El jesuita y coordinador del C-9 recibe esta mañana a Francisco a su llegada al Gran Ducado Cardenal Hollerich: “Luxemburgo es una periferia de la Iglesia”
Somos una periferia. Ciertamente somos un país muy rico. Pero somos una periferia de la Iglesia porque somos un país muy secularizado. Las parroquias de Luxemburgo están lejos de estar vivas". Así, sin paños calientes justifica el cardenal arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich, la visita del papa Francisco a su país, que se inicia esta mañana
En Luxemburgo -prosigue- debemos mirar nuestra realidad y no idealizarla mirando al pasado. Debemos vivir en nuestros tiempos y ver a Dios que está presente en nuestra cultura. Aquí es donde encontraremos las señales para renovar nuestra Iglesia. Desgraciadamente todavía quedan muchas cosas que tendremos que cerrar, restos del pasado. Yo vengo de esta Iglesia así que siempre me duele. Pero tengo la esperanza de que estemos caminando con Dios y que él nos guíe"
"Somos una periferia. Ciertamente somos un país muy rico. Pero somos una periferia de la Iglesia porque somos un país muy secularizado. Las parroquias de Luxemburgo están lejos de estar vivas". Así, sin paños calientes justifica el cardenal arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich, la visita del papa Francisco a su país, que se inicia esta mañana, como una escala previa a su viaje a Bruselas, hasta el domingo 29 de septiembre.
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Sin embargo, el purpurado jesuita y muy cercano al Papa, señala otra característica de la Iglesia en su país: el aporte de otras comunidades a la vida de la Iglesia: "El Papa viene a visitar una nueva realidad, ya que somos un país internacional, con la mitad de nuestros habitantes que no son oriundos. Si voy a una de las misas dominicales en portugués, generalmente no encuentro suficientes sillas en las iglesias. Lo mismo ocurre con la misa inglesa. En la ciudad de Luxemburgo también hay muchos franceses y la fe está muy viva".
Sobre la imagen que existe en el Gran Ducado sobre el Papa, Hollerich, de 66 años y miembro del C9, señala -en entrevista con Cath.ch- "que es visto como un Papa que conoce el mundo y sus problemas y que actúa. Por supuesto, hay gente a la que no le agrada el Papa. Tenemos en nuestros países el Libre Pensamiento, la asociación de ateos y humanistas, que ciertamente no se alegran de su llegada".
"Radicalmente evangélico"
"También hay católicos de izquierda y de derecha que no están contentos. Algunos en la izquierda lo consideran conservador en la cuestión de la ordenación de las mujeres, el celibato sacerdotal, etc. A algunos de la derecha no les gusta por otras razones. No entienden que el Papa es radical en la misericordia. No es liberal. Es radicalmente evangélico", apunta el cardenal.ç
En cuanto al mensaje que Francisco puede dejar tras esta jornada en Luxemburgo, y todavía muy reciente el viaje de doce días por el Sudeste asiático y Oceanía, el también relator del Sínodo de la Sinodalidad -que comienza la próxima semana- señala que "el papa Francisco anuncia el Evangelio puro. Estoy muy feliz de que venga a decirnos esta palabra que llama a la conversión"
"En Luxemburgo -prosigue- debemos mirar nuestra realidad y no idealizarla mirando al pasado. Debemos vivir en nuestros tiempos y ver a Dios que está presente en nuestra cultura. Aquí es donde encontraremos las señales para renovar nuestra Iglesia. Desgraciadamente todavía quedan muchas cosas que tendremos que cerrar, restos del pasado. Yo vengo de esta Iglesia así que siempre me duele. Pero tengo la esperanza de que estemos caminando con Dios y que él nos guíe".
"Señales de esperanza"
En este sentido, apunta "señales de esperanza", como "la vitalidad de la comunidad portuguesa", pero "también puedo mencionar a los jóvenes", añade. "Por supuesto, no hay muchos. Pero vemos en ellos una profundidad espiritual que antes no existía. Acompañé a 200 jóvenes en autobús a la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. Encontré en ellos un sentido de oración y de Dios. Hace cuarenta años se enfatizó la acción cristiana. Hoy los jóvenes quieren saber quién es Dios y, tocados por la gracia, actuar".
Una Iglesia europea más humilde
En cuanto a la realidad del conjunto de la Iglesia en el continente europeo, el cardenal luxemburgués reclama "una actitud de humildad". "Ya no somos dueños de otras Iglesias. Estuve este verano en Benín y en el Congo y fui testigo de una Iglesia viva, con liturgias que toman tiempo y hacen felices a los fieles. En casa, algunos habrían mirado el reloj. A veces, en Europa, la misa es más un deber que un placer. También conozco Asia, con sus Iglesias pequeñas y vibrantes. Ya podemos ver el bien para la Iglesia de Europa en tener un Papa que no sea europeo. Es una bendición para el continente".
"Lo que la Iglesia europea conserva es su herencia espiritual y cultural y también el ejercicio de la inteligencia filosófica y teológica. Debemos convertirlo en un recuerdo vivo. Debemos nutrirnos de él no para volver al pasado, sino para vivir el hoy de Dios, como demostró el Papa Benedicto XVI durante su pontificado", concluye Hollerich, quien esta mañana recibe a Francisco en el aeropuerto del Gran Ducado.