La Iglesia universal vive un momento de gran importancia histórica si pensamos en la recepción del Concilio Vaticano II.

Tras finalizar la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, el Papa Francisco asumió como magisterial el Documento Final cuyo contenido fue discernido y votado por una asamblea sinodal en la que no solo participaron obispos, sino también un significativo grupo de miembros del Pueblo de Dios de todo el mundo, un cambio radical en el ser y quehacer de la Iglesia.

Una carta de navegación

En consecuencia, el documento titulado "Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión" es parte del magisterio ordinario del Papa Francisco y la Iglesia latinoamericana y Caribeña presentará de manera oficial su contenido el próximo 28 de noviembre.

Una fecha emblemática para el continente que recuerda el tercer aniversario de la Asamblea Eclesial, considerada como uno de los primeros pasos del camino sinodal en Latinoamérica.

El evento, de carácter virtual, se efectuará a las 18:00 horas de Bogotá y contará con la participación de la Hna. Daniela Cannavina, Secretaria General de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR),  el teólogo Rafael Luciani, miembro del equipo de reflexión teológico-pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam); y Mauricio López, Director del Programa Universitario Amazónico (PUAM); tres ponentes cuya experiencia profesional y pastoral comprometida con el camino sinodal del continente, han aportado a la elaboración conceptual y práctica del Sínodo sobre la sinodalidad, cuyo documento final advierte que la misión implica a todos los bautizados.

Llamados por el Espíritu

Así, el Celam, la CLAR y Cáritas ALC, invitan a este espacio de diálogo e intercambio de saberes que ofrecerá elementos para comprender y analizar el documento final del Sínodo que ratifica que todos estamos “llamados por el Espíritu a la conversión”. Una transformación interior que debe hacerse visible en las relaciones, los procesos y vínculos que nos mueven a formar un pueblo de discípulos misioneros.

Se trata, ciertamente, de seguir avanzando en la propuesta de la Asamblea Eclesial hace tres años, un redescubrimiento de la teología bautismal, en la que entendemos la existencia de derechos y deberes para los creyentes, porque pensamos en una Iglesia constitutivamente sinodal en la que convergen todos los sujetos de la Iglesia: el laicado, el presbiterado, el episcopado, la vida religiosa y el Papa. Todos, integrados y dispuestos a mirar hacia el mismo horizonte.

De este modo, la presentación del Documento final del Sínodo se inscribe también en el itinerario delineado durante la Asamblea Eclesial, porque por una Iglesia sinodal en América Latina y el Caribe hemos de seguir trabajando para fortalecer la identidad bautismal y hacer que la sinodalidad alcance a permear el pensamiento, las realidades, prácticas culturales y estructuras eclesiales, como señala el documento final del Sínodo.

Superando fronteras

Acontecimientos como la primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, el apoyo en la creación y puesta en marcha de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, y la participación descentralizada de creyentes y no creyentes en el itinerario del Sínodo; constituyen tres procesos innovadores vinculados estrechamente con la sinodalidad que ha impulsado la Iglesia continental.

Al cumplirse tres años de la Asamblea Eclesial no se pueden desconocer elementos que se asumieron como parte del Sínodo, entre ellos la apertura a la nueva frontera misionera digital y la participación de los fieles en todos los niveles, de los que en la Asamblea eclesial surgieron 41 desafíos y más de 200 propuestas pastorales que posteriormente el continente Latinoamericano y Caribeño, hizo al Sínodo sobre la Sinodalidad.

Son acciones que constatan un deseo de articular el trabajo de bases,  jurisdicciones eclesiásticas y regiones del continente. Procesos sinodales caracterizados por la innovación que llegaron al Sínodo sobre la Sinodalidad del que ahora se presenta un documento que marca un nuevo punto de partida para todos y no podrá separarse de dinámicas como la escucha, el diálogo, el discernimiento comunitario y la audacia para hacer vida la sinodalidad.

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