El clericalismo
Monseñor Pizzaballa enumeró cuatro. En primer lugar, habló de la "distancia entre el clero y el laicado", el clericalismo precisamente, un fenómeno generalizado, como lo destacó varias veces el Papa Francisco, pero que, señaló, es particularmente evidente en la Iglesia de Jerusalén. "La colaboración entre sacerdotes y laicos es a menudo mal entendida y termina convirtiéndose en: 'simplemente haz lo que el sacerdote quiere'." Los factores culturales no ayudan a "tener un enfoque compartido de la vida eclesial": por un lado, observó, es "difícil convencer para tener consejos parroquiales y saber compartir ideas e iniciativas", por otro lado también es "difícil encontrar laicos capacitados y comprometidos, deseosos de aportar una contribución positiva a la comunidad". Según Monseñor Pizzaballa, se trata de "una verdadera barrera que hay que tener en cuenta, sobre todo pensando en la generación futura, que quiere ser protagonista de la vida de la Iglesia, y no sólo ejecutora de órdenes y directivas".
La escucha recíproca
El Patriarca de Jerusalén habló luego de la brecha generacional entre quienes "miran con nostalgia al pasado y lamentan un modelo de Iglesia y de comunidad que parece no existir ya hoy", olvidando sin embargo "vivir el presente con serenidad cristiana", y los jóvenes que "desean cambiar incluso aquello que tal vez no necesita ser cambiado". Ambas posiciones, señaló, son "escapatorias del presente", mientras que lo que se pide en la Iglesia "es escucharse mutuamente, agradecer lo que se ha hecho hasta ahora y abrirse a nuevos caminos según la gracia de Dios". El prelado también destacó la "distancia entre los componentes local y universal de la Iglesia de Jerusalén", o más bien la "tentación", extendida en todos los territorios incluidos en el Patriarcado, de "considerar el componente universal como un 'huésped' y no como parte integrante de la Iglesia", o, por el contrario, de considerar "el componente local como irrelevante, obsoleto o incluso en vías de extinción", cuando en cambio, dijo, estas dos almas "deben apoyarse mutuamente, ambas necesarias, ambas constitutivas de la identidad y la historia de nuestra Iglesia".
El corazón en Cristo
Otras barreras están representadas por las cuatro identidades nacionales de la diócesis: Jordania, Israel, Palestina y Chipre, "a menudo construidas en contra o en antítesis", también por el contexto conflictivo en el que vive la Iglesia local, y las diversidades lingüísticas que son "una riqueza increíble, pero también un obstáculo no menor para el encuentro y el intercambio". Monseñor Pizzaballa señaló entonces que el común denominador de todas estas dificultades es el individualismo, "que se ha convertido en central" incluso en la Iglesia en Jerusalén. El camino para superarlos y mejorar es, por lo tanto, "partir de nuestra relación con Cristo y no de nuestras necesidades, poner nuestro corazón en el corazón de Cristo, leer nuestra realidad, también eclesial, a la luz de la Palabra de Dios". No podemos vivir sin amor y el amor del que partir - concluyó el Patriarca - es el amor de Aquel que dio su vida por nosotros y por nuestra salvación".
“Estoy seguro de que este año que comienza estará cada vez menos marcado por la tragedia”, dijo en su homilía del 1 de enero Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, en una eucaristía en la que también se celebraba la Jornada Mundial de la Paz (sigue)
— Revista Tierra Santa (@RevistaTS) January 2, 2021
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