El cuerpo de Casaldáliga llega a la Prelatura de São Félix Santuario de los Mártires da Caminhada, primera parada de Pedro, que es recibido por los suyos
Colocado sobre dos troncos, adornados con una hamaca, de esas en las que la gente del Araguaia descansa sus cuerpos exhaustos después de una dura jornada de trabajo, a veces rozando un régimen de esclavitud, ha sido recibido por su gente
Se ha rezado el Oficio de los Mártires da Caminhada, que surgió dentro de la Prelatura de São Félix, en torno a la Romería, queriendo ser un elemento que ayude a celebrar desde el compromiso y la memoria de aquellos que han dado y continúan dando la vida
En un clima de esperanza, en ese espacio con muchos de los elementos con los que se fue encontrando en sus más de 50 años en la región, el velorio ha sido un momento de celebración, también de acción de gracias por su vida y ministerio
En un clima de esperanza, en ese espacio con muchos de los elementos con los que se fue encontrando en sus más de 50 años en la región, el velorio ha sido un momento de celebración, también de acción de gracias por su vida y ministerio
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
El Santuario de los Mártires da Caminhada, en Ribeirão Cascalheira, recoge la memoria de tantos hombres y mujeres que en las últimas décadas, especialmente en América Latina, dieron la vida en defensa de las Causas de Dios y de los más pobres. Es un lugar que impresiona, pues cuando uno lo visita, descubre la sangre derramada de tantos hombres y mujeres cuyos retratos están colgados de sus muros. En esas paredes también se encuentran algunos de los murales de Cerezo Barredo, el también claretiano, amigo de Casaldáliga desde su juventud, conocido como el pintor de la liberación. Allí se celebra, cada cinco años, en el mes de julio, la Romería de los Mártires da Caminhada, momento de encuentro de una multitud de romeros llegados de todos los rincones de Brasil y de diferentes países.
La memoria de los mártires siempre fue importante en la vida de Pedro Casaldáliga, pues como él mismo decía, “un pueblo o una Iglesia que olvida a sus mártires no merece sobrevivir”. Fue por eso que la Prelatura de San Félix do Araguaia decidió construir un santuario que el propio obispo definía en la celebración de los 25 años del martirio del P. João Bosco como “único en su género, ecuménicamente acogedor del testimonio de todos aquellos y aquellas que han estado dando sus vidas por la gran Causa de Dios, que es también la Causa mayor de la propia Humanidad”.
Llegado desde Batatais, en un viaje de más de 1.100 kilómetros, la primera parada del féretro al llegar al territorio de la Prelatura de São Félix do Araguaia ha sido en el Santuario. Colocado sobre dos troncos, adornados con una hamaca, de esas en las que la gente del Araguaia descansa sus cuerpos exhaustos después de una dura jornada de trabajo, a veces rozando un régimen de esclavitud, ha sido recibido por su gente, en escaso número, pues la situación por la que pasa Brasil como consecuencia de la pandemia no permite grandes aglomeraciones. En un clima de esperanza, en ese espacio con muchos de los elementos con los que se fue encontrando en sus más de 50 años en la región, el velorio ha sido un momento de celebración, también de acción de gracias por su vida y ministerio.
Ha sido momento de oración, de la forma que la gente de la región, la gente de las comunidades eclesiales de base, reza, repitiendo aquello que ha sostenido su fe en tantos lugares donde la presencia sacerdotal siempre ha sido escasa, donde los ministerios, la mayoría de las veces asumidos por mujeres, han sustentado el caminar de la Iglesia, como en tantos lugares de la Amazonía, de Brasil y de América Latina. También se ha rezado el Oficio de los Mártires da Caminhada, que surgió dentro de la Prelatura de São Félix, en torno a la Romería, queriendo ser un elemento que ayude a celebrar desde el compromiso y la memoria de aquellos que han dado y continúan dando la vida a lo largo y ancho de América Latina por las Causas de la Vida.
Esas Causas de la Vida son las Causas del Reino, aquellas que sostuvieron la vida de quien nunca miró para el otro lado cuando se trataba de defender la justicia. Eso lo saben quienes con él convivieron y celebraron a lo largo de más de medio siglo, siempre entendiendo que vale la pena dar la vida por el Reino. La vida de Pedro, como la de tantos otros hombres y mujeres, fue un signo de resistencia, presente en la memoria colectiva de un pueblo, sobretodo de quienes vieron en su obispo por más de 30 años la figura del Dios encarnado, de Aquel que hace opción por los últimos.