Tras "la oposición significativa" que ha tenido por parte de otros obispos de Estados Unidos McElroy reitera, tajante, que divorciados y miembros del colectivo LGTB "no deben ser excluidos categóricamente de la comunión"
"Tras un artículo escrito en America, la revista de los jesuitas estadounidenses, uno de sus hermanos, el obispo de Springfield, Thomas J. Paprocki, le viene a acusar de mantener planteamientos heréticos sobre su postura con respecto a la comunión de los divorciados y personas LGTB"
El obispo de San Diego señala ahora que "si bien la enseñanza católica tiene un papel esencial en la toma de decisiones morales, es la conciencia la que tiene el lugar privilegiado. Como ha dicho el papa Francisco, el papel de la iglesia es formar conciencias, no reemplazarlas"
Sabido es que la comunión entre los obispos de Estados Unidos está siendo una labor que requiere trabajos extra desde la elección del papa Francisco, hace ahora diez años. De hecho, es uno de los episcopados más refractarios a las reformas que está tratando de implementar el Pontífice argentino. Uno de los obispos que más han entrado en la esfera reformista de Bergoglio es el de San Diego, Robert W. McElroy, al que creó cardenal hace tan solo unos meses. Y que ahora, tras un artículo escrito en America, la revista de los jesuitas estadounidenses, uno de sus hermanos, el obispo de Springfield, Thomas J. Paprocki, le viene a acusar de mantener planteamientos heréticos sobre su postura con respecto a la comunión de los divorciados y personas LGTB.
Y ahora, en otro artículo en la misma publicación, el cardenal McElroy sale al paso de las reacciones, entre las que ha cosechado, según señala, "un apoyo sustancial y una oposición significativa", dado que "la mayoría de los que criticaron mi artículo se centraron en su tratamiento de la exclusión de la eucaristía a los divorciados vueltos a casar y miembros de la comunidad LGTB".
Desafios a la tradición
"Las críticas incluyeron la afirmación de que mi artículo desafiaba una antigua enseñanza de la Iglesia, no prestaba la debida atención al llamado a la santidad, abandonaba cualquier sentido de pecado en el ámbito sexual y no resaltaba la naturaleza esencial de la conversión. Quizás de manera más consistente, la crítica afirmó que la exclusión de la Eucaristía es esencialmente una cuestión doctrinal más que pastoral", señala.
Y en este sentido, el obispo de San Diego señala ahora que "si bien la enseñanza católica tiene un papel esencial en la toma de decisiones morales, es la conciencia la que tiene el lugar privilegiado. Como ha dicho el papa Francisco, el papel de la iglesia es formar conciencias, no reemplazarlas".
"Exclusiones categóricas de divorciados vueltos a casar y LGTB de la eucaristía no dan el debido respeto a las reflexiones internas de conciencia que las personas tienen con su Dios al discernir la elección moral en circunstancias complejas", señala el cardenal, quien recuerda su proposición de "que la Eucaristía nos sea dada como una gracia profunda en nuestra conversión al discipulado".
No privar de la medicina de la eucaristía
"Como nos recuerda el Papa Francisco -prosigue el artículo del purpurado-, la Eucaristía 'no es un premio para los perfectos, sino una poderosa medicina y alimento para los débiles'. Privar a los discípulos de esa gracia bloquea uno de los principales caminos que Cristo les ha dado para reformar sus vidas y aceptar el Evangelio cada vez más plenamente. Por todas estas razones, propuse que las personas divorciadas y vueltas a casar o LGTB que buscan ardientemente la gracia de Dios en sus vidas no deben ser excluidos categóricamente de la Eucaristía".
"Es importante señalar que las críticas a mi artículo no buscaban demostrar que la tradición que clasifica todos los pecados sexuales como pecados mortales objetivos sea correcta, o que produzca una enseñanza moral que esté en consonancia con el universo más amplio de la enseñanza moral católica. En cambio, los críticos se centraron en la afirmación repetida de que la exclusión de personas divorciadas/nuevamente casadas y LGTB de la Eucaristía es una cuestión doctrinal, no pastoral", razona.
"Yo respondería que el Papa Francisco precisamente nos está llamando a apreciar la interacción vital entre los aspectos pastorales y doctrinales de la enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones como estas", afirma el cardenal, quien añade que el Papa "ha enmarcado una teología pastoral sustantiva en el corazón de la vida de la iglesia", una mirada pastoral "que exige que todas las ramas de la teología atiendan de manera mucho más sustancial la realidad concreta de la vida humana y del sufrimiento humano en la formación de la doctrina".
McElroy, citando a Francisco, señala que estas situaciones "exigen que la teología moral proceda de la acción pastoral concreta de Jesucristo, que no exige primero un cambio de vida, sino que comienza con un abrazo del amor divino". Y, en concordancia por el Papa, asegura que sus teología pastoral, por la que él claramente apuesta, "rechaza una noción de ley que puede ser ciega a la singularidad de las situaciones humanas concretas, el sufrimiento humano y la limitación humana".
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