Miedo... Silencio oscuro
El miedo al silencio que enfría la vida… sólo puede ser superado si tenemos la mirada en confiar en aquel que da vida
| Gemma Morató / Hna. Conchi García
Cuando nos sentimos tristes solemos decir que la oscuridad ha llegado a nuestra vida, que en nosotros habita algo negro que no deja ver la realidad. La oscuridad muchas veces asusta, en muchas ocasiones… y es que no poder ver con claridad provoca en nosotros inseguridad y miedo.
Si lo pensamos bien, el silencio es algo positivo porque nos ayuda a crecer interiormente; el silencio nos da la oportunidad de conocernos a nosotros mismos, provoca paz, serenidad, encuentro personal…; pero es verdad que, si a ese silencio le ponemos el apellido de la oscuridad, la cuesta arriba se hace muy dura. El silencio oscuro no ayuda a caminar, pero debería de provocar en nosotros justamente lo contrario. Si sabemos que hay algo que es negativo, negro… que no nos deja avanzar, tendríamos que ser valientes y fuertes para convertir lo escabroso en llano y lo oscuro en luz.
“Una sola Palabra tenía Dios para decirnos, y esta Palabra es Jesucristo, y Dios la pronuncia en el eterno silencio. Y es en el silencio donde ha de ser escuchada por el alma” (San Juan de la Cruz)
El miedo a la oscuridad, a lo que no vemos; el miedo al silencio que enfría la vida… sólo puede ser superado si tenemos la mirada en confiar en aquel que da vida, que crea vida y que regala vida. Dios nos ofrece dicha vida para que sea vivida con alegría, por eso, aún en el silencio Dios se hace presente para pronunciar nuestro nombre y amarnos.