La Creación no tiene precio, no es objeto de negociación Seminario en Manaos sobre el Sínodo: "La vivencia es lo que ayuda a conocer la Amazonía"
Es necesario pensar en el bien de los pueblos desde su perspectiva y pensamiento, escucharlos para entender su dinámica, para empoderarlos
Territorio para un indígena tiene que ver con la vida. La tierra no es el suelo, es el ambiente donde se vive
En la década de 1970 la Iglesia católica salvó a los pueblos indígenas de la extinción, sobre todo con la creación del CIMI
En la década de 1970 la Iglesia católica salvó a los pueblos indígenas de la extinción, sobre todo con la creación del CIMI
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
El Sínodo para la Amazonía ha supuesto una llamada del Papa Francisco a contemplar, a escuchar, para mejor comprender, a partir de la fe, y descubrir la grandeza de una región donde la mano del Creador dibujó parajes deslumbrantes. Por eso, podemos decir que “la creación no tiene precio, que no puede ser comercializada, no es objeto de negociación, debe estar al servicio de la vida y del bien común”, como reconoce Francisco Lima, Secretario Ejecutivo del Regional Norte 1 de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil – CNBB.
El conocimiento que la Iglesia tiene de la Amazonía nace de su poder de capilaridad, de llegar hasta el último rincón, allí donde los órganos públicos muchas veces no se hacen presentes. Como reconoce Fernando Merloto Soave, Fiscal de la República en el Estado de Amazonas para las poblaciones indígenas y comunidades tradicionales, “la vivencia es lo que ayuda a conocer la Amazonía”. En sus viajes por diferentes puntos de la región es frecuente percibir “la ausencia del poder público, un elemento primordial para garantizar la sostenibilidad”.
En una actitud que coincide con aquello que el Papa Francisco quiere, Fernando Merloto Soave está promoviendo foros de diálogo que lleven a reflexionar sobre la regularización de las tierras, la sanidad o la deforestación, en una tentativa de “pensar en el bien de los pueblos desde su perspectiva y pensamiento”, encontrándose con situaciones que desde otras visiones de sociedad resultan chocantes, como es el hecho de que algunas comunidades digan abiertamente que no quieren energía eléctrica o que sean construidas carreteras.
Por eso, algo que debe ser asumido por la propia Iglesia a la hora de hacerse presente en la Amazonía, “es necesario escuchar para entender la dinámica de los pueblos, para empoderarlos”, afirma Merloto Soave, quien ve el Sínodo como una oportunidad histórica para “el fortalecimiento de una nueva visión de la Amazonía”. Desde esa perspectiva, el Fiscal de la República ponía el ejemplo de San Oscar Romero, como paradigma de “una Iglesia que dice la verdad, como ejemplo de transformación”. En otras palabras, como constructora de esos nuevos caminos que la Iglesia está queriendo vislumbrar.
De hecho, los propios indígenas reconocen que “quien venga después, probablemente va a estar peor”, como afirma Alcione Meirelles, de la Red de Desarrollo Sostenible Maniraná, que engloba asociaciones de un amplio territorio de la región del Río Solimões, donde denuncia la existencia de todo tipo de tráfico, con la presencia cada vez mayor de piratas, que cuentan con la protección de algunos militares y policías. Junto con eso denuncia que no es llevada a cabo la consulta previa a los pueblos, algo que garantizan las leyes brasileñas e internacionales, pero que no sucede, pues “el gobierno no obedece las leyes que ellos mismos crearon”. Por eso, es necesaria una discusión seria, en la que la Iglesia, sobre todo a través del Consejo Indigenista Misionero – CIMI, y las Pastorales Sociales, siempre ha colaborado con los pueblos indígenas.
Hablar de vulnerabilidad de derechos en la Amazonía nos lleva a poner en foco la trata, “una de las problemáticas más silenciadas e invisibilizadas en la Amazonía”, como afirma Rose Bertoldo, de la Red un Grito por la Vida. Éste es un crimen altamente organizado y lucrativo, que actúa en la clandestinidad y sobre el que se cierne un silencio cómplice de buena parte de la sociedad. No podemos olvidar que la Amazonía brasileña es una lugar de paso de buena parte de las rutas, nacionales e internacionales, de la trata. Esa problemática tiene difícil solución en la región, debido a las grandes distancias y poco control, a lo que se junta la impunidad, que provoca silencio y miedo.
Cuando se pregunta a un indígena qué es lo fundamental a la hora de hablar de lucha por los derechos, la defensa del territorio aparece como elemento primordial, pues “territorio para un indígena tiene que ver con la vida. La tierra no es el suelo, es el ambiente donde se vive”, un aspecto en el que insiste Gersem Baniwa, nacido en la región del Alto Río Negro y que hoy es profesor en la Universidad Federal del Amazonas. Una visión muy diferente de la que tienen los no indígenas, para quienes “la tierra es vista como parte del capital”.
De hecho, no es posible pensar en los indígenas sin sus territorios, pues “tienen una relación ancestral con sus territorios, es un bien vital, primordial para la subsistencia”, según Gersem Baniwa. En ese sentido, el profesor denuncia que la marginación e invisibilización de los pueblos indígenas en Brasil tiene como base el hecho de que no generan renta, capital, y aportan pocos votos, lo que se traduce en falta de políticas públicas que les favorezcan. Un ejemplo de eso es que en el estado de Amazonas, la mitad de las escuelas indígenas no tienen ni siquiera un edificio construido.
Gersem Baniwa, afirma sin ningún género de dudas, que en la década de 1970 la Iglesia católica salvó a los pueblos indígenas de la extinción, sobre todo con la creación del CIMI. Ante la situación actual, en la que desde el gobierno brasileño se ven las tierras indígenas “como un zoológico”, en una nueva tentativa de extinción, pues son vistos como obstáculo del desarrollo, el profesor indígena ve necesario que alguien ayude a salvar hoy a los indígenas. De hecho, “¿cuál es el desarrollo que los indígenas quieren?”, se pregunta el indígena baniwa, a lo que responde que “respeto y dignidad, para que el indígena sea sujeto y protagonista de su propia vida”.
Estas reflexiones son algunas de las muchas que han aparecido en el “Seminario Sínodo de la Amazonía: contribuciones a partir del desarrollo sostenible”, que está siendo celebrado en Manaos, de 7 a 9 de marzo, organizado por la Fundación Amazonas Sostenible y la Archidiócesis de Manaos. A pesar de que el proceso formal de consulta ya ha sido encerrado, como reconocía en su intervención Virgilio Viana, Súper Intendente de la fundación, el seminario quiere servir de apoyo en la elaboración de documentos sobre el Sínodo.
Las numerosas intervenciones, la mayoría limitadas a unos pocos minutos, en las que se ha escuchado la voz de representantes de la Iglesia católica, del gobierno del estado, del estamento militar, judicial, académico y de las organizaciones indígenas, ha contado con la participación de algo más de un centenar de personas, que en sus preguntas han manifestado las diferentes formas de contemplar una región sobre la que se ciernen intereses de todo tipo.