Vicente Aleixandre 1. ¿QUÉ POEMAS CONOCES DEL NOBEL ESPAÑOL?

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Al poeta sevillano Vicente Aleixandre se le concedió en 1977 el Premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca le otorgaría el galardón «por una obra de creación poética innovadora que ilustra la condición del hombre en el cosmos y en nuestra sociedad actual, a la par que representa la gran renovación, en la época de entreguerras, de las tradiciones de la poesía española». Han transcurrido desde entonces cuarenta inquietantes años, pero fue revelando el tiempo, día a día, la genial novedad de sus versos. Y acaso nos preguntamos hoy: ¿qué poemas de tan reconocido escritor he leído? En esta entrega entretejemos un modestísimo ramillete de notables títulos aleixandrinos.

No podía faltar en Religión Digital, en nuestro Nido de Poesía, el sentido homenaje al andaluz universal. Me gustaría reproducir la respuesta de Vicente, año y medio después de recibir el Nobel, a la pregunta de José María Bermejo sobre la misión del poeta entre los hombres y sobre cómo le gustaría ser recordado en el futuro
“Si mi poesía no era sentida, la sentía nonata… Poesía es participación en todo, en lo humano o en la belleza de la flor en un camino, o en el dolor ajeno, que es la manera más noble de participación… La gloria del poeta no consiste en el renombre ni en que retumbe su obra, como una especie de mito, por los continentes. Su gloria es que, después de muerto, todavía reciban su envío algunos corazones fraternos…”

Vamos a recordar al poeta, a sentir sus versos como recién brotados del manantial de su pluma, del oleaje misterioso de los latidos de su corazón…

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HISTORIA DEL CORAZÓN

Con “Ámbito” (Málaga, 1928), inicia un Aleixandre treintañero su dinámico ciclo lírico. De momento, sus expresivos tanteos se apoyan, sobre todo, en intuiciones de poesía pura, de inspiración juanramoniana. Más adelante, se internará en experiencias superrealistas, a las que no sucumbe sino que sobrevuela en poemarios personalísimos como “Sombra del paraíso” (1944), en el que muestra cómo las fuerzas elementales de la naturaleza se sienten arrebatadas por un fuerte impulso erótico de fusión, que el propio Aleixandre ha llamado “unidad amorosa del universo”.

Da a conocer en 1954 su definitivo trabajo lírico “Historia del corazón”. Pero será mejor reproducir la escueta descripción que facilita su autor en 1961:

“El vivir humano, tema central, se canta aquí desde una doble vertiente. Visión del hombre, vivido desde la conciencia de la temporalidad (por eso poemas de la edad humana: de niñez, de juventud, de madurez, de ancianidad). Y visión del amor como símbolo trascendido de solidaridad de los hombres ante "los términos" de su vivir.”

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HISTORIA DEL CORAZÓN se compone de cinco secciones: I. “COMO EL VILANO”: el estar y la presencia. II. LA MIRADA EXTENDIDA: el reconocimiento en los otros. III. LA REALIDAD: el amor como vida en común. IV. LA MIRADA INFANTIL: la infancia; y V. “LOS TÉRMINOS": visión completa de toda la vida a través del amor.

Estos cinco apartados pueden integrarse, como sugiere Ángel Luis Luján, en una única lección de vida: “El libro es el recorrido del corazón del hombre y su crecimiento desde la infancia («La mirada infantil» se titula una de las secciones), pasando por el encuentro con el otro, tanto en el amor como en la convivencia social, hasta llegar a esa vejez que se deslíe hacia otra luz ¿o hacia otra oscuridad?”

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TU DELICADA MANO SILENTE, POR DONDE ENTRO...

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Seleccionamos un primer poema, “Mano entregada”, que pertenece a la sección I. “Como el vilano”, de “Historia del corazón”, que contiene diez títulos de amor y de tiempo. En su imprescindible ensayo sobre el poeta sevillano, “La poesía de Vicente Aleixandre” (Ínsula 1950), destaca Carlos Bousoño estos versos como luminoso ejemplo de “técnica dilatoria”. Acaricia el poeta la mano de la amada y, rodando por sus venas, le irá transmitiendo su calor, su vida, “como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara / por dentro…”

El ritmo de desahogo afectivo es lento, reposado, como relajado encantamiento. Repite y repite, moroso y en voz baja, el soñador su disfrute de venturoso viaje, no por el duro y frío hueso sino por la ruta de una carne “que total flamea”. Allí se instala el poeta como pez en el agua. Y así cerrará su balbuciente asombro: “donde te pueblo y canto completo entre tu carne.”

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MANO ENTREGADA

Pero otro día toco tu mano. Mano tibia.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco tu leve mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro

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hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa del amor

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hermoso.

Es por la piel secreta, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce:
por donde mi voz penetra hasta tus venas tibias,
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente

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oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío poblado de

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unas voces profundas,
oh resonado cuerpo de mi amor, oh, poseído cuerpo,

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oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndolo.

Por eso, cuando acaricio tu mano, sí que sólo el hueso

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rehúsa
mi amor -el nunca incandescente hueso del hombre-.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido
en que total flamea , por virtud de ese lento contacto

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de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente , por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne.


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APENAS SI EL COLOR DE SU TÚNICA LO DENUNCIA...

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El protagonista del poema, que tiene el cabello gris y los ojos azules, parece desesperanzado y se detiene a descansar. Pero su voz interior, su ángel, le anima a seguir ascendiendo: “No vaciles y álzate”. Porque no estás solo... “Un brazo a tu lado quisieras. Míralo.” ¿De quién será ese brazo? “Míralo. ¿No lo sientes?” Es un bulto silente. “Apenas si el color de su túnica lo denuncia...” Y te habla, pero sin palabras, pero con música. Te habla con viento, acaso como en Pentecostés... Una palabra “que enjuga el rastro de aquellas lágrimas.” Al caer la tarde, se angustiaba Machado. Es aquí la hora del crepúsculo, casi la noche... “Cógete a ese brazo blanco...”, enderézate, “y allí apoyado, confiado, solo, échate rápidamente a andar...”

La vida, para Aleixandre, es camino, es ascensión. La dureza del viaje se hace llevadera si la aceptamos con resignación y animosidad. “Pero la esperanza flota de otro modo en el libro –precisa lúcidamente Bousoño–, el modo más claro, el más decisivamente expuesto: como resultado de la fraternidad humana. Apoyándose unos en otros, brota, como un cálido vaho de humanidad, la esperanza. Y aún cabe un tercer modo de esperanza, este más vago, apenas entresoñado: el de una posible luz divina.” Acaso el misterioso diálogo del poeta con el protagonista de “Ten esperanza”, quizás con su propio espejo, nos sugiera el de un hombre que, desde la tiniebla, ansía la luz.

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TEN ESPERANZA

¿Lo comprendes? Lo has comprendido.
¿Lo repites? Y lo vuelves a repetir.
Siéntate. No mires hacia atrás. ¡Adelante!
Adelante. Levántate. Un poco más. Es la vida.
Es el camino. ¿Que llevas la frente cubierta de

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sudores, con espinas, con polvo, con amargura,

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sin amor, sin mañana?...
Sigue, sigue subiendo. Falta poco. Oh, qué joven eres.
Qué joven, qué jovencísimo, qué recién nacido. Qué

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ignorante.
Entre tus pelos grises caídos sobre la frente brillan tus

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claros ojos azules,
tus vividos, tus lentos ojos puros, allí quedados bajo

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algún velo.
Oh, no vaciles y álzate. Álzate todavía. ¿Qué quieres? Coge tu palo de fresno blanco y apóyate. Un brazo a tu

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lado quisieras. Míralo.
Míralo. ¿No lo sientes? Allí, súbitamente, está quieto.

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Es un bulto silente.
Apenas si el color de su túnica lo denuncia. Y en tu

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oído una palabra no pronunciada.
Una palabra sin música, aunque tú la estés

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escuchando.
Una palabra con viento, con brisa fresca. La que

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mueve tus vestidos gastados.
La que suavemente orea tu frente. La que seca tu

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rostro,
la que enjuga el rastro de aquellas lágrimas.
La que atusa, apenas roza tu cabello gris ahora en la

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inmediación de la noche.
Cógete a ese brazo blanco. A ese que apenas conoces,

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pero que reconoces.
Yérguete y mira la raya azul del increíble crepúsculo,
la raya de la esperanza en el límite de la tierra.
Y con grandes pasos seguros, enderézate, y allí

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apoyado, confiado, solo,
échate rápidamente a andar...


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VICENTE ALEIXANDRE

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Nobel de Literatura 1977

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1.¿Qué poemas conoces del Nobel español?


MANO ENTREGADA
TEN ESPERANZA


2.En la plaza

EN LA PLAZA
EL VIEJO Y EL SOL


3.Anhelan enlazar sus almas

EL ALMA
TENDIDOS, DE NOCHE
AL COLEGIO


4.Un corazón que late en toda edad

ASCENSIÓN DEL VIVIR
NO QUEREMOS MORIR


5.Sombra del paraíso

NO BASTA


6.El niño de Vallecas

NIÑO DE VALLECAS
PIE PARA EL NIÑO DE VALLE. DE VELAZQUEZ, de L. Felipe


7.El pueblo está en la ladera

EL ÁLAMO
LA MADRE JOVEN


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