Un sueño breve De Ábalos a Ignacio de Loyola
"Mirar a un hombre a quien nunca he visto ni conocido y decirle lo que yo haría en su lugar"...
"Mirar a Antonio Costa, ex primer ministro de Portugal y comprobar cómo, al dimitir, dejó clara su inocencia"
| José Ignacio González Faus
Parece que Ignacio de Loyola ha sido reconocido como gran psicólogo, incluso por gentes totalmente ajenas al mundo eclesial o religioso. Y he aquí que, a la hora de tomar una decisión, Ignacio da, entre otros, este consejo: “mirar a un hombre a quien nunca he visto ni conocido, y deseando yo toda su perfección, considerar lo que yo le diría que hiciese… Y haciendo yo así mismo, guardar la regla que pongo para el otro” (EE 185).
Pues va y la otra noche soñé que el señorÁbalos, que nunca me ha visto ni conocido, me veía puesto en la difícil situación en que él se encuentra por culpa del caso Koldo García Izaguirre. Y argumentándole yo que no voy a renunciar a mi escaño porque eso sería quedar como corrupto cuando soy inocente, me respondía: “¡al revés! Si no renuncias a tu escaño es cuando pasarás por culpable; y con eso rebajas la presunción de inocencia que ahora te asiste: porque, como diputado, te agarras a una inmunidad y un sueldo que no quieres perder. Ten en cuenta que nadie te acusa de culpable, sino solo de una falta de responsabilidad en algo que ha ocurrido en tu departamento. En este contexto tu presunción de inocencia es mucho más seria y no queda empañada por el hecho de que dimitas”.
Como yo me resistía insistiendo en que dimitir es reconocerse culpable, me refutó diciendo: “fíjate en el socialista Antonio Costa, anterior primer ministro de Portugal. Nada más estallar un escándalo de supuesta corrupción que afectaba al gobierno, dimitió de su cargo. Pasado el tiempo parece cada vez más claro que ese Costa era inocente. Se jugó el tipo por la dignidad de la política y le ha costado caro, pero ha salido dignificado él, y ha dado un ejemplo supremo de la dignidad de la política”.
Yo insistí en que el partido por el que tanto hice me había tratado mal y sin compañerismo. Pero como los buenos políticos saben más que yo, tuve que escuchar una cita de J. F. Kennedy presidente de EEUU y artista de frases brillantes: “no has de preguntarte qué puede hacer tu patria por ti, sino qué puedes hacer tú por tu patria”. Y luego me añadió: “solo así funcionan bien todos los equipos, sean de fútbol o de política. Y de no renunciar le harías un flaco servicio a tu partido que ya estaba en situación precaria y al que últimamente se le han complicado más las cosas”.
Me fui quedando sin palabras pero también sin ganas de cambiar: “ya estoy bien donde estoy” pensaba. Y mi interlocutor me dijo que muchas cosas que a corto plazo parecen las más cómodas, acaban siendo las más nocivas a largo o medio plazo. A lo mejor aún hay tiempo de corregir una decisión ya tomada, arguyendo que “rectificar es propio de sabios”. (Aunque en este país hay algunas figuras bien conocidas, de uno u otro lado, que siempre actuaron como si creyeran que los sabios no deben rectificar nunca sino presumir siempre de lo que hicieron. Pero bueno: a lo mejor es eso lo que les enseñaron de pequeños).
De golpe me desperté y me alegré mucho de no ser el señor Ábalos. ¡Qué suerte la mía!
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