“Nunca encontrarán por mi parte ningún deseo de burlarme, de denigrar nada. Quise hacer una ceremonia que reparara, que reconciliara. También que reafirmara los valores de nuestra República”. Thomas Jolly, el director artístico de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos que tanta polémica levantó al haber sido considerada una parodia de 'La Última Cena', de Leonardo Da Vinci, salió al paso de la polvareda levantada y que motivó una carta de protesta de la Conferencia Episcopal francesa e incluso la condena de los musulmanes suníes.

En entrevista con la cadena de televisión BFMTV, Jolly aseguró que la citada obra del genial artista renacentista no fue su “inspiración”. “Creo que estaba bastante claro que era Dioniso quien llegaba a esa mesa. Esta ahí porque es el dios de la fiesta (...) y el padre de Secuana”, la diosa y personificación del río Sena que cruza París, y que ha jugado un papel muy destacado también en la ceremonia de apertura de estos Juegos Olímpicos.

“La idea era más bien hacer un gran festival pagano, conectado con los dioses del Olimpo”, aseguró el director de la gala. “Nunca hubo ninguna intención de faltarle al respeto a ningún grupo religioso en absoluto”, señaló por su parte Anne Descamps, directora de comunicaciones del comité organizador de los Juegos Olímpicos de París en una conferencia de prensa, según informan varias agencias.

‘El Festín de los Dioses’ ('Le Festin des Dieux'), obra de Jan Hermansz van Bijlert, fue pintada hacia 1635 y se conserva en el museo Magnin de Avignon. En la obra aparecen los dioses del Olimpo celebrando las bodas de Tetis y Peleo, por lo que, en el centro de la imagen, presidiendo la mesa, no está Cristo, sino Apolo coronado, en tanto que Baco aparece recostado comiendo uvas, según la tradicional representación del dios del vino y la juerga en la mitología romana.