¿Qué es la oración?

Pero, situados en el aspecto de la oración, ¿qué es la oración? Corrientemente se considera una conversación entre un yo y un tú. Pero por supuesto, con un Tú en mayúscula. Esa experiencia de oración enseña que aunque parece que el YO es lo más importante, nos damos cuenta de que en realidad las cosas no son así, porque la iniciativa siempre parte de Dios.
También te das cuenta con la experiencia de que la oración puede cambiar la vida, ya que aparta nuestra atención de nosotros mismos para abrirnos a algo mucho más grande, que nos sobrepasa pero donde sabemos que encontramos lo que necesitamos. Si sólo nos miramos a nosotros, contemplándonos como los únicos posibles… no podremos reconocer en el otro las posibilidades que también tiene y que pone al servicio de los demás, veremos nuestros inmensos aspectos positivos pero si somos sinceros también veremos nuestras limitaciones y deficiencias. Si por el contrario, somos capaces de salir de nuestro yo y ponemos los ojos en Dios, entonces sí que podremos llenarnos de esperanza y nuestro corazón se iluminará por la luz de la verdad.
Rezar no es únicamente para pedir algo a Dios, aunque bien existe la oración de petición, también hay otra dimensión que es la que nos hace crecer como personas, porque en la medida que dejamos de pensar únicamente en nosotros mismos, ya estamos abriéndonos a la realidad de los otros, a la mirada de Dios. Rezar es escuchar y amar.
La oración da fuerza e ilumina el camino del hombre. En el silencio profundo de la oración nos reconocemos a nosotros mismos, al otro y nos acercamos a Dios, que nos libera de todo aquello que nos oprime y confunde. Por ello es importante el silencio en el momento de orar, porque es gracias a éste que podemos tener la experiencia de encuentro con ese Dios que nos ama y está preparado para acogernos.
Decía Juan Pablo II: “Orando en medio de las dificultades de la vida, oyó estas palabras del Señor. “Te basta mi gracia, la fuerza se realiza en la debilidad”. La oración es la primera y fundamental condición de la colaboración con la gracia de Dios. Es menester orar para obtener la gracia de Dios y se necesita orar para poder cooperar con la gracia de Dios”.Texto: Hna. Conchi García.