MARIO BENEDETTI: su testamento lírico



Caliente aún el cadáver de Mario Benedetti, acaba de definirle maliciosamente el último premio Cervantes, Antonio Gamoneda, como "poeta menor". Oigámosle:
"Era un hombre necesario en el terreno del pensamiento social y en el de la honradez... Aunque yo no comparto su ámbito poético. Fue un ser admirable, pero utilizaba un lenguaje normalizado, el lenguaje de la comunicación coloquial que, aunque lo respeto, no lo comparto. En eso era un poeta menor".

Ahora que no me escucha don Antonio, os doy fe de mi primera ilusión por conocer la obra lírica del galardonado vate, y de cómo, después de haber perdido horas y dinero en la adquisición y lectura de varias de sus obras, se desencadenó un mí un tormentón de rechazo. Al descubrir cuán oscuro y pedante se me mostraba el leonés, regalé inmediatamente sus versos, porque cerraban espacio en mi biblioteca a otros autores más interesantes. Lo más probable es que yo sea también un "lector menor".

Tengo la fantasía de que los poetas de verdad no buscan tanto acumular premios cuanto ganar corazones. Y en esto Benedetti era número 1. Y pasará a la historia, pese a quien pese, por la puerta grande de los poetas mayores.



"LA MUERTE NOS ESPERA CON LOS BRAZOS EN JARRA"




En abril de 2006 se le fue su compañera Luz López Alegre,después de seis décadas de comprometida dedicación, de mutua ternura. Esta definitiva ausencia (la otra ausencia, la del alzheimer, la había vivido dolorosísimamente algunos años antes) le llevó a la introspección más exigente, a la más ensimismada melancolía. Sólo desde la soledad, desde el silencio se puede escribir un poemario tan fresco, tan hondo, tan humanísimo como "Testigo de uno mismo", novedad en librerías desde no hace todavía un año. No sé por qué me recuerda tanto el poeta uruguayo al Miguel Hernández en retiro carcelario volcando marea de sentimientos sobre la arena blanca de las cuartillas de su Cancionero.

No ignoraba Benedetti que le faltaba poco para el último viaje, sobre todo por el horrible hueco, la negra oscuridad sobrevenida a su alma al apagársele la Luz. Y los severos achaques de su cuerpo le anunciaban implacables como cercanos los latidos últimos de su aventura existencial (Edades):

los años nos arrugan
sabemos que el espejo nos condena
que un día estará vacío
de nosotros y también de los otros...

y un poco más allá / sólo un poquito
la muerte nos espera
con los brazos en jarra
y no nos queda más remedio
que despertar al mundo
para decirle chau.



"Testigo de uno mismo" es el definitivo testamento de Mario Benedetti, el epitafio más lúcido, el más sereno, más triste "chau". Le salvó la poesía. No le importaba verse solo. Lágrimas o nostalgia, esperanza o dolor... Todo es materia de comunicación. La cuartilla se le abre como un nido, como una matriz(Soneto del abandono):

algo ocurre de pronto en el presente
por fin abre su cofre la palabra
y el enigma se vuelve transparente

sin pensarlo dos veces me apasiono /
la pasion pasa a ser mi abracadabra
y entonces no me importa el abandono



"PERO PROSIGO CON TU MUERTE A CUESTAS"



El poeta revive la alegría del primer encuentro y los sesenta años de felicidad compartida... Pero denuncia seguidamente el zarpazo brutal de la injusta partida. Pareciera que abre, sin querer ilusionarse, cierta puerta hacia otra dimensión. Acaso sugiere, con el título, un último misterioso destino: "A DIOS". (Amor y adiós):

El amor me llegó como una gloria
y yo quedé después como un residuo
ella acabó en mis brazos dulcemente
y desde entonces nada fue lo mismo...

ignoro si me espera un Más Allá
y lo callo a sabiendas / como un rito
importa lo que tuve entre las manos
y para mi congoja se deshizo...


La tristeza que le invade es muy profunda. Sin presencia amorosa, la vida carece de sentido (Claves):

acontece la noche y estoy solo
cargo conmigo mismo a duras penas
al buen amor se lo llevó la muerte
y no sé para quién seguir viviendo...



"TENGO LAS MANOS LLENAS DE CARICIAS..."



No agoniza Mario todavía. Quiere vivir intensamente. Como eco machadiano, le llegan pensamientos éticos de virtud. Y le crece en el corazón primaveral esperanza de amores nuevos (Otro amor):

hoy he resuelto hablar conmigo mismo
a ver si me convenzo y soy más bueno
y como premio encuentro algún amor
que me espera en un pétalo del alma


En cualquier momento, podrían atravesarle el alma traviesos dardos de cupido. Hay que estar siempre dispuesto a ser herido de amor (Suerte de amor):
La buena suerte a veces es tan pródiga
que nos pone un amor entre las manos
puede ser que nos tome de sorpresa
y el corazón se quede estupefacto...

Nunca Benedetti perderá la ilusión . Abrirá sus entrañas a posibles amores. Poblará sus manos de cariño y sembrará ternura (Por ahora me callo):
tengo las manos llenas de caricias
para sembrar en una carne fértil
y he hecho un pacto con mis esperanzas
para que nunca nos abandonemos...

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