En el Seminario Eguna/ Día del Seminario Las ascuas de la cantera y un Seminario futurista en Vitoria

Las ascuas de la cantera y un Seminario futurista en Vitoria
Las ascuas de la cantera y un Seminario futurista en Vitoria

La Catedral Nueva de María Inmaculada, en la fiesta de su titular, vivirá la ordenación de un sacerdote vitoriano y un nuevo diácono

Las vocaciones tardías son una posible respuesta al relevo sacerdotal

El Seminario de Vitoria podría en un futuro volver a ser un Seminario al servicio de varias diócesis

Más que un centro que aloje a candidatos al sacerdocio el futuro podría ser el de un centro de espiritualidad vocacional  

La cantera, este término, en el mundo del deporte en el País Vasco siempre ha tenido un significado muy especial. La cantera se ha cuidado, se ha promocionado, se ha confiado en ella, se ha sentido orgullo por ella y los resultados han sido muy satisfactorios. 

Este 8 de diciembre, Día de la Inmaculada y Seminario Eguna/Día del Seminario en las Diócesis vascas, la Diócesis de Vitoria vivirá un acontecimiento muy especial, la ordenación de un nuevo sacerdote, José Ignacio López de Maturana, de la cantera.  Entre los candidatos al sacerdocio hay otros dos casos de vocación madura como el de José Ignacio, Miguel Ángel Sáenz de Villaverde, de la cantera, y Luis Eduardo Ruiz, un fichaje llegado de Colombia. 

Los tres responden al perfil de vocación tardía ya que fue pasados los 40 y muchos cuando dieron el paso del discernimiento vocacional y será en los 50 cuando sean ordenados. 

El primero es abogado, el segundo arquitecto y el tercero periodista. 

Son tres vocaciones maduras, me los imagino ya en una etapa de su vida en la que no tienen que demostrar nada a nadie. A  diferencia de sus imberbes compañeros ellos ya han vivido una parte importante de su vida, y la que les queda está marcada por un deseo de servicio a Dios, a los hermanos y a la Iglesia. 

El nuevo diácono será Ariel, miembro del camino neocatecumenal y formado en el Redentoris Mater.

PANORAMICA CON FILTRO

Sin duda es un momento de celebración para la Iglesia Diocesana. La cantera vuelve a dar sus frutos, del enorme edificio ideado por el beato Pedro de Asua vuelven a salir vocaciones de la cantera. 

Y es posible que este Seminario, y tras las recomendaciones traídas desde Roma por los obispos, esté llamado a ser  un centro de formación de sacerdotes que albergue las vocaciones surgidas y llegadas tanto a Vitoria como a las diócesis hermanas o incluso cercanas. 

Evidentemente sería de ingenuos pensar en recuperar un pasado glorioso de este Seminario, que llegó a albergar a más de medio millar de aspirantes al sacerdocio de todas las edades. Ni siquiera a la etapa que yo viví cuando a finales de los años 70 ingresé en el pabellón de latinos, luego en el de filosofía y finalmente en el de teología. 

Si miro a futuro me imagino un Seminario muy diferente. Me imagino un Seminario como gran centro de formación de vocaciones. Donde las aulas de teología tendrían un peso importante. Pero no sería un lugar para residir habitualmente, solo en días de retiros espirituales o encuentros vocacionales. Me lo imagino como un gran centro de espiritualidad abierto a todos y a todas.

Y¿ dónde residirían los aspirantes al sacerdocio? Pues potenciaría las casas parroquiales. Algunas de nuestras parroquias cuentan con bloques de viviendas donde puede residir una comunidad plural de laicos y laicas, de consagrados y consagradas, de familias, de célibes o de matrimonios. Las opciones pueden ser varias, no encorsetaría la convivencia a ningún modelo concreto, solo exigiría que fuesen una comunidad que viva y ore unida. Podría vivir un sacerdote con sus padres y en el piso de enfrente una familia con hijos, o podría ser un grupo de sacerdotes y seminaristas, y en la otra mano una pequeña comunidad de vírgenes consagradas, pero todos hacen una única comunidad. 

Solo hay una duda que me viene a la cabeza. Ese Seminario ¿de quién dependería? ¿del obispo titular de la Diócesis? Pero no todos los obispos comparten una misma idea de formación en el proceso de acceso al presbiterado … ¿dejarían a sus candidatos en unas únicas manos?

Si de mi dependiera los seminarios no tendrían apellido, dependerían de un órgano supradiocesano y estarían abiertos a la formación teológica y espiritual de hombres y mujeres, abiertos a todas las vocaciones posibles en la Iglesia. 

Recuerdo con cariño mis años en el Seminario, aquellos “8 de diciembre” y sus Festivales de “pequeños amigos de nuestro Seminario” que grandes hombres como Cayo Luis Vea Murguía o José Macías pusieron en marcha.

Vivo con gozo la ordenación de José Ignacio, y cuando lleguen las de Miguel Ángel y Luis Eduardo y creo que serán unas incorporaciones más serenas y acertadas por la maduración de las personas y de los procesos vocacionales que quienes salen al ruedo con vocación de casta sacerdotal. 

Espero, y lo hago con esperanza, un futuro en la Iglesia donde quepamos todos, todos, todos, y todas, todas, todas, en donde el edificio del Seminario sea un gran centro referencial de discernimiento vocacional, para todas las personas vocacionadas a servir a Dios, a los hermanos y hermanas y a la Iglesia, y por este orden. Y entonces, quizá entonces, volvamos a ver a la cantera resurgir con fuerza, y podamos volver a promocionarla, a cuidarla, a confiar en ella y a sentirnos orgullosos de ellos y de ellas.

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