Ramón de Garciasol 2. TREINTA DIOPTRÍAS EN LAS GAFAS
Iniciamos el post de hoy con un divertido texto del genial Paco Umbral que, con el bisturí de su ingenio y su provocador lenguaje metafórico y faltón,así describía al escritor de Humanes:“guadalajareño feo y recio, con algunas verrugas, como Azaña, hijo de zapatero remendón, que estudió con mucho provecho en las mismas aulas que Buero Vallejo (amigos de toda la vida), y que sufrió cárceles, fríos y hambres de posguerra”.
Vamos a consagrar hoy, si os parece bien, un par de páginas a descubrir un problema existencial repetidamente expresado por el autor de "Defensa del hombre" a lo largo de toda su obra lírica: haber nacido con ojos en dificultad. Pero será mejor que nos lo explique él mismo:
“Miope de nacimiento, paladeé años y años el espanto de sentir menguar la luz sin que pudiese impedirlo el aumento del grosor de los cristales, que daban pena. ¿Conocen ustedes el sabor de la compasión, el marginamiento del hombre?”
Y LA NIEBLA NO ESTABA EN LOS CRISTALES
En “Mirar sin ver” describe acongojado la borrosidad de su mirada. “¡Qué dolencia este mirar sin ver!” De poco le sirven los cristales de treinta dioptrías. Su nube está dentro: en el herido fondo de sus ojos. Se derrumba llorando.
MIRAR SIN VER
¿Se ha vuelto opaco el mundo? Criaturas
desdibujadas, días neblinosos,
ocupación del humo. Hasta los posos
de la palabra jarreados. Duras,
hirientes, cegadoras, luces
que sostuvieron orden, armonía
entre el perfil y el ojo. La sangría
que lo emborrona todo, gris. De bruces
llorando, el sentimiento. Desatino
el pie sin suelo firme. ¡Qué dolencia
este mirar sin ver! Tomo el camino
y me embosco entre sombras espectrales.
(He limpiado las gafas a conciencia
y la niebla no estaba en los cristales.)
Pero no es lo peor, para Ramón, ver mal, muy mal. Todavía ve algo: sombras, borrosidad. Lo peor es el futuro: quedará progresivamente ciego. En “Hombre ciego” se imagina ya invidente. Aunque su esperanza, desde la fe no exenta de cierto resentimiento, es encontrar al final la verdadera luz, la definitiva visión:
“Soy un niño perdido en las tinieblas,/ en medio del pavor, mar sin orillas, / ante lo inevitable que me puede, / y he de cruzar, sin ver, bajo los tiempos, / y muriendo encontrar la luz que un día / me robara una mano de los ojos.”
VER ANTES QUE LLEGUE LA TINIEBLA TOTAL
Dos años después de su primer poemario “Defensa del hombre” (1950), donde ya anuncia que está enamorado (soneto “El poeta descubre el amor”), se desposa en Madrid con la señorita María del Pilar Falcó (definitivamente “Mariuca”). En los presentes versos de “Quisiera despedirme” (del libro “La madre”, de 1958), dice adiós, con dulzura, a la belleza del mundo, que pronto dejará de contemplar.
Pero ya no está solo. Y llega a aceptar la ceguera en brazos de Mariuca, como bellamente escribía en “Plegaria”: “Ayer debí cegar. Hoy es temprano; / que la gracia alza nidos en mi pecho, / y me he visto en sus ojos, Dios, y he visto. / Mas si he de ver, sea en sus brazos ciego.”
QUISIERA DESPEDIRME
Quisiera despedirme, monte, río,
cielo de España, campo, mares... Veo
todavía la patria. Es el deseo
último de la sangre, mientras frío
se me queda el color, hasta que ciegue.
¡Es tan hermoso ver, andar mirando
el rostro de las cosas, madre! ¡Ando
con tal hambre de ver antes que llegue
la tiniebla total! ¿De qué más gana
vivo y sin ver, oyendo la armonía,
el rumor de la luz, ola lejana?
Por eso quiero ver y ver, ansiosa-
mente, recordar siempre a qué sabía
el mundo de tu mano, dulce esposa.
PERO A TU OÍDO, PERO A TUS BRAZOS
Fechado en otoño, a finales de setiembre, el extraordinario poema “Pero a la sombra, amor” (ver Cantar 8, 5), está redactado desde la experiencia terrible de la luz que se apaga. Deliciosas referencias a olores, tactos, sonidos... La voz de ella es ahora luz, música (“Veo en tu verbo, creo”). El ritmo de la escritura es encabalgado, nervioso, saltarín por la inseguridad de quien no puede ver, aterrorizado de quedarse solo en un mundo deshumanizado.
PERO A TU SOMBRA, AMOR
Rompe el tabique, trae a la ceguera
el diálogo, tu música. Me llenas
de otra luz esta carne donde penas,
recuerdos van. Tú sigue, compañera,
cogida de mi mano. Me redime
esta voz tan alzada de romero,
de campo con simienza y caminero
paso. Veo en tu verbo, creo. Dime
por qué ese olor –¿es mayo?-, cómo ha sido.
Habla o calla, mujer, pero a mi lado,
pero a tu sombra, amor, pero a tu oído,
pero a tus brazos. Habla o calla, esposa,
pero ahí. ¡No me sienta abandonado
sobre la Tierra inmensa, silenciosa!
RAMÓN DE GARCIASOL
nacido hace cien años
1.Nosotros sí que celebramos el centenario de Ramón de Garciasol
LIMOSNA
CANCIONCILLA DEL MENDIGO
CANCIONCILLA DE LA INVITACIÓN A LA SERENIDAD
2.Treinta dioptrías en las gafas
MIRAR SIN VER
QUISIERA DESPEDIRME
PERO A TU SOMBRA, AMOR
3.Herido ver
HERIDO VER
MILAGRO
ORACIÓN POR LOS OTROS
4.No seas niña, madre
NO SEAS NIÑA, MADRE
NADIE ME CANTARÁ COMO TE CANTO
LA MADRE
5.Madre: padre va solo
MADRE: PADRE VA SOLO
PADRE ANCIANO
6.Del amor de cada día
DEL AMOR DE CADA DÍA
CANCIÓN DE LA COMPAÑERA
CANCIONCILLA DE LA ESPOSA EN EL DÍA DE LA MADRE
7.Arenga a las rosas y a los hombres
ARENGA A LAS ROSAS Y A LOS HOMBRES
FRATERNIDAD CON LAS COSAS
8.Los que viven por sus manos
YO SOY PLAZA