones. El cardenal brasileño reflexionaba sobre lo que ha supuesto la REPAM en sus seis años de camino, algo que ha crecido desde la raíz y extiende sus brazos al encuentro de los invisibles de la tierra, y del papel de la nueva Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA que se nutren del Sínodo y proponen a toda la Iglesia salir al encuentro, no quedarse en el confort de la meta alcanzada.
En la misma línea de Hummes, el vicepresidente de la REPAM, el Cardenal Barreto, destacaba la importancia de la esa red como espacio de coordinación, como algo que ayuda a buscar caminos para poner en práctica la inculturación. El cardenal peruano, que insistía en la necesidad de buscar respuestas inéditas ante la pandemia inédita, afirmaba que el Papa Francisco nos pone a soñar, nos llama a hacer un esfuerzo para convencer a la gente de que tenemos que buscar un nuevo modelo de desarrollo alternativo al actual que ha fracasado. Para ello, en consonancia con el tema del seminario, destacaba la importancia de vivir la experiencia de que el agua no es una simple mercancía, sino un derecho inalienable de toda persona.
No olvidemos que estos seis encuentros, vividos a lo largo de los tres últimos meses, se han enmarcado en el quinto aniversario de la Encíclica Laudato Si´, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS), el Acuerdo de París (COP21) y en los desafíos posteriores a la pandemia que atraviesa la humanidad, para trabajar en el aprendizaje y propuestas de cara a los escenarios del futuro, buscando pensar en caminos y posibilidades para un mundo mejor.