Salmos en tiempo de pandemia
Salmos en tiempo de pandemia
Hace muy pocos días me llegó en PDF, como en vuelo de ángeles, una bella edición de 20 Salmos (su portada preside este post) escritos por mi amigo periodista, sacerdote y poeta, Julián del Olmo. Así nos introduce el ilustre alcarreño en el porqué y para quién bajó al ordenador sus emocionados versos: “Los Salmos los cociné con leña de encina, en el horno del confinamiento debido a la pandemia del “coronavirus”. Sus ingredientes son todos naturales: desamparo de los enfermos, soledad de los muertos, miedo individual y colectivo paralizante, incertidumbre ante el futuro, solidaridad organizada y espontánea, presencia de Dios en la noche oscura y mi vivencia personal, iluminada por la lectura orante de la Biblia, a partir de la escucha de personas que llamaban pidiendo una palabra de fe y esperanza al ver cómo temblaban los cimientos de la tierra.”
"Gracias, expresó, porque nos has acercado al mundo real de los que no tienen voz, y también por tu trabajo sacerdotal que te acredita delante de tus compañeros, creyentes o no, como un pastor cercano y acogedor. Gracias, querido Julián”.
Gracias, querido Julián, también hoy por la solidaria generosidad de acercar de nuevo tu voz a la de todos, entregando unos Salmos que, como resumió Rudesindo Delgado en la presentación de Salmos en tiempo de pandemia, “cuentan lo que está pasando y a la vez iluminan y movilizan, transmiten paz y alegría, son emotivos y tocan el corazón, generan esperanza, invitan a la reflexión y a la oración, son un regalo y un soplo de aire fresco para estos días de confinamiento, me dan fuerza y esperanza en medio de tanta impotencia y sufrimiento, muestran la fe y el Evangelio encarnados, a mis amigos también les encantan…»
SE VAN, ¿POR QUÉ SE VAN...?
Con su exquisita sensibilidad de periodista y sacerdote, Julián del Olmo se ha confinado tres meses observando y meditando en tiempo de pandemia. Escribió salmos orando y llorando sufrimientos y agonías de hermanos. De los 20 títulos que ha dado a conocer elegimos para hoy el Salmo 15, “VAMOS HACIA LA LUZ”, y el Salmo 12: “ID CON DIOS”, que presentamos a continuación.
El poeta sacerdote bautizó su experiencia con el oportuno nombre de “Salmos”: poesía religiosa cuyo protagonista principal es Dios, un Dios Creador del Universo, del hombre y la mujer, de Toda Vida. El poeta de Yela se sumerge en la experiencia de la fe y se abandona al Espíritu. La preocupación central podría ser la felicidad del ser humano en la justicia y el amor… En el Salmo 12, “ID CON DIOS, HERMANOS”, a base de inteligentes cuestionamientos, se problematizan tantas muertes, se sugiere un final en los brazos del Padre…
Salmo 12
ID CON DIOS, HERMANOS
“Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria” (Jn 17, 24).
Se van, unos tras otros se van,
¿por qué se van?, ¿quién los lleva?
Se van…
¿cuántos se han ido?, ¿cuántos se irán?
Se cuentan por miles: hombres y mujeres
de todas las edades,
de todas las clases sociales,
de todas las profesiones,
de todas las ideologías, de todas las religiones.
Se van… ¿por qué se van?,
porque cayeron mortalmente heridos en la batalla
y el “coronavirus” no tuvo piedad de ellos;
porque ya no tenían lugar en esta Tierra
en la que alguien puso un cartel a la entrada
de “reservado el derecho de admisión”.
Se van… ¿cómo se van?,
cargados con la pesada cruz del miedo,
la soledad y el desamparo, en unos casos;
en otros, acompañados por un puñado
de familiares
en una despedida imprevista e improvisada
o atendidos por cuidadores
y profesionales sanitarios
en domicilios, residencias y hospitales.
Se van… ¿cuántos se han ido?,
entre tantas personas, miles de ancianos,
residentes en centros públicos y privados
carentes de medios adecuados
para hacer frente a la pandemia,
salieron de este mundo por la puerta de atrás
porque la principal está cerrada
por miedo a que se cuele el temible “coronavirus”.
Los ancianos vivieron y padecieron guerras y posguerras,
trabajaron para sacar adelante a su familia en
tiempos de penuria, fueron artífices del desarrollo
económico y social del país
y soñaron un mundo mejor para
las generaciones venideras. Con este brillante currículo
que llenaría de orgullo a cualquiera,
han acabado sus días confinados en una habitación
sin que a veces tuvieran a su lado una mano
a la que agarrarse
para dar el salto mortal y con la pena
de no poder despedirse de sus seres queridos.
Antes de descansar en paz
sus cuerpos vagaron por morgues y crematorios,
porque hasta para morir hay que tener suerte…
(Nuestro reconocimiento a los ancianos,
anónimos la mayoría de ellos, que la pandemia ha
arrebatado de este mundo cuando apuraban sus
últimos sueños. Descansen en paz).
Se van…
¿adónde van los que se van?, ¿quién los lleva?
Las ovejas siguen al pastor: “Yo soy el Buen Pastor
y voy delante de mis ovejas y ellas atienden mi
voz” (Jn 10,4).
Como en el éxodo bíblico, “Dios lleva a su pueblo
a una tierra fértil y extensa, tierra que mana leche y
miel” (Ex 3, 8).
“En la casa de mi Padre –asegura Jesús– hay
espacio para todos; cuando os haya preparado
el lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que
donde yo estoy estéis también vosotros” (Jn 14, 3).
¡Quedaos con Dios, hermanos!
“Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor” (Rm 14,8).
27 de abril de 2020
O NOS SALVAMOS TODOS O NO SE SALVA NADIE
Si el Salmo 12 (ID CON DIOS, HERMANOS) es una despedida de los que ya no están, el Salmo 15 (VAMOS HACIA LA LUZ) es un aldabonazo de conversión, de renovación de mente y espíritu hacia la Luz. Amanece, estalla la Primavera. Ahora todo va más lento, somos más serviciales, más espirituales… Es tiempo de llorar a los muertos y cuidar a los vivos, de agradecer, de humanizar la vida, la economía, la solidaridad (también hacia personas en peligro de muerte por el “coronahambre”). El Planeta es uno e indivisible, y o nos salvamos todos o no se salva nadie. La repetición por seis veces de un entusiasmado “Vamos…” con cierto aire de marcha colectiva, de unánime canción, acaso nos sugiere que ya no estamos solos, que somos pueblo en marcha y en destino…
Salmo 15
VAMOS HACIA LA LUZ
“Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana creada a imagen y semejanza de Dios” (Ef 4, 23)
Vamos…
con la mascarilla puesta
para no contaminar ni que nos contaminen,
con el miedo en el cuerpo y en el alma
porque estamos en el ojo del huracán del
“coronavirus” que deja miles de muertos
en los países por donde pasa.
Vamos…
cargados con la cruz de la soledad y el desamparo,
que se colaron en nuestras vidas
por las rendijas del confinamiento,
y necesitamos cirineos que nos escuchen y ayuden
para no caer en el pozo de la amargura
y la desesperanza.
Vamos…
por la calle, de uno en uno y en silencio,
contemplando esta Primavera exultante
porque el confinamiento redujo
la contaminación atmosférica
y la Naturaleza lo ha agradecido
con la bonanza del tiempo y la generosidad de la lluvia;
una buena noticia para el Planeta
que estaba a punto de entrar en la UCI.
Vamos…
paso a paso, comprobando que la vida sigue
aunque muy diferente
a como la habíamos programado:
ahora todo va más lento, como si no hubiera prisa,
somos más serviciales los unos con los otros
y más espirituales
porque el “coronavirus” nos ha dado una gran lección
sobre la vida y la muerte y hemos tomado nota.
Vamos…
hacia la Luz que separa el día de la noche
y el “coronavirus” la opacó hasta dejarnos en tiniebla;
ahora vemos Luz en el horizonte
aunque todavía hay alguna nube
que nos impide verla en todo su esplendor,
pero no hay que perder la esperanza
porque la Luz es mucho más potente
que la tiniebla.
Vamos…
a renovar la mente y el espíritu porque llega
un nuevo tiempo
y hay que estar fuertes y preparados
para que el choque no sea tan brutal;
el confinamiento ha sido un buen entrenamiento
para lo que nos espera.
No vale aferrarse al pasado que fue pero ya no es;
ni quedarse de brazos cruzados
lamentando lo sucedido
con peligro de caer en una depresión postrauma;
ni culparnos unos a otros para sacar partido,
aunque es justo y necesario reconocer los fallos
propios y ajenos
para evitar que se repitan en el futuro.
Ahora es tiempo:
de llorar a los muertos y cuidar a los vivos;
de agradecer a los que dieron su tiempo,
su trabajo y hasta su vida
para ayudar y acompañar a los demás;
de humanizar la vida, la economía y la solidaridad
a nivel global
si queremos que el Planeta y cuantos lo habitamos
tengamos futuro;
de tomar conciencia de que hay millones
de personas en peligro de muerte por el “coronahambre”,
una enfermedad que, si quisiéramos,
se podría curar fácilmente.
El denostado “Covid-19“ ha puesto en evidencia
que a la hora de la verdad los muros
y las fronteras,
que con tanto afán hemos levantado por todo
el mundo,
no sirven para nada o para muy poco;
que el Planeta es uno e indivisible
y o nos salvamos todos o no se salva nadie;
que Dios es “Señor de cielo y tierra”
y nosotros, aún los más poderosos, somos
humildes siervos suyos
lo cual es un gran privilegio.
“No se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las cosas se conservan” (Mt 9, 17).
5 de mayo de 2020
ENLACES Pulsar el título de un enlace:
1. Salmos en tiempo de pandemia
Salmo 12. Id con Dios, hermanos
Salmo 15. Vamos hacia la luz
2. Salmos en tiempo de pandemia 2
Salmo 17. Recuerdos de hoy para mañana
Salmo 19. Acompañar en la soledad
3. Salmos en tiempo de pandemia 3
Salmo apócrifo 3. La Silla y la Vela
Salmo apócrifo 2. Todo es posible