De nuevo, villancicos en Nido de Poesía
REÍR, PENSAR, REZAR, BAILAR LA NAVIDAD
Cuando iniciamos la web “Nido de poesía” hace quince años, para encandilar a los amigos visitantes dinamizamos ambiente musical por las páginas y ensayamos ballet de letras para algún titular de sus poemas. Pero pensamos que al diciembre de hoy le llegó su sanmartín, y nuestro juego de letras y sonidos se apagó para siempre porque, al parecer, los efectos especiales de Adobe Flash se sustituirán con renovadas técnicas. Si nos dejaran algún mecanismo de sustitución… Pero es mucho lo que nos queda todavía por disfrutar, porque no hemos renunciado a la ilusión y al ingenio, al placer de soñar, a la aventura de vivir despiertos…
A lo largo de varios años he ido antologizando versos sencillos y tiernos que, revestidos de luz, calor, sonido, convierten nuestro ordenador en vidriera de catedral, devocional estampa, mensaje de ángeles y, más allá del rayo y la tormenta, revelación de Dios en brisa de bits que acarician los ojos, los oídos, las entrañas del buscador.
La imagen de la muchacha abierta al misterio de la noche que preside el trabajo de hoy corresponde a la página índice de "Reír, Pensar, Rezar, Bailar la Navidad". Las alegres ramas de "Nido de Poesía" reservadas para versos de Navidad contienen ya, diríamos, 40 poemas, 40 avecicas batiendo alas para volar al hombro de hermanos y hermanas que siguen la estrella. Para activar las cuatro opciones de la joven frente al universo, pulsar aquí.
ALEGRÍA Y ASOMBRO DEL VILLANCICO
José Luis Martín Descalzo, en su artículo “Del asombro del villancico” esclarece alguna de las cualidades más destacadas de los poemas de Navidad y específicamente del villancico. Algunos párrafos:
"Creo que, si tuviera que definir la Navidad con sólo dos palabras, elegiría, sin dudar, éstas: Alegría y Asombro. Y, si tuviera que hacerlo con una sola, me quedaría con la segunda de las dos: Asombro.
Asombro, porque lo que en ese día ocurre es algo tan desconcertante (eso de que Dios baje a ser uno de nosotros), que sólo porque Él mismo lo ha revelado podemos creerlo. De otro modo lo juzgaríamos una fábula hermosa, pero imposible.
Y, sin embargo, esa «fábula» es cierta: Dios prendido y prendado por su amor a la criatura, se hizo igual a ella; se hizo, no sólo hombre, sino bebé, inerme, indefenso. Nada más hermoso, nada más grande podía ocurrirte a la Humanidad.
Y, para celebrar ese prodigio insólito, los hombres han volcado sobre la Navidad todo cuanto conocían de ternura y belleza. Tal vez ningún otro tema haya recogido en torno suyo tantas maravillas pictóricas, musicales, poéticas.
Entre estas maravillas está el villancico, esas canciones que comenzaron siendo, como dice la vieja definición, «lo que suelen cantar los villanos cuando están en solaz», y acabaron reuniendo en un mosaico de pequeñas maravillas poéticas a los mejores escritores de todas las literaturas..."
Y SEA TODO, MADRE, COMO ERA
Iniciamos la contemplación de dos poemas de Navidad ambientados a página completa con el soneto de Ramón de Garciasol “No seas niña, madre”. Celebrando la Navidad sin la fallecida madre (si no de pandemia como ahora, a lo mejor de hambre, como entonces), bromea tiernamente Ramón con ella: “El niño canta / y el hombre llora, pero tú no llores, / que tú tienes que darnos la salida… / y sea todo, madre, como era.” (Pulsar aquí)
NO SEAS, NIÑA, MADRE
No seas niña, madre, criatura.
Esto no es nada, tonta; casi nada.
Está la Nochebuena tan cargada
de infancia, madre, que tu sepultura
ha traído de golpe a la garganta
olas de villancicos, viejos bronces
de repicar a fiesta, a cuna, a entonces.
No es nada, madre; nada. El niño canta
y el hombre llora, pero tú no llores,
que tú tienes que darnos la salida
y refrescarnos lo de los Pastores
de Belén y la Virgen lavandera.
Tú, no, madre; tú, no. Besa la herida
y sea todo, madre, como era.
CON UN DIOS DE CARNE DENTRO
Dos mujeres embarazadas, María e Isabel, se saludan y felicitan. Francisco Garfias, en “Villancico del primer Corpus”, romanceado relato bíblico de Lucas 1, 39-56, homenajea a Isabel y, sobre todo, a María “porque Ella es alta custodia / con un Dios de carne dentro.” (Pulsar aquí)
“REÍR, PENSAR, REZAR, BAILAR LA NAVIDAD”
Hemos seleccionado para esta sección de “Villancicos” treinta y ocho poemas, distribuidos en cuatro grupos: 1 Reír la Navidad, 2 Pensar la Navidad, 3 Rezar la Navidad, 4 Bailar la Navidad. Presentamos cada una de las secciones con todos los títulos y sus autores. Para acceder al índice de cada uno de los cuatro grupos, utilizar el enlace señalado.
REÍR (pulsar aquí)
Llovida fiesta, de Alfonso Canales. Romance del establo de Belén, de Gabriela Mistral. Villancico del futbolista, de José María Fernández Nieto. Las cinco vocales, de José Javier Aleixandre. La piñata de los ángeles, de Joaquín Antonio Peñalosa. Villancico Gitano, de José María Fernández Nieto. Elegía navideña, de Antonio Murciano.
PENSAR (pulsar aquí)
No seas niña, madre, de Ramón de Garciasol. Aleluyas, de Víctor Manuel Arbeloa. Aquí y ahora: Navidad 2005, de Antonio García Gómez Yebra. Baladilla del posadero de Belén, de Carlos Murciano. Las abarcas desiertas, de Miguel Hernández. He jugado a ser ciego, de Nicolás de la Carrera. Belén imperfecto, de Víctor Manuel Arbeloa.
REZAR (pulsar aquí)
Villancico del primer Corpus, de Francisco Garfias. El burrito pide la posada, de Joaquín A. Peñalosa. Villancico de la enfermera, de José María Fernández Nieto. Nacimiento de Nuestro Señor, de Fernando de Villena. Receta para construir un nacimiento, de Luis López Anglada. Sobrevolando Madrid, de Nicolás de la Carrera. Del pastor ciego que abrió los ojos a nueva vida, de Luis Rosales. Resplandor del ser, de Rosario Castellanos.
BAILAR (pulsar aquí)
No se dejaba mirar, de Félix Lope de Vega. Nochebuena, de Francisco Álvarez. Hay un Niño que dicen, de Gloria Fuertes. Cuando venga mi hijo, de José Luis Martín Descalzo. Villancico del Niño dormilón, de Gloria Fuertes. Navidad en Sloane Square (Londres), de Antonio Murciano.
DIEZ VILLANCICOS de ANTONIO MURCIANO (pulsar aquí)
Nació y ha vivido en Arcos de la Frontera hasta sus actuales 90 años el Poeta del Flamenco y la Navidad Antonio Murciano. Nacido en plenas fiestas navideñas de 1929, su vida ha gravitado en torno a su fe cristiana y al verso, mejor de arte menor, sobre todo si se escribe en el luminoso tiempo de la estrella levitando sobre Belén y Arcos, de la adoración al Niño-Dios, con los pastores, los magos y devotos arcenses.
1 Romance viejo de la Madre nueva. 2 Villancico del “andandito”. 3 Villancico de la Buenaventura. 4 Baladilla ingenua de los animales en el belén. 5 Navidad en Sloane Square. 6 La visitadora. 7 Elegía navideña. 8 Villancico de las preguntas. 9 Villancico del poeta más torpe. 10 Autorretrato navideño.
DE LA PANTALLA DEL ORDENADOR AL LABERINTO DEL MÓVIL
Hace quince años nació la web “Nido de poesía”. Poemas humanistas encendidos de trascendencia. Fueron diseñados entonces para la pantalla del ordenador: un poema por página, ilustrado y sugerente. Después llegaron la tableta y los móviles; el proyecto inicial de generosa pantalla fue reduciendo su espacio hasta la generalización del móvil de bolsillo. Mi preocupación fue creciendo con la disminución del campo de imagen, pensando que el reino liliput se comería los poemas de mi web.
A medida que manejo algo mejor el celular, voy descubriendo habilidades (sobre todo el utilísimo acercamiento/alejamiendo de los dedos índice y pulgarpara modificar el tamaño de la imagen). Yo no sabía qué hacer con el móvil al viajar en metro, o en el tiempo libre, y ahora explorar poemas de Nido de poesía (hay más de 250 en esta web) me entretiene y divierte. Por cierto, quisiera recordaros que mi página de versos no tiene un solo anuncio, ni siquiera política de cookies en el interesado mercadeo de la publicidad. Nada de nada.
Cierro ya el post de hoy con la imagen de un poema del álbum, “No se dejaba mirar” (pulsar aquí), de Lope de Vega, que he tomado del móvil con una cámara de fotos de hace veinte años. Reproduzco el poema completo como despedida:
ESTE NIÑO CELESTIAL
Este Niño celestial
tiene unos ojos tan bellos,
que se va el alma tras ellos
como a un centro natural.
No se dejaba mirar
envuelto en nubes y velos;
ahora en pajas y hielos
se deja ver y tocar.
Y como mira a los que son
la causa por que suspira,
con unos ojuelos mira
que penetra el corazón.