El presidente del episcopado argentino se posiciona sobre "Fiducia supplicans" Ojea: "Cuando alguien me pide la bendición jamás le pregunto si está casado por la Iglesia o sobre su condición sexual"
“La Declaración sobre las bendiciones tiene que ver con un redescubrir, revalorizar el sentido de la misma”
“Muchos hermanos que han estado en desacuerdo con esta declaración no han vivido una experiencia profunda de bendecir, o han bendecido mecánicamente”
“La Iglesia no es controladora. La Iglesia normativa sobre toda la vida de los demás en todos sus actos, no es buscar así por la gente, de verdad, desde el fondo del corazón y desde el fondo de la fe”
"No privarnos de esa capacidad de bendición que tiene la Iglesia y que tienen sus ministros, para poder regalar como don al santo pueblo fiel de Dios”
“La Iglesia no es controladora. La Iglesia normativa sobre toda la vida de los demás en todos sus actos, no es buscar así por la gente, de verdad, desde el fondo del corazón y desde el fondo de la fe”
"No privarnos de esa capacidad de bendición que tiene la Iglesia y que tienen sus ministros, para poder regalar como don al santo pueblo fiel de Dios”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En su mensaje para el primer día del año, Mons. Óscar Ojea ha señalado que en la misa de ese día leemos en el Libro de Los Números una expresión de bendición: “El Señor los bendiga y les muestre su rostro”, recordando que “así bendecían los sacerdotes israelitas a su pueblo”.
Francisco hace Teología desde su vida pastoral
En esa tesitura, al presidente de la Conferencia Episcopal Argentina le ha parecido oportuno “detenernos en la última Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre el tema de las bendiciones (Fiducia supplicans)”, afirmando que “aquí se refleja la experiencia pastoral del Papa Francisco. Francisco, desde la pastoral, desde su vida pastoral hace Teología. Por eso a veces, a algunas mentes les cuesta entender esto”.
Para Ojea, “la Declaración sobre las bendiciones tiene que ver con un redescubrir, revalorizar el sentido de la misma”, recordando dichos cotidianos como “que te vaya bien”, “que tengas suerte”, “que te salga lo mejor”, con los que “estamos dando una bendición sobre nuestro hermano, le deseamos algo bueno”. Desde ahí ha insistido en que “cuando le pedimos a Dios que nos bendiga, el Señor realiza en nosotros esa bondad, y esa bondad se derrama a través de gracias actuales sobre distintos aspectos de nuestra vida que nosotros necesitamos iluminar”.
La experiencia maravillosa de bendecir en la calle
El obispo de San Isidro ha destacado como maravillosa su experiencia de bendecir en la calle, recordando diversos lugares de Buenos Aires o en su actual diócesis, en distintas estaciones de trenes, en lugares de mucho movimiento de gente, algo que hacían generalmente los viernes. “En un momento de mucho movimiento, de mucho apuro, era conmovedor ver como filas de personas querían recibir la bendición. Veían una imagen de la Virgen, se detienen en silencio, hacían su oración y luego pedían la bendición”, relató Ojea.
En su opinión, “para pedir la bendición es necesario una verdadera experiencia de pobreza: Señor, te necesito, necesito que me hagas bueno, necesito que hagas bueno este aspecto de mi vida, esta necesidad que tengo. Te pido por mi hijo enfermo, por mi hijo castigado por la droga, te pido por mi salud, te pido por tal necesidad. Y también quiero bendecirte, quiero darte gracias. La bendición tiene también un sentido ascendente. Nosotros le damos gracias a Dios, lo bendecimos y lo alabamos. Esto es también una necesidad del corazón”.
“La experiencia personal de bendecir en lugares públicos es sobrecogedora. Muchas veces le he dicho al Señor, muchas gracias por poder ser testigo de lo que he escuchado y de ese silencio que se produce cuando la persona va a recibir la bendición”, expresó el presidente del episcopado argentino. En su relato ha insistido en que “me siento testigo de un momento privilegiado en medio del tráfago, del apuro, en medio de esta sociedad postmoderna que arrincona a Dios”. Para él, “el hecho de que haya personas que frenen en medio de la calle para detenerse frente a una imagen y para pedir la bendición refleja nuestra profunda necesidad de Dios”, cuestionando: “¿Cómo la Iglesia va a estar ausente de esa necesidad tan profunda?”. Eso porque “es sobrecogedor ese momento, yo le agradezco al Señor y a la Virgen el haberlos podido tener”.
Dios nos regala su bendición
Igualmente ha destacado que tiene “un aspecto descendente, Dios nos regala su bendición”. Por ello ha dejado claro que “jamás, en ese contexto de piedad popular, en la calle, cuando alguien pide la bendición en la calle o jamás en ningún Santuario, cuando alguien pide la bendición, le pregunto si está casado por la Iglesia o le pregunto sobre su condición sexual, jamás, no tendría sentido. Cuando viene una mujer joven a pedir que bendiga su embarazo, que bendiga su panza, jamás me he detenido en preguntar de dónde procede ese niño, si de una unión irregular o no”.
En su opinión, “sería el decir que no una experiencia de rechazo. Una experiencia brutal de abandono de la Iglesia y que tanto mal nos ha hecho durante tanto tiempo y que ha alejado a tantos hermanos y hermanas de la Iglesia”. Por ello, ha dicho que “a mí me parece que muchos hermanos que han estado en desacuerdo con esta declaración no han vivido una experiencia profunda de bendecir, o han bendecido mecánicamente o sino se han privado de poder tener este diálogo donde se experimenta la necesidad de la misericordia de Dios sobre distintos aspectos de la vida”.
Una declaración clarísima
Del mismo modo, ha insistido en que “cuando escucho decir que la Declaración puede confundir, la declaración es clarísima, distingue perfectamente el ámbito litúrgico donde se da un sacramento, donde la Iglesia reconoce que allí hay una unión auténtica, verdadera, que recibe de Dios todo su beneplácito a este contexto de piedad popular, donde es imposible confundir la bendición con un permiso o con una aprobación. Esto sería un reduccionismo, como decir te doy la bendición para que esto pase, para que puedas pasar el examen”.
Ante esa actitud ha recordado las palabras del Papa: “la Iglesia no es una aduana”, resaltando que “la Iglesia no es controladora. La Iglesia normativa sobre toda la vida de los demás en todos sus actos, no es buscar así por la gente, de verdad, desde el fondo del corazón y desde el fondo de la fe”.
Finalmente ha invitado a que “pidamos al Señor, entonces, al comenzar este año no privarnos de esa capacidad de bendición que tiene la Iglesia y que tienen sus ministros, para poder regalar como don al santo pueblo fiel de Dios”. Y junto con ello que “pidámosle por este año, pongámoslo en las manos del Señor, este año necesitado de bendición, este año que comienza bajo el amparo de Santa María Virgen ya que celebramos su fiesta en este primero de Año y le pedimos al Señor poder experimentar en el fondo del corazón su bendición”.