"Se oía a las Marías del Evangelio buscando al Maestro muerto" Semana Santa y Pascua en Koilada (Grecia)
Esta semana celebran la Pascua los Ortodoxos, y he asistido al descendimiento de Cristo de la cruz y consiguiente puesta de su cuerpo muerto en el sepulcro
Viejos, jovenes y niños, en gran cantidad, asistieron a la ceremonia como si de un acontecimiento real se tratase
El realismo de la ceremonia puede traer a la mente el recuerdo de acontecimientos reales vividos en el pasado. A la salida me senté en una terraza al borde del mar y alguien me contó: la liturgia católica ha copiado del teatro clásico, la ortodoxa es la cristianización de la tragedia griega
A la media noche en punto, el Pope anunció la Anastasi, levantó el cirio y todo el mundo corrió, como Prometeo, a robarle el fuego sagrado, Cristo
El realismo de la ceremonia puede traer a la mente el recuerdo de acontecimientos reales vividos en el pasado. A la salida me senté en una terraza al borde del mar y alguien me contó: la liturgia católica ha copiado del teatro clásico, la ortodoxa es la cristianización de la tragedia griega
A la media noche en punto, el Pope anunció la Anastasi, levantó el cirio y todo el mundo corrió, como Prometeo, a robarle el fuego sagrado, Cristo
En las calles de Arenas, que empezaban a llenarse de penumbra, me tropecé con filósofos a los que me paré a escuchar para oír lo que decían. Criticaban con acritud pero sin rencor lo que han dicho y escrito Sartre y Heidegger sobre la existencia poniéndola a la altura y aún por encima de aquella. La mañana del viernes, me embarqué en el Pireo y puse pie en tierra en Porto Geli, caminé dos horas hasta Koilada, entré en una iglesia.
Esta semana celebran la Pascua los Ortodoxos, y he asistido al descendimiento de Cristo de la cruz y consiguiente puesta de su cuerpo muerto en el sepulcro. Viejos, jovenes y niños, en gran cantidad, asistieron a la ceremonia como si de un acontecimiento real se tratase. El realismo de la ceremonia puede traer a la mente el recuerdo de acontecimientos reales vividos en el pasado. A la salida me senté en una terraza al borde del mar y alguien me contó: la liturgia católica ha copiado del teatro clásico, la ortodoxa es la cristianización de la tragedia griega.
Desde Koilada, por senderos que bordean el mar, llegué a una gruta habitada, hace más de 20.000 años, por nuestros predecesores. Según los arqueólogos aquí hacían fuego, alli dormían. Las paredes rezuman como suspiros, susurros, tal vez incipientes diálogos de los hombres con los dioses. No he podido descifrar casi nada de lo que me pareció percibir. Entonces pensé que cuanto ignoro sobre mis predecesores lo ignoro sobre mi mismo, y que solo puedo decir me conozco porque desconozco mi ignorancia sobre mi inmenso pasado.
Por la tarde noche asistí con una inmensa multitud a la veneración del Santo Sepulcro, una especie de baldaquino recubierto de pétalos, una obra de arte artesana. Después de haber pasado todos a besarlo, cuatro hombres lo cogieron a hombres y salimos con él en procesión. A la cabeza iban las banderas, luego un grupo de músicos que no pararon nunca de tocar, el Santo Sepulcro seguido del Pope y los cantores, y el pueblo fiel.
Recorrimos todo el pueblo durante hora y media, aproximadamente. De vuelta, el Sepulcro parado delante de las puertas cerradas de la iglesia, se oía a las Marías del Evangelio buscando al Maestro muerto. Se abrió la iglesia y las Marías encontraron el sepulcro vacío y con gran algarabía cada uno volvió a su lugar.
Por todas partes y a todas horas, hago preguntas a las columnas, a los viejos teatros. La respuesta es el silencio. Entonces comprendo la gravedad y la sabiduría de su silencio y la inutilidad de la charlatanería, escucho la melodía de las plantas y leo lo que escriben las olas en la orilla del mar.
Poco antes de la media noche fuimos a la iglesia, cada uno con su vela, a la media noche en punto, el Pope anunció la Anastasi, levantó el cirio y todo el mundo corrió, como Prometeo, a robarle el fuego sagrado, Cristo, y las tinieblas de hicieron luz y las puertas de la Iglesia se abrieron y la luz como una lengua de lava ardiente penetró la oscuridad.
Revolotearon las campanas, los fuegos artificiales rasgaron las cortinas de la noche y convirtieron los harapos en alas de ángeles que llevaron el anuncio de la resurrección a todas partes, todos se abrazaron y se desearon: kali Anastasi.
Mientras, el Pope y los cantantes seguían gritando: ha resucitado. Luego, anuncio corrió por las calles, lenguas de lava cristiana, y entró en todas las casas. Familias enteras se sentaron a la mesa, eran las 12 30, y tomaron la Cena Pascual, una sopa y ensaladas.
Domingo de Pascua
Las calles del pueblo estaban vacías a las 10 de la mañana. Los altavoces de la iglesia escanciaban la liturgia hasta muy lejos en el mar. Entraba y salía gente a la iglesia. Sentadas dentro tres, cuatro o cinco personas. Al entrar en la iglesia, encienden una vela y la clavan en la arena del linternario, luego besan los dos iconos de la entrada, uno a la derecha otro a la izquierda, siguen andando por el centro de la iglesia y besan otros iconos que hay en el entorno del altar, aunque el Pope esté incensando, hablando o haciendo cualquier otra cosa.
No hacen genuflexión porque no hay santísimo. A eso del medio día se juntaron las familias, se sentaron a la mesa y duraron comiendo charlando bebiendo escuchando música tradicional griega hasta las cinco o seis de la tarde.
Al principio ensaladas, luego los corderos en grandes fuentes encima de las mesas y cada uno corta y se sirve lo que más le apetece. Durante todo el día, se dicen: kali Anastasi, Chistos Anastasi. En las casas sigue encendida con la luz robada a los dioses, Cristo resucitado, ayer noche.
Esta mañana apareció un arco iris que unía dos islas y pensé: tal vez, si yo fuese Ulises, hubiese trepado al arco iris para ir de una isla a otra. Paseando por la orilla del mar de Ernioni, Porto Geli, Akilada veo las islas del Egeo. Cada una me parece un ánfora en la que se conserva el espíritu de los dioses.
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