Vladimir Reséndiz fue condenado a siete años de prisión; sus ex compañeros aseguran que antes también fue violado Los Legionarios ofrecieron 15.000 euros a una víctima para que mintiese en el juicio contra su abusador
Una investigación destapa que el comisario de la Legión, Velasio de Paolis, conocía estas prácticas y las toleraba
Si la familia violaba el pacto de confidencialidad, deberían pagar a la congregación el doble de lo pactado, 30.000 euros
Vladimir Reséndiz, condenado en ausencia en Italia por dos abusos, está acusado de pederastia en varios países: había confesado sus tendencias ya siendo seminarista al propio Maciel, y sus ex compañeros aseguran que también sufrió abusos en la congregación
Vladimir Reséndiz, condenado en ausencia en Italia por dos abusos, está acusado de pederastia en varios países: había confesado sus tendencias ya siendo seminarista al propio Maciel, y sus ex compañeros aseguran que también sufrió abusos en la congregación
| Jesús Bastante AP
Yolanda Martínez tiene 54 años, tres hijos y una historia para no olvidar. Esta española, afincada desde hace años en Italia, recibió en 2013 una llamada del psicólogo de su hijo mayor. Al principio, se puso en lo peor, y creyó que el chico había dejado embarazada a su novia. La realidad fue infinitamente más dura: su hijo había sido abusado sexualmente con apenas 12 años, en 2008, por el sacerdote mexicano Vladimir Reséndiz, cuando estudiaba en el seminario de los Legionarios en Gozzano, casi en la frontera con Suiza.
Reséndiz fue condenado en marzo pasado a siete años de prisión por abusar de al menos dos menores (la condena fue confirmada este mes de enero) y, según algunos testimonios, el depredador había sido antes víctima en un seminario mexicano a comienzos de los noventa. Como tantas veces sucediera a lo largo de los 80 años de historia del movimiento fundado por el pederasta Marcial Maciel, la historia se repetía. Y el árbol seguía teniendo las raíces, y las ramas, podridas.
Reséndiz -expulsado de la Legión pocos meses después de la denuncia de Martínez- fue condenado en ausencia, y tiene hasta marzo para recurrir. Por el momento no ha pisado la prisión, y se encuentra en paradero desconocido. Algunas fuentes consultadas por Ap hablan de Guadalajara, en el oeste de México.
"Una segunda violación"
La familia denunció. Y la respuesta del cardenal Velasio de Paolis, interventor designado por Benedicto XVI para limpiar de carroña el barco de Maciel fue desoladora: la orden le proponía una indemnización de 15.000 euros, pero a cambio su hijo tendría que retractarse del testimonio que dio a los fiscales de Milán acusando a Reséndiz de abusar de él cuando tenía 12 años. Es decir: le ofrecían dinero por mentir. Y no sólo eso: si la familia violaba el pacto de confidencialidad, deberían pagar a la congregación el doble de lo pactado, 30.000 euros.
"Fue una segunda violación, porque para todos los efectos y objetivos, en esa carta nos pidieron que negáramos los hechos. Y para nosotros eso fue una puñalada por la espalda porque nos la trajo nuestro padre espiritual. Él sabía todo sobre nosotros porque mi esposo confiaba en él. Y eso lo hizo aún más doloroso", relata Martínez a Ap.
Y fue entonces cuando pidieron audiencia a De Paolis. "Los abogados complican las cosas. Incluso las Escrituras dicen que entre cristianos debemos encontrar acuerdos", fue la lacónica respuesta del cardenal. Tanto la conversación -que Martínez grabó- como la propuesta de acuerdo son pruebas clave en un juicio penal que comenzará en marzo en Milán: Las grabaciones fueron halladas por la Policía italiana durante un registro en la sede romana de la Legión en 2014.
Nunca se informó a la Policía
Ahora, los Legionarios admiten haber recibido un primer informe sobre sus abusos, en esta ocasión a un joven austríaco, en marzo de 2011. Posteriormente, se enteraron de otra posible víctima en Venezuela, adonde Reséndiz había sido enviado en 2008, después de abusar del hijo de Yolanda. Un claro indicio de la política de traslados, desgraciadamente norma común en la Iglesia hasta hace pocas fechas. Lo que nunca hizo la Legión -ni el delegado pontificio- fue informar a la policía italiana.
Ya en el caso del joven austríaco, según reveló la Policía en el juicio, la Legión viajó a ver a su familia para "hablar con el hermano mayor (del chico) y convencerlo de que no se lo dijera a sus padres y no fuera a la policía, porque eso podría causar problemas serios no solo a los Legionarios sino también al padre Vladimir, a los demás sacerdotes involucrados y a la víctima y su familia".
El lobo protegido y escondido
Según los correos electrónicos incautados y resumidos por los fiscales, explica la investigación de Ap, el plan propuesto por un abogado de la congregación consistía en dar sólo el nombre de Reséndiz a la policía venezolana para acatar las leyes locales pero sin decir que era sacerdote, ni que estaba acusado de un delito sexual contra un niño, y sin mencionar para nada a los Legionarios de Cristo. También se debía indicar que ya no vivía en Venezuela.
Los Legionarios dijeron que Reséndiz fue retirado del ministerio sacerdotal y de su trabajo con jóvenes en Venezuela a los pocos días de recibir el informe inicial austriaco. Pero los correos electrónicos incautados indican que no necesariamente se aplicaron esas restricciones: un correo del 20 de diciembre de 2012 sugiere que en Colombia Reséndiz era confesor en escuelas y celebraba misas, lo que propició que los líderes de la orden recomendaran finalmente que fuera enviado a México para recibir terapia psicológica, y se le asignara después a un puesto administrativo "donde no conocieran su situación".
Finalmente, como parte de la investigación interna de la Iglesia, Reséndiz confesó, pero sólo a las autoridades de los Legionarios y del Vaticano, y únicamente sobre otros chicos de quienes abusó, no del hijo de Martínez.
"Reconozco sinceramente mi terrible comportamiento como sacerdote", escribió al otrora prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, en 2012. "De verdad viví en el infierno cuando estos tristes hechos ocurrieron. Reconozco la gravedad de los actos que cometí y humildemente pido perdón a la Iglesia por estos hechos tristes y dolorosos. No puedo entender cómo pudo haber sucedido y reconozco que no tuve el valor para admitir el problema e informar a mis superiores del peligro".
Un patrón de encubrimiento
La investigación, sin embargo, arrojó pruebas que iban mucho más allá de los delitos de Reséndiz. Los documentos incautados por la policía, y que AP pudo revisar como parte del expediente del tribunal, mostraban un patrón de encubrimiento de los Legionarios de Cristo y del enviado del papa que se extendía de Italia a México, del Vaticano a Venezuela, con varios puntos intermedios.
Los expedientes internos, por ejemplo, dejaron en claro que Reséndiz era considerado por los propios Legionarios como un riesgo desde que era un seminarista adolescente en la década de los 90. Pero pese a tal advertencia, fue ordenado sacerdote en 2006 e inmediatamente enviado a cuidar a menores en el seminario de Gozzano.
"Es un chico con fuertes impulsos sexuales y una baja capacidad de controlarlos", escribió el padre Antonio León Santacruz, director de novicios, sobre Reséndiz en una evaluación interna del 9 de enero de 1994. "Dado su carácter psicológico, se inclina a no respetar las reglas sin gran dificultad, y el psicólogo piensa que será difícil para él mantener una vida consagrada dado que tiene poco respeto por las normas. Las sigue siempre que es supervisado, pero en cuanto puede, las rompe y no tiene remordimientos".
La carta de Reséndiz a "Nuestro Padre" Maciel
Un año después, en su 19 cumpleaños, Reséndiz escribió una carta a Maciel, en la que confesaba a “Nuestro Padre” que “tengo varios problemas en el campo de la pureza, y la verdad es que estoy pasándolo mal porque me vienen tentaciones".
"Le rezo a la Santa Virgen todos los días para que me bendiga y le pido fuerza para no ofender otra vez; digo otra vez porque he tenido la desgracia de sucumbir aunque con la ayuda de Dios lucharé para formar ese corazón puro y sacerdotal", escribió el entonces seminarista. Pero nadie hizo nada. Porque nadie nunca hace nada.