“La Iglesia no puede quedarse impasible", denuncia Mengoli tras varios actos mafiosos El obispo que se planta ante la Mafia y tira de las orejas a los cristianos "de fachada": "No estamos en el Salvaje Oeste"

Giuseppe Mengoli, obispo de San Severo
Giuseppe Mengoli, obispo de San Severo RRSS

El grito indignado del obispo, nombrado por Francisco como pastor de esta diócesis de la región de la Apulia, en el sur del país, en marzo del año pasado, se produce tras la explosión de una bomba en una peluquería y la destrucción de un viñedo con pocas horas de diferencia la pasada semana, “todo ello en un contexto de fuerte omnipresencia de la delincuencia”

"El silencio conspirativo no es el estilo cristiano, no puede ser la actitud de la Iglesia, que, junto con otras instituciones, tiene la delicada tarea de educar a los más pequeños, a menudo espectadores involuntarios de escenarios espantosos y, al mismo tiempo, seductores", señala el obispo

“San Severo es ahora escenario de ilegalidad, de agresiones violentas, hasta el punto de hacer creer que el Estado de derecho ha sido suplantado por un régimen de terror. La resignación generalizada y el miedo común - añade Mengoli - contaminan la convivencia social en nuestra ciudad, paralizan cualquier deseo de mejora, dejando un estado de decepción incurable”

“¡No estamos en el Salvaje Oeste, donde la ley del más fuerte puede prevalecer imperturbable! Los sistemas del hampa, las reivindicaciones partidistas, los intereses corruptos desestabilizan las auténticas fuerzas proactivas presentes en muchos y la voluntad de redención que, por la gracia de Dios, no se puede permitir que muera”. Es la grave denuncia de Giuseppe Mengoli, obispo italiano de la diócesis de San Severo, tras una serie de ataques de corte mafioso que han atemorizado a la población.

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Tal y como informa el diario Avvenire, el grito indignado del obispo, nombrado por Francisco como pastor de esta diócesis de la región de la Apulia, en el sur del país, en marzo del año pasado, se produce tras la explosión de una bomba en una peluquería y la destrucción de un viñedo con pocas horas de diferencia la pasada semana, “todo ello en un contexto de fuerte omnipresencia de la delincuencia”.

Se trata de muchos episodios, demasiados, que “oscurecen ahora el rostro de San Severo", señala el obispo. Y “la Iglesia no puede quedarse impasible y mirar hacia otro lado, haciendo como si nada hubiera pasado”. “Las injusticias y los actos que se repiten con frecuencia y crean un clima de terror, deben provocar indignación, para que la parte enferma de la sociedad no consiga enfermar a la gente, a la parte sana, que también existe”, añade.

“San Severo es ahora escenario de ilegalidad, de agresiones violentas, hasta el punto de hacer creer que el Estado de derecho ha sido suplantado por un régimen de terror. La resignación generalizada y el miedo común - añade Mengoli - contaminan la convivencia social en nuestra ciudad, paralizan cualquier deseo de mejora, dejando un estado de decepción incurable”.

“Siguiendo este camino no habrá futuro"

“Siguiendo este camino no habrá futuro, no habrá desarrollo, no habrá más vida. Y todos perderemos”, denuncia el obispo, quien aseguran que “¡no estamos en el Salvaje Oeste, donde la ley del más fuerte puede prevalecer imperturbable!” y que “los sistemas del hampa, las reivindicaciones partidistas, los intereses corruptos desestabilizan las auténticas fuerzas proactivas presentes en muchos y la voluntad de redención que, por la gracia de Dios, no se puede permitir que muera”.

La indignación del obispo está también atravesada por la esperanza, sin embargo, de ahí que señale que “afirmo firmemente que también en esta tierra nuestra el bien es más fuerte que el mal y que la Iglesia tiene la grave responsabilidad de reiterarlo cada día sin miedo, porque el bien viene de Dios y los cristianos están llamados a ser promotores de este bien”.

Giuseppe Mengoli, obispo de San Severo, en Italia
Giuseppe Mengoli, obispo de San Severo, en Italia RRSS

Y ahí viene una nueva andanada, pero para los propios cristianos, cuando monseñor Mengoli apela a esos cristianos, pero a "los de verdad, no los de fachada, ni los que son rutinarios y cerrados en contextos protegidos que no afectan las experiencias de las personas”.

“Como obispo estoy cerca a quienes son perjudicados en sus derechos fundamentales, a quienes son atacados por acciones violentas, irracionales y perversas, a quienes son explotados por trabajadores esclavizantes, a quienes ya no pueden más y quisieran escapar de aquí, a quienes que ven su trabajo esfumarse en unas horas”, afirma.

“Estoy cerca de tantos heridos que he conocido en los últimos meses y de aquellos a los que todavía estoy esperando encontrarme. El silencio conspirativo no es el estilo cristiano, no puede ser la actitud de la Iglesia, que, junto con otras instituciones, tiene la delicada tarea de educar a los más pequeños, a menudo espectadores involuntarios de escenarios espantosos y, al mismo tiempo, seductores. ¡Nuestra fuerza proviene de nuestra certeza de que la violencia nunca podrá ser la última palabra! ¡Nunca!”, concluye el grito indignado del pastor que busca defender a sus ovejas del ataque de los lobos de la Mafia.

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