Hacerse pequeño COMO UN NIÑO y4
Vuelvo a los días rosados en que era hijo no más
Iniciamos los versos de hoy con la figura de Miguel de Unamuno y un poema suyo, comprometido sin duda. Se trata de "En mi mano tu mano". Bien acompañado frente a una excitante puesta de sol escribe, con la mano en su compañera y en su propio corazón: "Los días que vivimos me vuelven con las nubes, / me traen de mis mañanas el infantil verdor, / y en la cumbre del monte donde se apaga el día, / se me enciende la estrella de la última ilusión. / En mi mano tu mano y en tus ojos mis ojos, / se me acaba el camino, va poniéndose el sol; / mañana cuando nazca de nuevo la mañana / del seno de la noche nos ha de nacer Dios."
UNAMUNO, MIGUEL DE (Bilbao, 1864 – Salamanca, 1936). Se traslada Miguel en 1880 a la Universidad de Madrid para estudiar Filosofía y Letras. Finalizó la licenciatura con 19 años, doctorándose al año siguiente. Obtiene al fin en 1891 la cátedra de Griego en Salamanca, donde vivirá casi hasta el final. Dramaturgo y ensayista, novelista, filósofo... y, sobre todo, poeta, su estilo de escritura es muy personal, tosco y profundo, dramático y amoroso. En el tema religioso sobresalen los “Salmos” y “El Cristo de Velázquez”. Reflexiona:Ernestina de Champourcin en su antología de la BAC sobre el desgarramiento interior que atormenta el espíritu de Unamuno: “Pocas voces de habla española han expresado en forma tan hiriente y angustiosa la búsqueda de Dios en el hombre intelectual sensible al misterio y torturado a la vez por las mil y una tentaciones que le brinda la razón.”
VUELVO A LOS DÍAS ROSADOS
Fecha Miguel de Unamuno estos versos a 14 de marzo de 1928, cuando solo le quedaban ocho años de vida. Regresa una vez más a la nostalgia de sus primeros años, “en que vivir es soñar”. Abandona su laberinto metafísico de sapiente intelectual y se aferra a la fe de niño, pidiendo al Padre que aumente el tamaño de la puerta chica del cielo, o le ayude a hacerse pequeño. Y llega a sentir que es así, que “vuelve a los días rosados” en que solo era hijo (y no la dura realidad de padre de nueve hijos en el destierro). Descubre que le va creciendo bajo la piel un corazón maternal... Me parece oportuno reproducir aquí los piadosos versos que acompañan el nicho-tumba que contiene sus restos en Salamanca: “Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, / misterioso hogar, / dormiré allí pues vengo deshecho / del duro bregar.”Sugerencias: ¿Qué epitafio te gustaría que presidiera tu sepultura y resumiera un poco tu vida? Háblalo con Dios...
AGRANDA LA PUERTA, PADRE...
Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar.
Gracias, Padre, que ya siento
que se va mi pubertad.
Vuelvo a los días rosados
en que era hijo no más.
Hijo de mis hijos ahora
y sin masculinidad
siento nacer en mi seno
maternal virginidad.
PORQUE TÚ ERES MI PADRE
Como último poema de “Ser niño”, ofrecemos “Oración de abandono”, de Carlos de Foucauld, militar y explorador convertido al cristianismo hacia 1886 y beatificado en 2005 por Benedicto XVI. Comentando el capítulo 23 del evangelio de Lucas, sobre todo el versículo 46 que reproduce el grito de Jesús en la cruz, “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”, redacta el místico francés una comprometida meditación, sobre la que se ha compuesto la presente oración, popularizada en nuestros días. La entrega total, en la hora de su muerte, a la voluntad del Padre, muy similar a la agonía de Gethsemaní (Lc 22,42), ofrece al buscador de Dios un modelo de piedad de altísima exigencia espiritual. Sugerencia:podían orarse estos versos, pronunciando con sentimiento, por separado, una y mil veces, cada uno de los versos de la presente oración, también llamada “Plegaria de abandono”.
ORACIÓN DE ABANDONO
Padre,
me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea, te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo;
lo acepto todo
con tal de que tu voluntad
se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo ninguna otra cosa, Padre.
Te ofrezco mi vida.
Te la doy con todo el amor
de que soy capaz.
Porque te amo
y necesito darme:
ponerme en tus manos,
sin medida,
con una infinita confianza.
Porque Tú eres mi Padre.
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Hacerse pequeño COMO UN NIÑO
1. El que se hace pequeño como este niño…
REGALO, de Ángel Sanz
LIMOSNA, de Ramón de Garciasol
2. Y Dios se olvida de cerrar la puerta
18 DE NOVIEMBRE, de Carlos Murciano
MECIENDO, de Gabriela Mistral
HIJOS MÍOS, SAETAS, de Cintio Vitier
3. Verte jugar es como ver la luz del cielo
VERTE JUGAR, de Susana March
SI LIBRES SON LOS PÁJAROS…, de Jesús Mauleón
REQUIEM POR UN HOMBRE, de Carlos Murciano
y4. Vuelvo a los días rosados
AGRANDA LA PUERTA, PADRE, de Miguel de Unamuno
ORACIÓN DE ABANDONO, de Carlos de Foucauld
En el amor del CANTAR DE LOS CANTARES
1. Dios es amor. El hombre y la mujer son amor.
POESÍA COMPROMETIDA, de Enrique García-Máiquez
LA PAREJA, de Leopoldo de Luis.
2. Amaneciendo cada día a romper mi oscuridad
LA AMADA INNUMERABLE, de Bartolomé Mostaza
LA ESPOSA, de Jorge Carrera Andrade
EL PAN DE CADA DÍA, de Ángel Urrutia Iturbe.
3. Un velo de sueño y de ternura
LA ORACIÓN DE LA NOCHE, de José María Valverde
ORACIÓN DEL ESPOSO, de Juan Ruíz Peña
INVIERNO, de Luis Felipe Vivanco.
4. Como en las manos de Dios
A MI ESPOSA, de Cintio Vitier
ESTOY MIRANDO TUS MANOS, de José Bergamín
MOMENTO, de Carlos Murciano.
y5. ¿Qué son esas trompetas?
JUICIO FINAL, de Agustín de Foxá
AVISO PREVIO A UNOS MUCHACHOS
QUE ASPIRAN A SER CÉLIBES, de Casaldáliga