Santuario de Luján acogió una misa recordando el inicio de la Guerra Mons. Scheining a 40 años de la Guerra de las Malvinas: “Hacer realidad una Patria de hermanos”
“Que jamás perdamos la memoria, porque la sangre derramada de cada uno de ellos es misteriosamente el cimiento en el que debemos seguir construyendo nuestro sueño común: la Patria, la tierra de nuestras madres y de nuestros padres, la Nación”
“Hacer enormes esfuerzos por cuidarnos y ampararnos los unos a otros”, especialmente las personas que tienen un sentimiento de orfandad, “que las deja a la deriva, descuidadas y desprotegidas”, algo que ve en los sobrevivientes de Malvinas, que se han sentido “abandonados a su suerte”
“Hacernos cargo los unos de los otros y darnos seguridad y hacerlo sin indiferencias ni indolencias, sin pasividad ni improvisación”
“Hacernos cargo los unos de los otros y darnos seguridad y hacerlo sin indiferencias ni indolencias, sin pasividad ni improvisación”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En la casa de la Madre de todas y todos los argentinos, los obispos han rezado en el día en que se cumplen 40 años del inicio de la Guerra de las Malvinas. En una misa presidida por el presidente del episcopado, Mons. Oscar Ojea, obispo de San Isidro, y concelebrada por Mons. Santiago Olivera, obispo castrense, Mons. Alberto Germán Bochatey OSA, obispo auxiliar de La Plata y secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, Mons. Pedro María Laxague, obispo de Zárate-Campana, Mons. Jorge Eduardo Scheinig, arzobispo de Mercedes-Luján y sacerdotes del santuario mariano.
Ante el pueblo argentino y autoridades civiles y militares, el arzobispo de Mercedes-Lujan llamó en la homilía a descubrir en Nuestra Señora de Luján, “sentimientos y pensamientos nuevos que nos traerán sosiego, alegría, paz y una renovada fortaleza para enfrentar la vida”. Según el prelado, Lujan es un lugar donde el pueblo argentino va al encuentro de María, “para traerle sus dolores y esperanzas, sus agradecimientos y peticiones concretas, y nadie se va de este lugar sagrado con las manos vacías, o con un sentimiento de frustración, de amargura, o con más dolor, por el contrario, todos nos vamos distintos”.
Ese es el sentimiento que ha pedido llevarse a quienes han ido “a hacer memoria de los 40 años de la dolorosa guerra de Malvinas”. Mons. Scheining ha querido recordar a “nuestros hermanos caídos y sepultados en la tierra y en el mar”, y hacerlo “como nuestros héroes de Malvinas, porque han dado la vida por la Patria”. Para ellos ha pedido “que vivan la plenitud de estar junto a nuestro Padre Dios, que los abrace en su Amor puro y que gocen de la Vida en abundancia”. Y para todos los argentinos “que jamás perdamos la memoria, porque la sangre derramada de cada uno de ellos es misteriosamente el cimiento en el que debemos seguir construyendo nuestro sueño común: la Patria, la tierra de nuestras madres y de nuestros padres, la Nación”.
A la luz del texto del Evangelio de Juan leído en la celebración, que sitúa a María y al discípulo amado a los pies de la Cruz, del dolor ante el cuerpo torturado, que están “frente al fin de la vida”, ante el momento en que “terminan también los sueños, la esperanza, los proyectos compartidos”, destacó la confianza infinita que infunde Jesús para “vivir el futuro de una manera novedosa”. El arzobispo insistió en que “Dios no nos quiere desamparados”, mostrando la imagen de un “Dios cercano, lleno de Misericordia y de ternura”.
En palabras del arzobispo de Mercedes-Lujan, “¡Jesús quiere que en las circunstancias más difíciles de la vida podamos sentirnos bajo el poncho de su Madre!”, algo que ampara, da seguridad y hermandad. Mons. Scheining insistió en que “¡La muerte no es el fin! Este es el grito de la fe”, destacando la fuerza de la paternidad de Dios y la maternidad de María, que comparó con la Patria, que “hace las veces de Padre y de Madre que ampara, cuida, protege y da seguridad a todo un pueblo”.
Defiendo la Patria como Encuentro, recordó las palabras del entonces cardenal Bergoglio, en las que hablaba del “compromiso de patriotas que nos exige recuperar la alteridad en esta cultura del encuentro”. Desde ahí llamó a “sacar a la Patria de cualquier tensión, para no debilitarla o excluirla”. Y junto con ello a “hacer enormes esfuerzos por cuidarnos y ampararnos los unos a otros”, especialmente las personas que tienen un sentimiento de orfandad, “que las deja a la deriva, descuidadas y desprotegidas”, algo que ve en los sobrevivientes de Malvinas, que se han sentido “abandonados a su suerte”.
El prelado llamó a “trabajar duro para que la Patria no se pierda”, y a hacer realidad aquello a lo que llama el Papa Francisco: la fraternidad, la escucha, el diálogo, el respeto, la amistad social, una mejor política, un corazón abierto, en fin, una Nueva Cultura del Encuentro. Desde ahí mostró lo que llamó “el desafío más significativo de este tiempo: hacer realidad una Patria de hermanos”. Para ello ve imprescindible “hacernos cargo los unos de los otros y darnos seguridad y hacerlo sin indiferencias ni indolencias, sin pasividad ni improvisación”.
Finalmente, citando un trecho de una carta de un soldado que luchaba en las Malvinas a su madre, afirmó que “vinimos a hacer memoria de nuestros héroes de Malvinas y agradecerles sus vidas entregadas a la Patria y por la Patria”, y pedir que descansen en paz. Con ellos recordó su legado: “hacer juntos una Patria que a todos ampare”.