Reflexión en voz alta sobre la historia de las “clarisas” de Belorado y Orduña El silencio es la consigna, y “dejar hacer” la actitud
esta historia tiene dos frentes muy definidos: el económico y de poder, en el que estarían implicados el falso obispo, sus adláteres y la superiora de la comunidad; y otro el espiritual: donde se ha producido un sometimiento de las conciencias
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
Más allá de una actividad frenética y una “necesidad” de hacer caja con la repostería conventual, por lo demás, aparentemente no había otros signos llamativos que anunciasen en el convento de las clarisas de Orduña de alguna manera el órdago lanzado desde Belorado. Eso es lo que he podido recoger de impresiones cercanas al convento.
No cabe duda que han dado carnaza mediática, especialmente para quienes disfrutan ver follón en el seno de la Iglesia. Y los silencios solo aportan "morbo" al tema.
Pero lo que el Papa Francisco dijo es que hagamos “Lío”, no que montemos follones.
Por eso insisto en mi teoría de la “manipulación” de las conciencias de estas mujeres por parte de unos caraduras que han encontrado un negocio lucrativo revistiendose de purpurado y teatralizando supuestos oficios religiosos con un toque retro y fascista.
A mi modo de ver esta historia tiene dos frentes muy definidos: el económico y de poder, en el que estarían implicados el falso obispo, sus adláteres y la superiora de la comunidad; y otro el espiritual: donde se ha producido un sometimiento de las conciencias, haciendo creer a estas mujeres que tiempos pasados son mejores, que solo hay una verdad, la que marcan sus gurus; y que marcar distancias con la Iglesia es el camino de la salvación.
Y no debemos olvidar que este es un caldo de cultivo idóneo para apropiarse no solo de las almas sino hasta de los cuerpos. No se puede descartar ninguna perversión detrás de este modus operandi.
Lo que es evidente es que en círculos eclesiales esta historia está molestando y el silencio es la consigna. Dejar hacer a las autoridades eclesiásticas que, como ya han confirmado buscarán tender puentes, y los demás a seguir con el quehacer diario celebrando a San Isidro o manteniendo el ora et labora en el obrador de la repostería.
Más aún, es posible que más de uno y de una piensen que, si ellas se lo han buscado, con su pan se lo coman. No es que sea muy misericordiosa la postura, pero es comprensible.
No obstante el mayor daño se lo están haciendo ellas a sí mismas y más de una quedará marcada de por vida con esta "aventura" cismática.
Espero que en un ejercicio de verdadera libertad cada una de las 16 mujeres que conforman las dos comunidades de Belorado y Orduña puedan manifestarse y entrevistarse con el personal designado por el Arzobispado de Burgos, y el obispado de Vitoria, si le corresponde. Que tras el encuentro se puedan decantar en libertad si personal e individualmente reniegan o no de la Iglesia Católica. Y tras su decisión que o bien se queden o bien hagan las maletas. Y las que queden que reciban acompañamiento espiritual y ayuda psicológica. Y por supuesto, si hay responsabilidades civiles y económicas, que cada palo aguante su vela.
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