Clausurada la Plenaria en donde el Vaticano forzó a no votar el Comité Sinodal Alemania: Los obispos, entre la espada (de Roma) y la pared (de los laicos)
Los obispos alemanes, tras su plenaria de Ausburgo, apelan al diálogo con Roma, a sabiendas de que no es lo que quieren los elementos más inconformistas del Camino Sinodal. La apuesta de Bätzing es hacer entender a los cardenales de Curia la pertinencia de, en pleno proceso sinodal mundial, mantener el proceso específico que se está llevando a cabo en Alemania con su Camino Sinodal, pero plenamente insertado en ese proceso sinodal universal
Lo que no está claro es si Roma atenderá esa petición o exigirá que, antes de continuar, se cambie el significado del Comité Sinodal. De momento, la Conferencia Episcopal Alemana lo ha dejado en el dique seco. Aunque en Alemania se temen que esa reunión avance poco en diálogo y más en imposición. Y entonces, Bätzing sí tendría un verdadero dilema: mirar a Roma o escuchar a los fieles
Fin de la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Alemana, pero no de la incertidumbre que pesa sobre la mayor parte de los obispos que la componen, conscientes de que caminan sobre el filo de la espada ante los requerimientos del Vaticano de echar el freno a las reformas que han puesto en marcha desde 2019, y el constante aguijoneo de los laicos organizados en el ZdK, que les piden continuar con la implementación de los acuerdos adoptados en el marco del Camino Sinodal sin atender las cada vez más serias advertencias romanas.
El lunes 19 de febrero, los obispos alemanes comenzaron su llamada plenaria de primavera de una manera muy distinta a la que habían previsto. La carta enviada por el Vaticano con la petición de que retirasen de la orden del día de su asamblea la votación del llamado Comité Sinodal supuso un volantazo en el guion y condicionó todo el desarrollo de la misma.
El secretario de Estado, Pietro Parolin, y los cardenales Víctor Manuel Fernández y Robert Prevost, prefectos de los dicasterios para la Doctrina de la Fe y los Obispos, respectivamente, enviaron la misiva que dejó helado al presidente del Episcopado, George Bätzing (a su vez copresidente del Camino Sinodal alemán, cargo que comparte con la presidenta del Comité Central de los Laicos Alemanes, ZbK).
Los obispos no podían votar esa semana, sin antes haber tenido un encuentro con el Vaticano, la aprobación del llamado Comité Sinodal, un ente nacido de las asambleas del Camino Sinodal desarrolladas desde 2019 y que, en la práctica, está formado por obispos, laicos y consagrados que asesorarán en el gobierno de la Iglesia germana.
Los miedos del Vaticano
Para el Vaticano, esta medida es inaceptable, se sale del marco del Derecho Canónico, sienta un peligroso precedente que luego podrían imitar otras Iglesias nacionales, amenaza de manera directa la comunión con Roma y enmarca las relaciones con el Sucesor de Pedro al borde del cisma.
Bätzing -él mismo partidario de seguir dando pasos en la reforma de una Iglesia afectada por una fuerte crisis tras el estallido de los casos de abusos sexuales en Alemania, que fueron considerados sistémicos, propiciando una salida en masa de fieles como forma de protesta- mandó parar máquinas inmediatamente: esta plenaria no votaría los estatutos del Comité Sinodal, pero instaba a Roma a mantener cuanto antes conversaciones para no dilatar más el plazo, puesto que consideran que ahora es el marco apropiado, tanto porque así se lo ha solicitado el Camino Sinodal en sus resoluciones, como por el hecho de que la Iglesias universal está inmersa en lo que consideran un Sínodo trascendental, y en cuya primera fase celebrada el pasado octubre en Roma estaban ya contenidas buena parte de las peticiones avanzadas por los católicos alemanes.
Pero si el presidente del Episcopado logra ganar tiempo con Roma, la decisión de paralizar la aprobación causó un gran enfado entre los miembros del propio Comité Sinodal, que descalificaron la intervención de los cardenales de Curia, por ls que, en algunos casos, incluso animaban a enfrentarse con todas las consecuencias que ello pudiese lleva aparejado.
Y el malestar continúa entre ellos una vez que se ha clausurado la Plenaria de primavera. Los únicos satisfechos parecen ser los cuatro obispos que, desde un primer momento, han estado en contra del Camino Sinodal y han sido los que, de manera recurrente, han apelado a Roma para que tomase medidas ante lo que consideraban una actuación al margen de la comunión con el Vaticano.
Humillar a la Iglesia en Alemania
Desde el Camino Sinodal se tiene la sensación de que Roma ha humillado de nuevo a la Iglesia alemana y, por ello, anima a los miembros del Comité Sinodal a buscar alianzas en otras realidades eclesiales, y mira, en este sentido, a lo sucedido durante el Sínodo de la Amazonía, donde consideran que sus reivindicaciones y planteamientos han cosechado mayor simpatía -también por parte del Papa Francisco, quien sin embargo ha estado muy duro con ellos, llegando a decir que Alemania ya tenía una Iglesia protestante-.
Die heute bei der Frühjahrs-Vollversammlung in Augsburg veröffentlichte Erklärung der deutschen Bischöfe „Völkischer Nationalismus und Christentum sind unvereinbar“ finden Sie auf unserer Internetseite unter https://t.co/CwtrD4PnCrpic.twitter.com/sQIQ6zJHoV
— Deutsche Bischofskonferenz (@dbk_online) February 22, 2024
Ahora, los obispos alemanes, tras su plenaria de Ausburgo, apelan al diálogo con Roma, a sabiendas de que no es lo que quieren los elementos más inconformistas del Camino Sinodal. La apuesta de Bätzing es hacer entender a los cardenales de Curia la pertinencia de, en pleno proceso sinodal mundial, mantener el proceso específico que se está llevando a cabo en Alemania con su Camino Sinodal, pero plenamente insertado en ese proceso sinodal universal.
Dos formatos reformistas, distintas velocidades
Ambos formatos, aduce Bätzing, van en la misma línea reformista, aunque con distintas velocidades y acentos, eso es verdad, y en Roma los ven prácticamente inasumibles. Pero el presidente de los obispos alemanes está dispuesto emplearse a fondo en la reunión que, en principio mantendrán ambas partes el próximo mes de junio.
Lo que no está claro es si Roma atenderá esa petición o exigirá que, antes de continuar, se cambie el significado del Comité Sinodal. De momento, la Conferencia Episcopal Alemana lo ha dejado en el dique seco. Aunque en Alemania se temen que esa reunión avance poco en diálogo y más en imposición. Y entonces, Bätzing sí tendría un verdadero dilema: mirar a Roma o escuchar a los fieles.