Ser discípulos... Buscar con el corazón
“No seremos el discípulo modelo que nos hubiera gustado ser, pero podemos ser la debilidad, la fragilidad, en la que irradia el amor de Dios, la pobreza transfigurada por el poder de la gracia”.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
“Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón” (Jr 29,13) Si algo espera Dios de nosotros es que lo busquemos de todo corazón y la mejor manera de hacerlo es desde nuestra total disponibilidad a acogerle precisamente desde lo que somos “arcilla en sus manos para moldearnos”. Ofrecer a Dios lo que somos y queriendo que nos guíe, nos ayudará a crecer en su seguimiento, no con mis fuerzas sino siempre con su gracia.
Buscarle en nuestro día a día, porque ahí está, nos acompaña y por nuestra parte está responderle en la entrega de todo cuanto hacemos intentándolo vivirlo bajo su mirada, en su presencia, en la escucha de su Palabra, en el caminar de cada día desde la fe que alimenta la propia vida. Es poner la confianza en quien da sentido a la propia vida.
Leí un texto del que desconozco el autor, que encuentro extraordinario y tan cierto: “No seremos el discípulo modelo que nos hubiera gustado ser, pero podemos ser la debilidad, la fragilidad, en la que irradia el amor de Dios, la pobreza transfigurada por el poder de la gracia”. Lo importante no será que nuestra vida brille, que seamos los mejores, si lo vivimos desde nuestro propio yo, nuestras fuerzas y suficiencias sino más bien, que nuestra vida esté bien agarrada a Dios e irradie su amor en nosotros. Vale la pena una vida bien anclada en el Señor, solo si así es, podremos alcanzar la profundidad del amor verdadero.