La Red Eclesial Panamazónica (REPAM) ha dado a conocer un manifiesto ante la COP28, que se celebra en Dubai (Emiratos árabes Unidos), de 30 de noviembre a 12 de diciembre. En el texto (ver aquí), comienza diciendo que “La Amazonía no puede esperar más. Y si ella no puede, el mundo tampoco”, recordando el papel de una institución que nació en 2014 por iniciativa de la Iglesia católica “para promover el cuidado de los pueblos, territorios y ecosistemas amazónicos”.

Situaciones que destruyen la Amazonía

Un tiempo en el que “nos hemos dado cuenta de que la situación en la Amazonía es cada vez más grave, acercándose a un punto de no retorno”, señalan desde la REPAM, que denuncia en cinco puntos la situación actual, señalando como se está manifestando la crisis climática y el colapso sistémico en la Amazonía (calor inusual, incendios descontrolados, la fuerte sequía, falta de agua potable y servicios básicos); perdida de la biodiversidad, amenaza de la soberanía alimentaria y enfermedades (extractivismo, deforestación, hidrovías, hidroeléctricas, carreteras, ampliación de la frontera agrícola, los monocultivos y la agroindustria, agroquímicos y de mercurio); amenaza la integridad cultural y territorial (desarrollo minero-energético); mercantilización de la biodiversidad de la Amazonía (economía verde, bonos de carbono); narcotráfico, que amenaza a los líderes, aumento del feminicidio y del suicidio de los jóvenes.

Medidas exigidas

Ante esa situación, la REPAM exige “medidas concretas y con monitoreo permanente para que se cumplan las promesas de financiación por las pérdidas y daños, acordadas en la COP 27”. Igualmente demandan con urgencia “un fondo internacional que permita la financiación climática, que sea elaborada con la participación de los pueblos y comunidades afectadas y que cuente con estrategias económicas innovadoras para impulsar iniciativas de adaptación climática”.

Del mismo modo, ven fundamental “detener cuanto antes la producción y el consumo de combustibles fósiles en todo el planeta”, buscando “mantener la Amazonía libre de la explotación de petróleo y gas, al tiempo que impedimos la minería, que contamina y concentra las rentas”, citando como ejemplo lo realizado en Ecuador al detener las actividades de la industria petrolera en el Parque Nacional Yasuní.

Finalmente, el manifiesto muestra la urgencia de “la implementación de un Plan de Acción Integral de protección y defensa de la Panamazonía y sus pueblos, con un compromiso serio de los poderes públicos y la sociedad civil para prevenir nuevas violencias, socorrer a las víctimas y revertir la situación actual”.