Llevar su cruz junto a Jesús

Cristo
“El que quiera ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame” (Ma 16, 24), decía Jesús a sus oyentes. Parece que el primero en seguir a Jesús con la cruz a cuestas fue Simón de Cirene, aunque en realidad no era su cruz la que llevaba sino la de Jesús. ¿No es esta una forma formidable de ayudar al prójimo oprimido por una serie de contrariedades a ayudarle a llevar sus preocupaciones, unirse a él en el dolor? No está sólo, comparto con él su cruz.

Cuando acepto llevar un peso con otro, tengo que ir al unísono de lo contrario cae el peso con el peligro de caer también nosotros y hacernos daño. Esto es lo que le debió ocurrir al Cirineo, tuvo que ir al compás de Jesús en la subida al Gólgota. Seguramente este hombre que regresaba de su jornada de trabajo debía tener ganas de llegar lo más pronto posible a su casa pero no, tuvo que ir al ritmo de Jesús ya muy agotado por todo lo que había sufrido.

En este caso, Simón más que tomar la cruz de Jesús tuvo que tomar su yugo para ir al compás de Jesús. El Salvador llevaba el peso de todos los pecados cometidos desde el origen del mundo. En nuestros días grises, pensemos que Jesús lleva con nosotros el peso que nos sentimos incapaces de llevar solos. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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