La Asamblea Sinodal entra en un momento decisivo Si el Sínodo no concreta, no aterriza, corre el riesgo de estrellarse
Uno de los grandes desafíos que enfrenta el Sínodo de la Sinodalidad es el cambio de estructuras, algo que a mucha gente le chirría
Una revolución estructural que demanda esa conversión pastoral que Francisco viene pidiendo desde que lanzó su programa de pontificado en Evangelii Gaudium
Se trata de un sueño, un sueño de otra Iglesia, con espacio para todos y todas. Ahí está la pista de aterrizaje. Esperemos que la Asamblea Sinodal, donde el piloto es el nosotros, la encuentre
Se trata de un sueño, un sueño de otra Iglesia, con espacio para todos y todas. Ahí está la pista de aterrizaje. Esperemos que la Asamblea Sinodal, donde el piloto es el nosotros, la encuentre
| Luis Miguel Modino, enviado especial al Vaticano
La primera sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo de la Sinodalidad podemos decir que está viviendo en estos días un momento decisivo, es hora de concretar. Desde el inicio se ha insistido en que este Sínodo es una oportunidad para poner en practica la sinodalidad, el caminar juntos, pero no podemos negar que un avión no puede estar constantemente volando, que tiene que llegar un momento en que aterrice. Si tarda demasiado en hacerlo, el riesgo de que se estrelle se hace cada vez más evidente.
Momento de culmen del discernimiento comunitario
A la espera de la redacción del Documento de Síntesis, que debe ser el trabajo fundamental durante la última semana, los círculos menores están llegando al culmen del discernimiento comunitario, y para ello es necesario, fundamental, decisivo, el desplazarse del yo hacia el otro, que es el ejercicio que se lleva a cabo en la segunda ronda del proceso de discernimiento comunitario, y así llegar a una claridad absoluta del sentir en común.
El Módulo B3, el cuarto y último del Instrumentum Laboris, tiene como tema “Participación, responsabilidad y autoridad”, y pretende reflexionar sobre los procesos, las estructuras y las instituciones necesarias en un Iglesia sinodal misionera. Uno de los grandes desafíos que enfrenta el Sínodo de la Sinodalidad es el cambio de estructuras, algo que a mucha gente le chirría. De hecho, el estar sentado en una mesa redonda, de igual para igual, no es algo que todos acepten de buen grado.
Conversión pastoral para una revolución estructural
Esa estructura eclesial donde todos escuchan, dialogan, no se regaña al otro porque ha dicho algo que no me gusta, sobre todo si está debajo de mí en el escalafón eclesiástico que me he formado en mi cabeza, es una revolución estructural, que demanda esa conversión pastoral que Francisco viene pidiendo desde que lanzó su programa de pontificado en Evangelii Gaudium, inspirando en el Documento de Aparecida, del que el entonces cardenal Bergoglio coordinó el comité de redacción.
Esas estructuras de articulación en todos los niveles de Iglesia es una de las grandes cuestiones cuando hablamos de una Iglesia sinodal. Un tema complejo y en el que la Iglesia deberá avanzar con pies de plomo, siguiendo el tiempo de Dios, si quiere evitar cismas que en vez de llevarnos a una Iglesia sinodal nos lleve a una Iglesia dividida, como ya ha pasado en otros momentos de la larga historia del cristianismo.
Focalizar, conectar las posturas y avanzar
Cuando conseguimos pensar desde el nosotros, cuando dejamos que Dios trabaje y el Espíritu Santo se haga presente, es mucho más fácil focalizar, conectar las posturas y avanzar. No se trata sólo de buscar consensos y sí de llegar a puntos que hacen que todos se sientan en paz, pues se tiene la certeza de haber llegado a donde Dios había ido indicando a lo largo del camino. Es un camino que se siente de todos, hay una sensación de pertenencia, de que vale la pena caminar adelante.
La Asamblea Sinodal enfrenta en las próximas horas el desafío de reaccionar a lo que está siendo expresado por los diferentes círculos menores, de no perderse en discursos ideológicos preparados, que siguen respondiendo a intereses personales, locales, de grupos de presión, algo que se percibe hasta en las preguntas en las ruedas de prensa. Ahí el riesgo de ruptura aumenta y difícilmente la Asamblea Sinodal va a aterrizar.
Es tiempo de escribir, desde lo concreto, lo que entraña complejidad, pero que será lo que hará avanzar en un camino sinodal que va y quiere ir mucho más allá de octubre de 2024. Se trata de un sueño, un sueño de otra Iglesia, con espacio para todos y todas. Ahí está la pista de aterrizaje. Esperemos que la Asamblea Sinodal, donde el piloto es el nosotros, la encuentre.
Etiquetas