Marista y educador social, testimonio en el Líbano de la Campaña Anual de Manos Unidas Miquel Cubeles: "La educación salva vidas, sana las heridas y garantiza un futuro mejor"
"Más allá del impacto de la pandemia y de la situación social, que es es de extrema gravedad, en Líbano lo peor de todo es la situación política, que no mejora a pesar de las muchas manifestaciones y sucesivos cambios de gobierno"
"En un país en que los refugiados representan casi un tercio de la población, es de admirar la capacidad para acoger y compartir”
"El objetivo es que los menores y familias que atendemos puedan integrarse en la red de servicios libaneses y si pueden volver a su país o emigrar a un tercero que lo hagan con más garantías personal y sociales”
"El objetivo es que los menores y familias que atendemos puedan integrarse en la red de servicios libaneses y si pueden volver a su país o emigrar a un tercero que lo hagan con más garantías personal y sociales”
“En Líbano los índices de contagio por covid son muy elevados y los hospitales están absolutamente colapsados. Pero más allá del impacto provocado por la pandemia y de la situación social, que es es de extrema gravedad, lo peor de todo es la situación política, que no mejora a pesar de las muchas manifestaciones y sucesivos cambios de gobierno”.
Son palabras del padre Miquel Cubeles, marista y educador social que pasó por el programa Paraules de Vida, de Cataluña Radio, como testimonio de la Campaña Anual de Manos Unidas 2021. Bajo el lema ‘Contagia solidaridad para acabar con el hambre’, la campaña de la ONG católica tiene por objetivo fomentar actitudes de colaboración que ayuden a frenar la pandemia más grande que sufre el planeta desde hace décadas: el hambre. Desde hace más de 62 años, Manos Unidas trabaja basada en los valores de la solidaridad universal que en el futuro está llamada a superar las crisis sanitarias y a construir sociedades dignas para todas las personas.
Cubeles llegó a Beirut en septiembre de 2015 coincidiendo con el impacto mediático provocado por las primeras imágenes de refugiados que, huyendo de las guerras, intentaban llegar a Europa. Junto con Andrés Porras, un hermano de La Salle de México, pusieron en marcha el Proyecto Fratelli con el objetivo de atender y dar la oportunidad de escolaridad niños sirios, iraquíes y libaneses privados del derecho a la educación.
Cinco años después, el proyecto cuenta con cuatro hermanos (dos de cada congregación) que han formado comunidad con laicos y voluntarios. En un país devastado por una triple crisis sociopolítica, sanitaria y económica, el Proyecto Fratelli es más que necesario, a pesar de las restricciones que impone la pandemia del coronavirus, que impiden al equipo implementar los programas tal como quisiera ni acoger más voluntarios.
“Poco después de llegar empezamos dos proyectos, uno en la periferia de Beirut con niños cristianos iraquíes expulsados por Daesh y otro junto a Saida (Sidon) para niños sirios musulmanes. Manos Unidas se nos presentó en ese momento, cuando todavía no sabíamos si tendríamos recursos para salir adelante. La providencia nos envió a dos mujeres —Clara Pardo, actual presidenta de Manos Unidas, y África Marcitllach, coordinadora de la entidad en Oriente Medio—, con tanta ilusión como nosotros para conocer los programas y para ver cómo ayudar. Enseguida vimos que teníamos una causa común en la defensa y promoción de los niños y jóvenes desplazados por la guerra. Desde entonces, Manos Unidas siempre nos ha ha apoyado y, al igual que nosotros, están convencidos de que la educación salva vidas, sana las heridas y es garantía de un futuro mejor y en paz”, reconoce Cubeles.
La UE se ha mostrado incapaz de alcanzar la cuota de 160.000 refugiados a repartir entre los países miembros. Una cifra ridícula si se tiene en cuenta que el Líbano acoge alrededor de un millón y medio de refugiados. Algunas informaciones dicen que últimamente el Líbano se ha convertido en un territorio hostil para los refugiados sirios. “En el Líbano —reconoce Cubeles— los refugiados representan casi un tercio de la población. Es el país que en proporción acoge más refugiados del mundo. Es de admirar la capacidad para acoger y compartir”.
Sin embargo, la relación entre Líbano y Siria no empieza aquí. “Durante 30 años, desde 1975 hasta 2005, Siria ocupó militarmente el Líbano. Las vivencias de esta ocupación son diversas y han marcado el pueblo libanés. Hay que ser muy respetuoso con un pueblo que, sin embargo, acoge e integra en la medida de lo posible los sirios. Hay casos de demoliciones de viviendas de refugiados y de retornos forzados, pero yo no diría que hay una política contraria. Nuestros educadores son libaneses y en el día a día demuestran que aman a los niños y jóvenes sirios”, añade Cubeles.
Derechos de la infancia vulnerados
El Proyecto Fratelli es un fiel testimonio de que en Líbano los derechos de los niños son vulnerados a todos los niveles: vivienda, educación, salud y alimentación. “Todo no lo podemos atender pero todo está ligado. Trabajamos en el campo socioeducativo con niños y jóvenes que están fuera del sistema escolar, que son más de 250.000. Han pasado más de 4.000 por nuestros centros. Ofrecemos preescolar, programas de alfabetización básica, programas puente para integrar el sistema educativo, programas para jóvenes, para madres, puntos de encuentro y de escucha, lenguas, informática, programas de ocio y deportivos, programas de atención psicosocial”, explica el hermano marista.
“En momentos puntuales, sobre todo después de la explosión del pasado verano y en tiempos de pobreza severa, también ofrecemos programas de ayuda humanitaria que incluyen ropa, mobiliario, alimentos. Un niño que se inscribe en un programa educativo tiene un nombre, un reconocimiento, comienza una integración social, los padres socializan, nos interesamos por sus necesidades y, si es posible, los ayudamos. El objetivo es que puedan integrarse en la red de servicios libaneses y si pueden volver a su país o emigrar a un tercero que lo hagan con más garantías personal y sociales”, remarca Cubeles.
El proyecto Fratelli está impulsado conjuntamente entre los Hermanos Maristas y La Salle, dos congregaciones que, interpeladas por la realidad de pobreza y necesidad y por un papa Francisco que invita invita a las congregaciones a trabajar juntas e ir hacia las fronteras humanas, han sabido buscar formas de responder juntas a la llamada de los más necesidades sin más pretensión que la de ser hermanos por vocación. “Este espíritu de hermandad nos ha ayudado a hacer camino juntos, conscientes de que sumar y compartir siempre ayuda. Aquí los niños, niñas y jóvenes no nos descubren como hermanos de La Salle o Maristas: simplemente nos dicen "frère"; y lo más importante es que no sólo nos lo digan sino que lo sientan”, reconoce Miquel Cubeles.