Encender una vela

Encender una vela
Hay momentos en que se hace necesario parar, el recogimiento interior ayuda a la propia persona pero más aún, si en ese espacio y tiempo lo vivimos desde la presencia de Dios que habita en nosotros. Me ayuda y da paz el sencillo gesto de encender una vela, esa luz a veces ilumina la vida desde lo que se vive con sosiego y en otras se hace necesaria para que ilumine las distintas situaciones por las que se atraviesan aún más en las dificultades.

Buscar el silencio exterior a la luz de una vela es regalo que alimenta el alma, que hace coger aire, ese que te da la fuerza de sentirte guiada y en manos de Dios. Busquemos aquello que nos ayuda personalmente a apaciguar no sólo nuestro interior si no también nuestros pasos que viven acelerados, llenos a veces de muchas prisas, de tener que responder de muchas cosas, donde nos podemos perder el tiempo de pisar la huella de Dios.

A veces las semanas parece que vuelan, el tiempo pasa deprisa pero lo que nunca pasará rápido será el tiempo que Dios nos regala para saber vivirlo desde Él. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré” (Mt 11,28) Y en los momentos donde el cansancio o el agobio se haga presente en nuestras vidas, ojalá seamos capaces de encontrar la paz en el corazón. A mí me ayuda mucho encender una vela y respirar profundo sabiéndome en sus manos, protegida por el Señor que alivia también nuestros cansancios y nos da su LUZ para seguir el sendero. Aprovechemos de la luz que también nos proporcionan las personas que saben estar a nuestro lado en todo momento, con las que sabemos que podemos contar. Que el Señor nos ayude a ser luz para otros.Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.
Volver arriba