"Los mismos que proclaman que no hay un derecho al aborto, defienden a capa y espada el derecho a portar armas" ¿Derecho al aborto?
Una de las cosas más serias que dijo Simone Weil es que la Declaración de los derechos humanos será papel mojado si no va acompañada por otra declaración universal de los deberes humanos.
El pensamiento occidental ha dicho en sus mejores exponentes que la misión del legislador no es imponer la moral sino buscar el bien común.
en la manera individualista con que gestionamos hoy los derechos humanos, resulta que los más amenazados son los derechos de aquellos que no tienen voz
Estamos degradando el sagrado tema de los derechos humanos convirtiéndolo en una legitimación de deseos o caprichos propios
en la manera individualista con que gestionamos hoy los derechos humanos, resulta que los más amenazados son los derechos de aquellos que no tienen voz
Estamos degradando el sagrado tema de los derechos humanos convirtiéndolo en una legitimación de deseos o caprichos propios
Una de las cosas más serias que dijo Simone Weil es que la Declaración de los derechos humanos será papel mojado si no va acompañada por otra declaración universal de los deberes humanos. Temo que así va ocurriendo. Y un ejemplo de ellos puede ser el derecho al aborto, vuelto a poner sobre la mesa por la decisión del tribunal supremo de EEUU.
Vaya por delante que aunque no creo que exista un “derecho” al aborto (como luego explicaré) soy totalmente partidario de una “despenalización” del aborto. En este caso cabría hablar de un derecho meramente “legal” y local (según países). Pero está claro que quienes invocan el derecho al aborto se refieren a un derecho de los que antes llamábamos “naturales” o un derecho moral, y universal por tanto.
1.- Despenalización.- Soy partidario de la despenalización del aborto porque el pensamiento occidental ha dicho en sus mejores exponentes que la misión del legislador no es imponer la moral sino buscar el bien común. ¡Si eso se decía en una sociedad confesional, de cristiandad, cuánto más valdrá para una sociedad plural y laica! Con el ejemplo que solía ponerse entonces, despenalizar la prostitución no significa que exista un derecho a prostituirse ni a irse de putas, sino solo que aquello resultaba entonces mejor para el bien común. (Este ejemplo puede que ya no valga para hoy y así es atacado por muchas feministas; pero lo que importa ahora no es el contenido del ejemplo sino el modo social de proceder).
Dicho lo cual, repito que defiendo una despenalización del aborto por razones de bien común; y no iré a Madrid a manifestarme este domingo, por más que me inviten a ello obispos y correos electrónicos: los abortos se evitarían mucho más proporcionando salidas que promulgando leyes. Y además me temo que esa manifestación tan cacareada y con tantos autobuses montados desde toda España, no es para defender el derecho a la vida sino para atacar al gobierno. ¿Por qué no montan otra manifestación para protestar contra muchas cosas que ocurren en los CIEs? A lo mejor a esa sí que me apuntaba…
2.- Derecho.- Dicho todo eso, quiero proclamar que no creo que exista un derecho al aborto. Me refiero a un derecho no meramente positivo sino natural y universal, como antes dije. Pues, si al final resultara como dicen algunos, que la razón definitiva dada por el Tribunal Supremo de EEUU para negar el derecho al aborto, es que ese derecho “no está contenido en la Constitución estadounidense”, entonces estaríamos ante un caso particular de un país particular, del que no podrían sacarse las consecuencias morales universales que se pretende sacar. Y lo único que cabría deducir es que, a los autores de tamaño argumento, cuando eran niños, no debieron ponerles en los informes escolares aquello de “progresa adecuadamente”…
No creo que exista ningún derecho a eliminar una vida con destino humano. Sé además, por haberlas tratado, que mujeres que se profesan de izquierdas, ateas o creyentes, comparten esa opinión aunque no tengan audiencia en nuestros medios de comunicación.
Otras voces protestan indignadas porque eso puede poner en peligro la vida de muchas mujeres. Y da la casualidad de que esa protesta se levanta el mismo día en que mueren en Melilla 18 jóvenes (que añadir a los centenares de muertos en pateras) por ejercer un derecho bien natural, como es el derecho a emigrar del propio país cuando uno no puede vivir en él. Parece que unas muertes son simplemente noticias y otras son canalladas. Y conviene añadir que, en la manera individualista con que gestionamos hoy los derechos humanos, resulta que los más amenazados son los derechos de aquellos que no tienen voz y, por eso, no pueden defenderse: los derechos de los niños, de los bebés, de muchos seres humanos del mundo pobre.
3.- Derechos.- La importancia que tiene el caso que tratamos no es meramente la del tema del aborto. Es que parece ser un ejemplo de cómo estamos degradando el sagrado tema de los derechos humanos convirtiéndolo en una legitimación de deseos o caprichos propios. Si el hombre es un lobo para el hombre, el derecho es algo mío, que defenderé como la presa que ha encontrado un animal. Si el hombres es “el ser supremo para el hombre”, el derecho es la llamada a un enorme respeto, que solo querrá resolver los conflictos dialogando.
En cambio hoy, los mismos que proclaman que no hay un derecho al aborto, defienden a capa y espada el derecho a portar armas, aunque luego sucedan todas las matanzas que hemos ido conociendo estos últimos días (y recordemos aquí las últimas palabras de Francisco: ¡ningún país tiene derecho a poseer armas nucleares!). El “sacrosanto derecho de propiedad” es el más falseado y absolutizado: porque tiene una extensión reducida y se le da una extensión ilimitada. Pero ¿quién se atreve a tocar eso? Porque no es precisamente una zona erógena, sino una zona superirritable.
Hay también gente que nos habla de los derechos “de los animales”, desconociendo que los derechos son propiedad solo de seres personales y que la seriedad de lo personal es tanta que una persona puede tener deberes para con realidades carentes de personalidad. Pero una cosa es decir que una persona tiene obligación de no maltratar a los animales (por eso aspiro a la supresión de la llamada “fiesta nacional” por muchos rasgos atractivos que tenga), y otra que los animales son sujetos de derechos. Tampoco la tierra tiene derechos y sin embargo el ser humano tiene deberes muy serios para con la tierra. Que, por cierto, tanto Putin como Biden se los están pasando por el forro: porque ahora construirán oleoductos para llevar el gas ruso a Asia y el americano a Europa (como se habla también de que Alemania va a volver al carbón), y todo eso será la última puñalada mortal a la tierra, que desbaratará todas las aspiraciones y obligaciones ecologistas. Hablé otra vez del derecho de todo catalán a ser independentista: pero eso no sirve para camuflar un inexistente “derecho a decidir” que, desde el punto de vista internacional, no está reconocido por todos los juristas y, desde el punto de vista nacional, no está reconocido hoy (y ojalá lo esté algún día) por la Constitución española.
Todas esas alusiones aspiran a poner sobre la mesa la pregunta que hoy me parece muy importante: ¿Estamos desfigurando y prostituyendo todo el tema de los derechos humanos convirtiéndolo en una falsa justificación de egoísmos propios? Porque, de ser así, estamos poniendo en un serio peligro, tanto la convivencia humana como la llamada “casa común” (que solo merecerá ese nombre si de veras hay convivencia entre todos). Esto era lo importante.
Volviendo al tema del aborto con el que abrimos estas reflexiones quisiera evocar otra vez un viejo artículo de Gustavo Bueno, ateo convicto y confeso, quien declaró hace años en “Nueva España” que él, como materialista y hombre de izquierdas, era contrario al derecho al aborto. Más tarde explicó en una entrevista a “El Mundo” (11.07.2009): que el problema del aborto no es asunto de moral sino de estupidez. ¡Con la cantidad de medios que hay para no quedarse embarazada, quien se embaraza solo puede ser porque es imbécil! (habría que añadirle a Gustavo: “o porque es víctima” como es el caso de muchas prostitutas). Así el mal llamado derecho al aborto se convierte en el “derecho a follar irresponsablemente”. Y no está mal darles a las cosas a veces otro nombre, a ver si eso nos hace pensar un poco.
Porque, como diría Graham Greene, a lo mejor está ahí “the heart of the matter”.
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