Misiones Diocesanas Vascas Elizalde visita la que fuera primera misión de las Diócesis vascas
El obispo acude a celebrar los 25 años de la Diócesis de Babahoyo y respaldar la cultura Montubia
Elizalde cerrará el acuerdo para la llegada de una nueva comunidad religiosa a Vitoria
| Vicente Luis García Cores (Txenti)
Este viernes 23 de agosto parte para Ecuador el obispo de Vitoria, monseñor Elizalde. El viaje se enmarca dentro de la relación que las diócesis vascas mantienen con los territorios que fueron objeto de la primera misión diocesana en la Historia de la Iglesia. Esta visita, también, es fruto de la invitación cursada por Mons. Eduardo Castillo Pino, Administrador Apostólico de la arquidiócesis de Portoviejo, y secundada por el obispo de Babahoyo, monseñor Skyper Bladimir, y el misionero Juan Ramón Echevarría, con motivo de los 25 años de creación de la diócesis de Babahoyo, y para respaldar la labor de este misionero vasco en favor de la cultura Montubia. Antes de regresar a Vitoria hará escala en la República Dominicana donde ha sido invitado por una comunidad religiosa, las Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha, para conocer la Iglesia en aquel país caribeño y cerrar el acuerdo para la llegada de esta institución religiosa a Vitoria, concretamente a la iglesia de san Miguel y basílica de la patrona de Vitoria, la Virgen Blanca. Juan Carlos Elizalde llegará para la celebración solemne de esta efeméride en la catedral de Babahoyo el 24 de agosto, posteriormente, y hasta el 4 de septiembre, de la mano de Juan Ramón Echevarría, recorrerá diversas zonas del país latinoamericano, donde permanece la huella de los misioneros vascos que iniciaron en Los Ríos una epopeya misionera hace más de 70 años.
Los vínculos entre las diócesis vascas y Ecuador se mantienen no solo con el envío de misioneros laicos y consagrados, y con el apoyo económico a proyectos concretos; el programa Voces del Sur permite traer cada año a miembros de las comunidades eclesiales de base (CEBs) a Euskadi para dar su testimonio.
Por otro lado, es frecuente, que misioneros que regresaron a su lugar de origen, visiten de vez en cuando aquellas tierras. Ese es el caso de Juan Carlos Pinedo, que pasó 20 años en Ecuador, y que el pasado mes de junio recorrió aquellas tierras rememorando su etapa misionera y poniéndose al día de la situación actual de las comunidades cristianas que un día fueron atendidas por él.
Elizalde realiza su primer viaje como obispo a Latinoamérica, y lo hace al país donde comenzó la aventura misionera de las diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria en el año 1948. La joven iglesia de Babahoyo ha caminado de la mano del Concilio Vaticano II, de las asambleas de la CELAM de Medellín, Puebla, Santo Domingo, Aparecida; de la Teología de la Liberación, de las CEBs. Y también con la impronta que los misioneros vascos, sacerdotes, consagrados y laicos, han ido dejando a lo largo de 71 años de trabajo en comunión con la Iglesia en Ecuador. Una huella inmaterial que hoy se nos retorna en el testimonio de tantos cristianos, y una huella material concretada en proyectos, en iglesias, capillas, dispensarios, escuelas, puentes y carreteras. Y sin olvidar la huella artística de Peli Romarategui, el misionero que llenó de arte, con sus mosaicos y vidrieras, muchas de estas construcciones. El terremoto que ocurrió en el año 2016 afectó seriamente a dos de las grandes obras de Romarategui, el mosaico y el vitral de la iglesia de Pedernales. Elizalde podrá visitar los trabajos de recuperación de estas obras que se están llevando a cabo y que son la imagen de ese pueblo que se recupera tras el terremoto, no en vano a todo este proyecto se le conoce como “Manabí se levanta”.
Pero la descripción más inmediata de la iglesia que va a encontrar Elizalde nos la ofrece Juan Carlos Pinedo: “Una parte de la comunidad cristiana son miembros y herederos de las CEBs que se pusieron en marcha en tiempos del grupo misionero vasco. Estas personas están más volcadas en esa pastoral social que nace del compromiso con los más pobres que nos marcamos en su día y que Jesús Ramón afianzó en su etapa como obispo. Por otro lado hay una nueva generación de las comunidades, grupos y movimientos cristianos en Ecuador que ponen el acento en una pastoral más espiritual, celebrativa, donde la liturgia tiene mucha importancia. Con estos dos acentos tendrá que trabajar el obispo actual.”
Otro aspecto importante que marca el trabajo de la Iglesia en Ecuador, y en el mundo, es la inculturación. “La importancia de conocer primero la cultura de los pueblos y desde ahí evangelizar”, señala Pinedo. Este aspecto se recoge en la Teología de la Liberación y especialmente en la Asamblea de Puebla que marca un rumbo en la labor de la iglesia en Latinoamérica. En esta línea se enmarca el proyecto en el que se ha implicado Juan Ramón Echevarria. La Conferencia Episcopal Ecuatoriana tiene una Comisión denominada “de culturas” que trabaja por el reconocimiento de todas las culturas.
La presencia misionera vasca se ha reducido a tan solo tres personas, una en Oro, otra en Guayaquil y otra en Manabí. Atrás quedaron los tiempos del GMV, grupo misionero vasco, uno de los pilares de la labor misionera que se fijaron tres compromisos: Estar con los más pobres, evangelizar desde la inculturación y trabajar en grupo, en equipo. Hoy, aunque se añoran aquellos años de bonanza vocacional misionera, se premia la colaboración económica en proyectos concretos y la evangelización que regresa a Europa desde aquellas tierras.
El obispo de Vitoria viaja “libreta en mano” para tomar referencias de las comunidades cristianas que va a visitar y, si fuese factible, traer propuestas a Vitoria.
Juan Carlos Pinedo ha podido, en su reciente viaje, disfrutar de varias celebraciones en las que se ha reunido con familias con las que le unen lazos eternos; también ha podido sentir que su presencia era un apoyo al trabajo de su compañero Echevarria, y de manera especial recuerda el encuentro tenido con los obispos eméritos, prelados que pasan de los 80 años y con los que pudo recordar todo el trabajo misionero que se ha llevado en Ecuador y el buen recuerdo dejado por las misiones diocesanas vascas. Otro momento que quedó grabado en la memoria de Pinedo fue el recuerdo a los misioneros vascos fallecidos y que reposan en aquellas tierras “visité la tumba de Máximo Guisasola en Vinces, la de Ángel Salvatierra en la Catedral de Babahoyo (quien no pudo llegar a aceptar la propuesta de ser obispo de Vitoria), allí están también las cenizas de Jesús Ramón Martínez de Ezquerecocha. También visité la tumba de José Vellés (seglar) en Jama-Manabí, la de Begoña Azkue e Itziar Belaustegigoitia (MMB - Misioneras de Berriz) en Bahía de Caráquez-Manabí, Avelina Amasuno (IMS- Instituto Misionero Secular) en Quito y Manuel Sesma (cura) en Palenque-Los Ríos. Y celebré también por el alma de Anselmo Arrieta que falleció hace tres meses.”
25 años de la Diócesis de Babahoyo.
El 14 de octubre de 1994 el Papa Juan Pablo II creaba la Diócesis de Babahoyo. Pero este territorio tiene una prehistoria que lo vincula directamente a las diócesis vascas:
Nos remontamos al 31 de mayo de 1947, cuando el entonces obispo de Guayaquil monseñor José Félix Heredia traslada a la Santa Sede una petición: que se desmembre los territorios de la provincia de los Ríos debido a la gran extensión de la Diócesis de Guayaquil, las dificultades en la movilización en esta provincia y la escasez de sacerdotes.
Esta demanda llegó en el momento oportuno. Al Vaticano había llegado también las aspiraciones de la Diócesis de Vitoria (que entonces agrupaba a Bilbao y San Sebastián) de ser diócesis misionera, la primera diócesis misionera. Fue así que el papa Pío XII creó el Vicariato Apostólico de Los Ríos el 15 de julio de 1948, entregándolo como territorio de Misión a la Diócesis de Vitoria. El Vicariato fue elevado a Prelatura Nullius de Los Ríos, el 15 de septiembre de 1951. Su primer administrador fue monseñor Adolfo María Astudillo y tras su fallecimiento, el misionero vasco Víctor Garaigordóbil Berrizbeitia, es nombrado para el mismo cargo el 20 de abril de 1957, tomando posesión el 6 de junio del mismo año, fecha en la que fue elevado a la dignidad de obispo, consagrado como tal el 30 de enero de 1964, un día después de la bendición de la nueva Catedral de Babahoyo. Tras la renuncia de Víctor Garaigordóbil, en mayo de 1982, se encargó la Prelatura a monseñor Raúl López Mayorga, Obispo de Guaranda hasta agosto 4 de 1984, siendo reemplazado el 5 del mismo mes y año por el nuevo Prelado designado ya desde el 29 de junio de ese año, otro vasco, monseñor Jesús Ramón Martínez de Ezquerecocha. Estos hechos coinciden con la disposición eclesial por la que las Misiones Diocesanas Vascas dejan su status de encomienda y pasan a ser desde ese momento solamente colaboradores. Se trata de un reconocimiento de autogestión.
El 14 de octubre de 1994 se creó la nueva Diócesis y se designó con la ordenación de obispo a Martínez de Esquerecocha, que estuvo al frente hasta el año 2008 en que renunció. Luego fue obispo en la Diócesis, monseñor Fausto Trávez hasta 2010, año en que fue designado Arzobispo de Quito. Pasado cierto tiempo en que la Diócesis estuvo a cargo de monseñor Antonio Arregui, Arzobispo de Guayaquil, el 16 de marzo de 2012, toma posesión de la Sede, monseñor Marcos Aurelio Pérez Caicedo, quien, tras cuatro años al frente de la diócesis, en junio de 2016 fue designado Arzobispo de Cuenca por el Papa Francisco. Y finalmente, el 19 de mayo de 2018, recibe la Diócesis monseñor Skiper Bladimir Yánez Calvachi.
La importancia de la celebración de este 25 Aniversario radica en que el actual obispo quiere dar un paso más y, según comenta Juan Carlos Pinedo, “pasar a ser una iglesia evangelizadora en Ecuador. Ahora tiene un clero joven, y eso siempre es un desafío.
A la ceremonia que tendrá lugar a las 10 de la mañana en la Catedral de Babahoyo está asegurada la presencia de los eméritos Arregui, Traves, y Pérez Caicedo. Antes de tomar posesión el actual Obispo, estuvo año y medio de administrador apostólico el Padre Ramiro, hoy párroco de la Catedral de Babahoyo. También van a asistir Mario Ruiz Navas, arzobispo emérito de Portoviejo durante 20 años y Néstor Herrera, obispo emérito de Machala . Además asistirán otros obispos del Ecuador, y autoridades eclesiásticas que representen a la Santa Sede.
Visibilizar la cultura Montubia
Otro de los objetivos de este viaje es respaldar el trabajo, denominado “Raíces y Sueños de San Isidro”, que Juan Ramón Echevarría viene haciendo desde hace varios años para visibilizar y que se reconozca la cultura Montubia como una cultura con entidad propia, y que el término montubio deje de tener el carácter despèctivo que ha tenido hasta ahora. La cultura montubia se localiza en la costa, en la zona de Guayas, Los Ríos, El Oro y Manabi, Durante años Ecuador ha reconocido tres culturas: la mestiza, heredera de la llegada de “los conquistadores”, la indígena, de los pueblos autóctonos; y “la afro” que se crea con la llegada de esclavos desde el continente africano. Pero el pueblo Montubio no sería reconocido oficialmente hasta el año 2008 por las autoridades ecuatorianas. El misionero vasco Juan Ramón Echevarría está liderando un trabajo de recuperación de la cultura montubia. Para ello se han hecho hasta la fecha más de 300 entrevistas a personas mayores; ha puesto en marcha una escuela de danza y teatro montubio en San Isidro y Piquigua; han logrado un terreno de 12 hectáreas donde se instalará un museo de la cultura montubia, para lo que están recogiendo enseres de todo tipo que registran la actividad del pueblo montubio. Toda la documentación oral y material servirá para un futuro estudio antropológico sobre este pueblo, para lo que se han establecido puentes con varias universidades que ayudarán en este estudio. La presencia del obispo de Vitoria será un apoyo más en esta empresa en la que las instituciones civiles y eclesiásticas están trabajando conjuntamente.
En su visita a Los Ríos a Elizalde le espera un programa de inmersión en la cultura montubia de los Ríos, con presencia de autoridades, la casa de la Cultura y el grupo de danzas de Baba. Los actos están organizados desde la Casa de la Cultura, presidida inicialmente por Julio León, un militante de la JEC y hoy en manos de la Comunidad cristiana "Angel Salvatierra".
La defensa de la cultura montubia por parte de los misioneros vascos se remonta a los inicios de su presencia en Ecuador. En el Seminario Diocesano de Vitoria tenía mucha aceptación en los años 60 una publicación "Entre los montubios", del misionero Luis Alberdi. Ya entonces, Luis hacía un trabajo de inculturación: “si no entendemos y valoramos esa cultura, nuestra evangelización va a estar en el aire”. ésa era su tesis.
Visita a las clarisas que fueron desde Salvatierra
Las monjas de Montalvo. El domingo 25 Elizalde viajará a un lugar muy entrañable: El Convento de María de la Eucaristía; es filial de las Clarisas de Salvatierra y están allí 3 de las fundadoras que viajaron hace casi 25 años, por lo que están también de aniversario como la Diócesis de Babahoyo. Tienen ahora unas 25 religiosas, todas ecuatorianas, menos las tres fundadoras. Son una importante aportación de nuestra Diócesis a la vida contemplativa en Los Ríos, porque no había conventos de vida contemplativa allí.
Una nueva comunidad religiosa en Vitoria
A falta de conocer más detalles al regreso de monseñor Elizalde, podemos adelantar que la casa parroquial de San Miguel será el hogar para una nueva orden religiosa, las Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha. Esta es una Congregación religiosa fundada el 5 de Agosto del 1969 en Santiago de Cuba, por el presbítero español Ciriaco Sancha y Hervás (Cardenal Sancha). Realiza su labor Pastoral en 11 países: Cuba, República Dominicana, Haití, Colombia,Perú, Venezuela, Panamá, Puerto Rico, New York, Italia y España, donde llevan la Casa del Clero en la Plaza San Bernardo en Madrid. Su misión apostólica la centran en la educación de niños, adolescentes y jóvenes, también en la asistencia a personas mayores en el servicio de salud (dispensarios médicos), y algunas hermanas desarrollan su labor en escuelas de formación laboral y, por último atienden la pastoral en las parroquias en las que están incardinadas.
La casa parroquial a la que se accede por la calle Correría, se encuentra estos días en obras de acondicionamiento para acoger al grupo de religiosas llegadas desde el país caribeño, las cuales participarán de la vida y la pastoral de la Unidad Pastoral del Casco Viejo de la ciudad.
Esta iniciativa se enmarca dentro del plan que monseñor Elizalde tiene para la Diócesis de Vitoria, abierto a todo tipo de carismas de la Iglesia que puedan aportar aires nuevos e ilusionantes. Criterios que permitieron el establecimiento del Seminario Redentoris Mater hace dos años, y que están dando sus primeros frutos.
Non solum sed etiam
Quien mucho da mucho recibe. Más o menos esta es la idea que ofrece San Pablo en su Segunda carta a los Corintios. Y esto es lo que siento que puede estar pasando con la historia de las Misiones Diocesanas Vascas 70 años después de ponerse en marcha. En torno a unos 800 misioneros, entre sacerdotes, consagrados y laicos, han viajado desde aquel 1948 a tierras de Latinoamérica y África. Y millones de vascos, y vascas (que dicen los políticamente correctos) han respaldado, y lo siguen haciendo, el trabajo misionero. Una labor que tenía como compromiso fundamental una apuesta preferencial por los pobres de la Tierra.
Esa generosidad sin medida de la que podemos sentirnos orgullosos, hoy se nos devuelve en forma de testimonios de las voces del Sur, en la presencia de un clero de otro color, de unas religiosas con otros acentos, y de una población migrante que ha traído en su mochila una fe heredada, que un día llevamos e hicieron suya.
Hoy, como siempre, los pobres nos evangelizan, desde allí, y desde acá.
Estos sí se merecen un “ongi etorri” público y popular.