| Gemma Morató / Hna. Maria Núria Gaza
La llegada de la primavera cuando la naturaleza revive, es tiempo que invita a salir al campo. Es maravilloso ver como toda la naturaleza despierta del largo letargo del invierno.
En el Génesis leemos como todo lo que Dios creó era bueno; pero parece que no todos los habitantes del planeta están de acuerdo en respetar la belleza de la creación.
Es en muchos lugares donde en vez de respetar lo que la naturaleza nos ofrece como hermosura, los hombres se esfuerzan en dejar desorden y fealdad. Me pregunto si tanto cuesta dejar los restos de una comida recogidos, incluidos los envases. Generalmente los ayuntamientos se han esmerado en poner lugares donde colocar los restos no utilizables de los picnics. Con esto todos ganamos, los lugares naturales guardan su encanto y todos gozamos de encontrar los parajes naturales en orden.
El orden o desorden que dejamos tras nuestros pasos somos los propios transeúntes que lo disfrutamos o sufrimos. El orden es una señal de respeto y aprecio por lo que generalmente recibimos gratuitamente. ¿Qué nos cuesta respetarlo? Un mínimo esfuerzo y con ello todos ganamos.