Confiar... Tenemos el hoy, ¿qué será mañana?
No nos puede fallar ni la esperanza ni la confianza puestas en lograr una sociedad más justa y honrada. Esta afirmación nos lleva a caminar seguros de que entre todos lograremos hacer nacer un mundo nuevo, porque cada uno, habremos tenido la posibilidad de experimentar lo que puede ser un “mundo nuevo”, repensar nuestra escala de valores y sobre todo habremos visto de cerca cuan efímeras son las “construcciones” de una sociedad que parecía haber perdido los valores más esenciales de la ayuda mutua y la verdadera fraternidad.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
Llevamos ya medio año desde que se declaró la emergencia sanitaria y quedamos la mayoría recluidos en nuestras casas sin tiempo ni de pensarlo ni prepararnos para ello.
Un hecho así no podrá pasar desapercibido en los estudios históricos y sociales que se realizarán en los tiempos futuros. Las reacciones de la gente, sus esfuerzos para proseguir la vida, los intentos de continuar y la aceptación de los desastres de tantos tipos que se han sucedido no podrán pasar inadvertidos durante mucho tiempo.
Todas las facetas de la vida han quedado en suspenso, pendientes de una valoración nueva que debe ser más profunda de cuanto ahora podemos realizar.
No nos puede fallar ni la esperanza ni la confianza puestas en lograr una sociedad más justa y honrada. Esta afirmación nos lleva a caminar seguros de que entre todos lograremos hacer nacer un mundo nuevo, porque cada uno, habremos tenido la posibilidad de experimentar lo que puede ser un “mundo nuevo”, repensar nuestra escala de valores y sobre todo habremos visto de cerca cuan efímeras son las “construcciones” de una sociedad que parecía haber perdido los valores más esenciales de la ayuda mutua y la verdadera fraternidad.
Por nuestra fe creemos que Dios nos va dando siempre aquello que nos es mejor y nos muestra el camino para alcanzar nuestra salvación. Ahora nos queda mirar de comprender que precisamente este camino tan distinto, que nos conlleva tantas limitaciones, es bueno para todos, y es el verdadero camino para lograr la salvación, aunque se nos haya hecho más estrecha aun la senda de nuestro caminar.
Pero esta es la parte del camino que nos toca hoy recorrer, apoyados en la fe, confiando en el amor de Dios que se manifiesta en el amor de los hermanos y esperando el mundo nuevo que sin comprenderlo aún ya va naciendo. Aquellos que sean capaces de imaginar lo nuevo, vivirán, los que pretendan olvidar cuanto hemos vivido y recuperar la vida allí donde estábamos hace ya seis meses, como si nada hubiera sucedido, perderán sus energías y morirán.