“Yo, Jeremías, bajé y encontré al alfarero trabajando el barro en el torno. Cuando la vasija que estaba haciendo le salía mal, volvía a hacer otra con el mismo barro, hasta que quedaba como él quería. Entonces el Señor me dijo: “¿Acaso no puedo hacer yo con vosotros, israelitas, lo mismo que este alfarero hace con el barro? Vosotros sois en mis manos como el barro en las manos del alfarero. Yo, el Señor, lo afirmo” (Je 18,1-6).Este texto del profeta Jeremías me inspira situaciones distintas:Dios que es todopoderoso puede hacer lo que los hombres no podemos. Ante una enfermedad, por ejemplo, los médicos pueden luchar y buscar un remedio que la llegue a superarla pero la vida y la muerte están en manos del Señor.
Él puede deshacer la vasija y hacer otra con el mismo barro.
Mirado al nivel espiritual, él modela al hombre a su imagen y semejanza; desea que las vasijas salidas de sus manos sean perfectas, pero como
ha dado libertad al hombre, éste puede revelarse a su voluntad. Dios no quiere el mal para su criatura pero si ésta se empeña lo respeta.
La santidad consiste en estar en sintonía con la voluntad de Dios como la arcilla entre las manos del alfarero.Seamos dóciles entre las manos de este gran alfarero que es Dios Padre.Texto: Hna. María Nuria Gaza.