La oración según Tertuliano

“Nosotros somos, pues, verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes cuando oramos en espíritu y ofrecemos a Dios nuestra oración como aquella víctima propia de Dios y acepta a sus ojos.
Esta víctima ofrecida del fondo de nuestro corazón, nacida de la fe, nutrida con la verdad, intacta y sin defecto, íntegra y pura, coronada por el amor, hemos de presentarla ante el altar de Dios, entre salmos e himnos, acompañada del cortejo de nuestras buenas obras, y ella nos alcanzará de Dios todos los bienes.
¿Podrá Dios negar algo a la oración hecha en espíritu y verdad, cuando es él mismo que nos la pide? ¡Cuántos testimonios de su eficacia no hemos leído, oído y creído!
En el pasado la oración alejaba las plagas, desvanecía los ejércitos de los enemigos, hacia cesar la lluvia. Ahora la verdadera oración aleja la ira de Dios, implora a favor de los enemigos, suplica por los perseguidores. Cristo la quiso incapaz del mal y todopoderosa para el bien.
La oración perdona los delitos, aparta las tentaciones, extingue las persecuciones, consuela a los pusilámines recrea a los magnánimos, conduce a los peregrinos, mitiga las tormentas, aturde a los ladrones, alimenta a los pobres, rige a los ricos, levanta a los caídos, sostiene a los que van a caer, apoya a los que están de pie”.
El Papa emérito Benedicto XVI,comentaba sobre este autor que con “el transcurso de los años se volvió cada vez más exigente con los cristianos pretendiendo en cualquier circunstancia un comportamiento heroico”. Y continua: “Pienso mucho en esta gran personalidad moral e intelectual. Se ve que al final le falta la sencillez, la humildad de insertarse en la Iglesia, de aceptar sus debilidades, de ser tolerante con los demás y consigo mismo. Cuando uno ve solamente la grandeza del pensamiento propio, resulta que es precisamente esta grandeza la que se pierde. La característica esencial de un gran teólogo consiste en la humildad de estar con la Iglesia, de aceptar sus debilidades y las propias, porque solo Dios es realmente santo. En cambio, nosotros, necesitamos siempre que nos perdonen”.
Tertuliano es siempre un testigo interesante de los primeros tiempos de la Iglesia, cuando los cristianos empezaron a ser sujetos de “nueva cultura” al confrontarse con la herencia clásica. Texto: Hna. María Nuria Gaza.