Fe... Cómo lo puedo saber
Cuando explicamos el camino de la fe corremos el riesgo de dar por conocidas realidades que quizás hoy pocos conocen: la historia del pueblo de Israel, la vida de Jesús, los sacramentos, la Iglesia...
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
“Como lo voy a saber si nadie me lo explica”, esta frase que encontramos en el capítulo 8 del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 8, 26-40) es uno de los textos que nos muestra el camino de toda catequesis.
El ministro de Candace, reina de Etiopía, va leyendo un texto de Isaías sin poder entender cuanto significa, a pesar de su deseo de conocer mejor el texto él mismo reconoce que necesita alguien que le explique lo que está leyendo. El apóstol Felipe, partiendo de dicho texto, le va explicando su sentido hasta llegar a Jesús.
Cuando como catequistas explicamos el camino de la fe corremos el riesgo de dar por conocidas realidades que quizás hoy pocos conocen: la historia del pueblo de Israel, la vida de Jesús, los sacramentos, la Iglesia y tantos aspectos que antes eran transmitidos por la misma cultura familiar o social y que hoy son ignorados por la mayoría, aun en su buena fe.
Quizás hay muchas personas no pueden creer porque nadie les ha explicado el camino de la fe, quizás nadie ha logrado conducirlos desde su poco o mucho conocimiento religioso hasta Jesús, el Resucitado, el Salvador.
Felipe sabe partir del texto que el personaje está leyendo, y sin prisas le va guiando hasta Jesús. Nadie nos dice que la conversación fuera corta, o se redujera a un monólogo, posiblemente surgieran interrogantes y silencios, pero la acción del Espíritu pone en boca de Felipe las palabras adecuadas para que el corazón del no creyente se abra a la fe.
Deberíamos intentar ser como Felipe, transmisores de la fe, catequistas que, partiendo de la realidad de cada persona, supiéramos situarnos a su lado para ir explicando al no-bautizado el camino de la fe, hasta el inicio de la vida creyente, recorriendo pasaje tras pasaje los textos que nos van acercando a Jesús.
Después, como Felipe, podremos continuar nuestro camino para ayudar a otros en su búsqueda de Dios.
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