¿Habremos superado ya, como nos dicen, una etapa de confinamiento? ¿Hemos entrado en un tiempo de normalidad que parecía perdido y casi olvidado?

¿Es ahora cuando emprenderemos un tiempo nuevo, cuando podremos poner en práctica cuanto hemos expresado en este tiempo?

El ansiado regreso a la normalidad parece que va llegando a todos los niveles, aunque sea de forma lenta y paulatina, y se vaya produciendo por sectores geográficos o por edad, creando interrogantes, dudas y seguridades.

Si hemos descubierto aquello que es realmente importante en nuestras vidas, si aún en medio del desasosiego y quizás de la enfermedad hemos atisbado en el horizonte de cada uno aquello que es en verdad importante, ¿vamos a dejar ahora que se pierda?

Poder gozar con las cosas más simples y habituales, sin esperar grandes acontecimientos, disfrutar con la compañía de los seres más cercanos, no puede quedarse como algo que ocurrió, pero ya perdimos.

Es precisamente ahora cuando se nos pide defender cuanto hemos expresado. Recordar que con poco se puede ser feliz, que la mayoría de necesidades nos las creamos nosotros mismos y en general no son tales, que estar en casa es algo también bueno.

El camino de regreso a la normalidad no va a ser fácil especialmente cuando deseamos que esta normalidad sea nueva y acoja los valores que hemos descubierto de nuevo.

Si sabemos no olvidar lo vivido, si cuanto hemos aprendido queda grabado para siempre en nuestro corazón, si no tenemos miedo de enfrentarnos a la antigua escala de valores y buscamos con ánimo nuevo la construcción del mundo soñado, quizás en verdad podremos evaluar como positiva esta etapa que tanto nos hace sufrir, de formas bien distintas según los parámetros de cada uno.